La economía convencional ha elaborado conceptos para evaluar la eficiencia de las economías de mercado. Uno de estos conceptos es el de Óptimo de Pareto, desarrollado por Wilfredo Pareto y que aparece Manual de Economía Política (1938). La idea es bastante simple, una economía es eficiente sí y solo sí nadie puede mejorar su situación sin perjudicar la de otro. En este marco, es obvio que la economía dominicana no cumple con los requisitos planteados por Pareto.
Durante el 2022, algunos economistas, que antiguamente favorecían la equidad distributiva, afirman que el desempeño de la economía dominicana ha sido bueno, y se refieren al supuesto control de la inflación y al crecimiento económico experimentado, dejando de lado variables económicas relevantes para ofrecer una visión cabal de su eficiencia en materia de bienestar de la población considerando los bienes y servicios a los que puede tener acceso. Abba Lerner (1951) y A. Sen (1979), argumentaron que este objetivo se logra con mayor eficiencia distributiva. En otras palabras, la eficiencia se logra si la población tiene mayor bienestar.
A pesar de las frecuentes publicaciones oficiales sobre el crecimiento económico, que sólo se refieren a la tasa de crecimiento de la economía y no al acceso de la población a los bienes y servicios necesarios para tener calidad de vida, las referencias a la concentración del ingreso y al bienestar que el crecimiento proporciona están ausentes del discurso oficial. En efecto, durante el año que recién termina, los dominicanos han tenido acceso menor a los bienes y servicios que necesitan. Primero, porque la política monetaria redujo el ritmo de crecimiento de la economía y además porque tampoco ha logrado detener la inflación, diezmando el poder de compra de los dominicanos.
La evolución del PIB durante el último año muestra una tendencia decreciente. De acuerdo con las cifras del Banco Central (BC), la economía dominicana se ha desacelerado en los últimos meses del 2022. En agosto la economía creció en 5.4%, manteniendo una caída de un 1% hasta el mes de octubre y en noviembre el crecimiento fue de un 2.9%. Esto indica que los dominicanos dispusieron de menor cantidad de bienes y servicios para la satisfacción de sus necesidades.
La contracción de la economía podría tener efectos negativos sobre el mercado de trabajo, aunque las estadísticas del BC muestran una reducción de la tasa de desempleo de 5.2% en el segundo trimestre de este año a 4.8% durante el tercer trimestre. No obstante, cabe destacar que, según la misma fuente, la población ocupada, por actividad económica, muestra una reducción de 6,978 puestos de trabajo en el tercer trimestre respecto al primer trimestre de este año, en tanto que si se compara el tercer trimestre con el segundo se perdieron 61,396 puestos de trabajo, lo que indica que la contracción de la economía ha afectado negativamente al mercado de trabajo.
Esta desaceleración del crecimiento económico ha tenido lugar en un marco de aumento de la inflación, reforzando la contracción del PIB al afectar la demanda real de bienes y servicios. En noviembre la tasa de inflación promedio de los último doce meses era de 8.87%, el doble de la meta de inflación fijada por BC de 4%1%. De manera que el aumento de las tasas de interés no ha tenido éxito para reducir la inflación. La reducción del ritmo de crecimiento de la economía no logró reducir la inflación porque las importaciones de bienes han continuado creciendo, pese al menor nivel de actividad económica.
Además, un objetivo subsidiario de la política monetaria que aplica el BC es el de no perder reservas internacionales (RI). El BC compró en diciembre US$1,238.2 millones para restablecer el nivel de las RI, lo que significa una expansión de la circulación monetaria, contradiciendo su propia política restrictiva de los medios de pago. Esta pérdida de reservas se produce cuando el déficit acumulado de la cuenta corriente alcanzó US$5,320.7 millones hasta septiembre de 2022, cuando en el 2021 la balanza corriente tuvo un saldo negativo de US$2,688.7 millones.
Por otra parte, en el 2022 el déficit fiscal será de 3.6% del PIB, seis veces mayor que el 0.6% del PIB programado para este año. Este desequilibrio fiscal ha tenido lugar a pesar de que los ingresos tributarios aumentaron en 8% sobre lo programado para el Gobierno Central (GC). Lo que indicaría que el gobierno no tiene compromiso alguno con el objetivo de colocar la deuda pública en una trayectoria estable. De acuerdo con las estadísticas que parcialmente publica la Dirección General de Crédito Público (DGCP), la deuda del sector público no financiero (SPNF), se ha incrementado en US$7,642.1 millones en el período del 2020-noviembre 2022. No obstante, esta cifra sólo reporta la deuda del GC, BC, Bonos de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) y excluye el resto de las instituciones del sector público. Por ejemplo, la DGCP no registra los RD$49,958.0 millones (US$891.8 millones) que adeuda el Fideicomiso de RD-Vial según su estado de situación correspondiente a septiembre del 2022. De igual manera la DGCP tampoco incluye RD$69,605.0 millones (US$1,2423.5 millones) que adeuda el Banco de Reservas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recomendado en varias ocasiones al Ministerio de Hacienda (MH) a que registre la deuda de todo el sector público, lo que no ha ocurrido todavía.
Los resultados de esta gestión gubernamental no apuntan a mejorar a la situación de todos los dominicanos sin perjudicar a nadie. Por el contrario, un grupo reducido de empresarios y políticos concentran el ingreso del país. Según el informe de la Comisión Económica de la América Latina (CEPAL) “Desigualdad del ingreso en la República Dominicana 2012-2019”, el 10% más rico de la población dominicana concentra el 55% del ingreso que genera la economía, mientras que el 10% más pobre de la población recibe tan solo el 1% del ingreso. En el año de 1998, la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) realizada por el BC, estableció que el 10% más rico de la población concentraba el 34% del ingreso; de manera que actualmente la situación de desigualdad ha empeorado. Además, según este mismo organismo regional, el coeficiente de GINI, que mide la concentración del ingreso, se encuentra más cercano a la unidad (0.64) para el 2019 que en el 2003 (0.521), justamente cuando se descubrieron los fraudes bancarios que afectaron severamente los niveles de pobreza.
Cabe destacar que esta situación económica que deteriora el nivel de vida de los dominicanos acontece justo cuando el crecimiento de la economía dominicana ha sido sobresaliente en la región latinoamericana. Mientras mayor es el crecimiento económico mayor concentración del ingreso produce. Sin embargo, de acuerdo con la teoría económica convencional, la economía dominicana debería operar con menores desigualdades. De aquí que, tiene sentido proponer una nueva medición de la eficiencia; en lugar de usar el Óptimo de Pareto, en el caso dominicano, habría que reemplazarlo por el Óptimo Valdeziano, que contrariamente al primero, mide la eficiencia por el beneficio de pocos en perjuicio muchos dominicanos. El éxito del BC en los últimos dieciocho años ha tenido como contrapartida la desigualdad, el desempleo, la pobreza y la inflación para la población y negocios no privilegiados. Este entramado económico, social y político tiene un límite y la tolerancia social se agota.