La prensa recién reportó noticias importantes sobre nuestro río Ozama. Por un lado, destacó la operación del Interceptor holandés que recoge los desechos sólidos que arrastra el río y, por el otro, que la Planta Depuradora de Aguas Residuales de La Zurza nunca ha trabajado, a pesar de haber costado US$120 millones. Ambas noticias compelen a buscar la posible solución a los problemas que impiden que este río sea una explosión de riqueza. En el país no hay ningún otro que tenga una más grande promesa económica.
El turismo es la clave del enorme potencial económico del río Ozama. Su atractivo principal no es la raigambre histórica que se asocia con la fundación de Santo Domingo de Guzmán, aunque en sus orillas todavía sobreviven algunas reliquias históricas. Es más bien que los miles de turistas que pernoctan en el Gran Santo Domingo se interesarían en los paseos fluviales, siempre que el río sea descontaminado y su desembocadura ajardinada. La mayor y más lucrativa atracción turística, sin embargo, sería su puerto. La operación plena de un anhelado “puerto madre” para cruceros inundaría a la ciudad con visitantes extranjeros y dinamizaría grandemente su economía.
Es bien conocido que el río Isabela contribuye grandemente con la contaminación del Ozama. Ambos ríos son responsables del triste espectáculo que en ocasiones se divisa en la desembocadura de este último. El resultado es que en ocasiones la desembocadura del Ozama constituye un desagradable escenario. No es tanto que el agua es turbia ni que el encuentro con el mar sea peligroso para las pequeñas embarcaciones. Lo que provoca repudio y hasta indignación es la enorme cantidad de desechos solidos y lilas que acarrea el río durante los días de lluvias. Algunos de los guijarros que allí se atascan entorpecen la navegación y han producido costosos daños a algunos barcos cruceros.
Aunque declarado “puerto turístico” ese sueño no se ha concretado y hoy prevale un uso comercial de recepción de vehículos. De nada ha valido que la ensenada del puerto se haya dragado varias veces ni que, a través de los anos, diversas coaliciones de ciudadanos se hayan formado para promover la limpieza tanto del Ozama como del Isabela. En ocasiones se ha reportado en la prensa que son esas condiciones del río las que impiden el desarrollo de un activo puerto de cruceros. Se alega que el empantanamiento del grandioso proyecto que en el 2005 el Congreso le aprobó a Inversiones Turísticas Sans Souci (ITSS, ver gráfica) se debe en parte a las condiciones del puerto. Esa empresa ha reportado inversiones propias en el dragado y la recolección de desechos, pero eso no ha resuelto el problema de la contaminación del río.
Las dos noticias reseñadas más arriba, sin embargo, dan pie a nuevas esperanzas. Después de dos años de inactividad, el Interceptor, un aparato que ha sido bautizado como “camión de la basura acuático”, esta nuevamente funcionando (ver gráfica adjunta). Operado por personal de la Armada, este aparato intercepta la basura que baja con la corriente y, a través de una cadena, la sube a unos contenedores y eventualmente es llevada al Vertedero de Duquesa. Su puesta en marcha responde a una alianza entre el Ministerio de la Presidencia, la ong The Ocean Cleanup y el PNUD. Pero se ha advertido que no resolverá todo el problema de la contaminación y que se espera que su contribución sea mas para alertar a la población y conseguir su cooperación.
Por otro lado, la insólita noticia sobre la inactividad de la Planta Depuradora de La Zurza produce consternación y espanto. Esa planta esta supuesta a ser, junto al Interceptor y otras medidas de saneamiento, la gran respuesta a la contaminación de los ríos Isabela y Ozama. En ella se recibirían las contaminadas aguas de las grandes cañadas del Gran Santo Domingo y, de manera directa, las del Distrito Nacional. Pero a pesar de haber sido inaugurada en marzo 2020 la planta sigue inerte. “De ahí que las cañadas sigan aportando la mayor carga de contaminación de los ríos mencionados, además del mayor peligro para miles de familias que habitan encima o en sus alrededores en temporadas de lluvias.” ¿Cómo es posible tal negligencia estatal? ¿Es que vamos a botar los RD$6,600 millones que costó? ¿Qué hubo de aquel principio de continuidad del Estado?
La menor intelección concluiría que la operación continua del Interceptor y de la Planta Depuradora tendría un efecto muy benéfico sobre la ría del Ozama, permitiendo algunas actividades turísticas. Pero el mayor aporte económico de que seria capaz el río sería la operación del “puerto madre” de cruceros. El monumental proyecto de ITSS, sin embargo, tiene trabado ese anhelado destino porque no ha logrado ejecutarse a pesar de que ya van 18 años de la concesión original del Congreso. Aunque han anunciado una inversion de US$70 millones eso solo se refiere a las dos terminales de cruceros y a las operaciones de dragado. Diversos rumores circulan sobre las razones del estancamiento, pero la verdad es que la costosa parálisis sigue siendo un misterio.
La parálisis de ese proyecto representa el obstáculo mayor para que la ría del Ozama pueda ser mejor aprovechada turísticamente. Parece ser que, al ser sus principales accionistas figuras prominentes de la elite económica (Lisandro Macarrulla, Juan Vicini, Roberto Oller), ningún funcionario se atreve a intentar destrabar el atasco. Ni tampoco el gobierno se atreve a mudar la Base Naval –cuya nueva sede esta a la espera en Boca Chica, después de haberse descartado una mudanza a Haina—ni a emprender una movilización de recursos barriales para limpiar definitivamente el río. La parálisis de ese proyecto, entonces, representa un daño económico (o lucro cesante) a la población de la capital. Urge pues buscar una solución a ese engorroso estancamiento.
De lo anterior se colige que se deberá reconfigurar el contrato de concesión de marras para que el puerto pueda comenzar a recibir la cantidad de cruceros que amerita su potencial. Partiendo del contrato original a continuación se sugiere un nuevo esquema para destrabar la situación. Lo primero seria establecer el objetivo de que el nuevo esquema consista en una alianza público-privada. Esto así en reconocimiento de que todos los problemas no pueden ni deben ser resueltos por los concesionarios. A cargo del Estado estarían la mudanza de la Base Naval y Academia de la Armada, la operación del Interceptor y de la Planta de La Zurza, el desarrollo de otras plantas depuradoras y la educación ambiental de la población de las orillas. ITSS, por su parte, devolvería la propiedad de los 495,211 metros2 de terrenos al Estado, incluyendo el saliente de Sans Souci.
El nuevo esquema ratificará la concesión del puerto a ITSS para su explotación como “puerto madre” de cruceros por un nuevo período de 30 años. También le ratificaría la propiedad de las dos terminales existentes. Pero el Estado recuperaría el saliente de Sans Souci, realizando la obra concebida por Peña Gómez para que su playa pueda ser usada sin cortapisas por los habitantes de la capital (ver gráfica). El financiamiento de esa obra provendría de los ingresos estatales derivados de los cruceros. A cambio ITSS recibiría autorización para erigir edificaciones en los terrenos de la actual Basa Naval y de la Academia, con un arrendamiento por un número de años que compagine con los requisitos de rentabilidad. Si a los diez años de haberse suscrito el nuevo contrato de concesión no han materializado todas las obras, el mismo quedaría automáticamente rescindido y el control y propiedad de todo pasaría a manos del Estado.
Con esta fórmula se podrá aprovechar el potosí de la ría del Ozama y tres o cuatro cruceros estarían atracados ahí siempre. También los habitantes de la capital podrán disfrutar de una playa. Por supuesto, el Estado deberá emplearse a fondo para complementar las obras de recolección de residuos y la depuración de aguas residuales con otras iniciativas que prevengan que los ríos Isabela y Ozama sean las cloacas de las viviendas y las industrias que colindan con su orilla. Una gran campaña de educación ambiental en los barrios vecinos será de rigor.