Una leyenda dominicana cuenta la historia de un individuo que atormentó a la ciudad de Santo Domingo a finales del siglo XVIII con una serie de despiadados asesinatos. Conocido como el “negro comegente”, se le atribuyó mutilar y extirpar los genitales de sus víctimas, así como ingerir carne humana.

La historia ha conformado una tradición escrita sobre el negro comegente (Pablo Francisco de Amézquita y Lara, Manuel Ubaldo Gómez, Archivos de España y Santo Domingo) y a partir de ella, el profesor de la Universidad de Vanderbilt, Carlos A. Jáuregui realiza una interpretación sobre el imaginario cultural dominicano en su ensayo “El Negro Comegente”: terror, colonialismo y etno-política”.

Jáuregui ve en el protagonista de la leyenda una metáfora de la representación social que una tradición del pensamiento de la parte oriental de la isla construyó con relación a la Revolución haitiana como insurrección de esclavos y que traería repercusiones negativas para las clases sociales afines al colonialismo europeo.

El autor señala que esta perspectiva es común a las narraciones de la modernidad colonial donde los esclavos y trabajadores son percibidos como integrantes de un grupo social violento y “caníbal” dispuesto a devorar a sus amos y a sus familias, así como a toda la civilización. Esta actitud se muestra en una comunicación enviada a la Corona por Fray Fernando Portillo, arzobispo de Santo Domingo, en 1791, donde expresa su preocupación por la expansión de los negros insurrectos de la isla que queman las posesiones de sus amos y tienen la costumbre de robar y asesinar inclinados por los vicios de su educación.

Portillo se refiere a la leyenda del comegente como prototipo de la amenaza que se cierne sobre Santo Domingo. El relato personifica los temores y la resistencia de unos sectores sociales que pretenden preservar un estatus quo y que alcanza su clímax en la política exterminadora del abogado Pedro Catani, quien sintetiza la imagen racista y colonialista que ve en los negros libertos y en la población que se niega a trabajar en las condiciones inhumanas de las haciendas la sumatoria de todos los vicios que atentan contra el desarrollo de la civilización.

Un relato que va a fundamentar una propuesta político-disciplinaria de los espacios públicos con el propósito de promover un modelo de ordenamiento económico político que requería de una sustentación ideológica racista y xenófoba.