En este fin de semana se hizo viral un video grabado en un Centro Educativo de Fe y Alegría en donde un señor conversaba con una serie de niños y niñas preguntándoles qué querían ser después de adultos.

Todo iba bien pues la mayoría iba respondiendo lo que normalmente se espera escuchar de un niño: doctora, uno dijo que bombero y así sucesivamente hasta que un niño dijo que quería ser atracador.

El adulto que los entrevistaba le dijo que no entendía lo que quiso decir y siguió preguntando a otros niños y niñas. Pienso que él perdió una buena oportunidad y se nota que no es maestro pues ahí debió comenzar un diálogo con el niño para ver hasta qué punto él era consciente de lo que había dicho, si tenía pleno conocimiento de lo que significa ser atracador.

Dado que él no lo aportó mi reflexión al respecto. Me parece que lo más delicado no es que el niño dijera que quería ser atracador (posiblemente no está consciente de la magnitud de sus palabras y quizá en la medida que crezca se le vaya esa idea), lo que es verdaderamente preocupante es la delincuencia se ha ido normatizando en la sociedad a tal manera que hoy un niño dice querer ser atracador.

Aparte de que la misma realidad se ha ido imponiendo con un aumento desproporcionado de la violencia y la delincuencia en el país también se debe señalar otro fenómeno y es cómo el movimiento urbano ha ido modificando el lenguaje atribuyendo otra interpretación a conceptos que anteriormente dábamos por negativos y pondré dos ejemplos:

El artista urbano Bullin 47 fue entrevistado por Nelson Javier, (el Cocodrilo) y en el inicio de la entrevista le dice al entrevistador: “yo quiero darle las gracias a usted porque cuando no era nadie en la música usted me abrió las puertas de este programa y me trató como a un verdadero gánster”.

En el vocabulario de este artista un gánster es algo positivo cuando todos sabemos que no es así.

El segundo ejemplo lo ubico en una ocasión que iban a presentar gratis a Silvio Rodríguez en el Estadio Quisqueya y yo asistí. En las gradas veo unos jovencitos que disfrutaban del concierto y llamó mi atención ver muchachos tan jóvenes en un concierto de trova. Subí hasta ellos y les pregunté qué le llamaba la atención de ese artista y me respondieron: “Ohhhh, ese tipo tiene letra bacana, es un sicario de verdad”.

No entré en muchos detalles sobre qué significaba ser un sicario en su lenguaje pues en el mío es totalmente todo lo opuesto al de ellos. Un sicario es una persona que tiene grandes dotes, cualidades, que hace las cosas bien y buenas.

Por último, conversaba con un joven de Cancino y me decía que estaba en una cafetería y se comió un sándwich que estaba bastante psicópata. En mi lenguaje tengo claro lo que es un sicópata, pero en él suyo era evidentemente que significaba todo lo contrario.

En definitiva, posiblemente que sucedieran dos cosas: o el niño ha ido observando el fenómeno de la violencia y la delincuencia en tal magnitud que lo ha ido normatizando en su vida o estará influenciado por estas nuevas modificaciones del lenguaje que blanquean vocablos que hasta hace poco eran totalmente negativos, pero el fenómeno urbano los transformó.

Si quien entrevistaba a estos niños hubiese tenido esta referencia quizá el video no se hubiese hecho tan viral como sucedió.