Los jefes de estado del planeta se reunieron en Glascow del 31 de octubre al 12 de noviembre 2021, para confirmar el sentido de urgencia y prioridad de los acuerdos de París, y del protocolo de Kyoto, especialmente la limitación del calentamiento global en 1.5 grados centígrados como máximo.

La República Dominicana asumió la contribución nacionalmente determinada, en Kyoto de reducir sus emisiones en un 25% (lo que la Estrategia Nacional de Desarrollo recoge), actualizada el pasado año a un 27%, en ese tenor, entre las acciones más significativas adoptadas por la República Dominicana se encuentra la adopción de la Ley 57-07 Sobre Incentivo al Desarrollo de las Fuentes Renovables de Energía, lo que consta en el Considerando Quinto de la misma.

El mercado dominicano de las fuentes renovables de energía se encuentra en franco crecimiento, gracias a la reducción en el costo de las tecnologías, el mercado financiero nacional ha otorgado facilidades financieras a los proyectos.

Recientemente se ha planteado desde el Ministerio de Energía y Minas la pertinencia de reformar la Ley 57-07 para adecuarla a las nuevas condiciones del mercado de fuentes renovables de energía.  Esta reforma planteada por el gobierno, sumado al Pacto de Glascow crea el escenario ideal para iniciar una conversación sobre el hidrógeno en la República Dominicana.

Hidrógeno.

Nos encontramos en el momento justo para sumarnos al concierto de naciones que prepara su hoja de ruta del hidrógeno como fuente de energía.  Chile, Colombia, Argentina, Costa Rica, Panamá, entre otros se encuentran ya en el camino, así lo reconoce el Consejo Mundial de la Energía.

Tomemos por ejemplo los casos de Chile y Colombia, ambos países ya cuentan con sus correspondientes “estrategias nacionales de hidrógeno”, las cuales establecen una hoja de ruta para integrar el hidrógeno como fuente de energía limpia en todas las áreas productivas de dichos países, desde la minería, pasando por el transporte, hasta la agricultura; tanto para uso nacional como para exportación.

Del mismo modo, Panamá está a punto de lanzar su estrategia nacional, con la intención de convertir al país en un “hub” energético, impulsando el hidrógeno y las baterías de combustible.  Costa Rica y Argentina están recibiendo recursos multilaterales para planes piloto que integran el hidrógeno como fuente de energía en la movilidad y en los procesos industriales.

El Consejo Mundial de la Energía ha realizado una serie de estudios con la firma PwC, que recomiendan la hoja de ruta para la adopción de políticas públicas a nivel mundial, a fin de integrar de forma decisiva el hidrógeno como fuente de energía limpia.

Entre los trabajos preparados y publicados se encuentra el “Resumen sobre Innovaciones: Hidrógeno en el Horizonte” (https://www.worldenergy.org/publications/entry/innovation-insights-brief-hydrogen-on-the-horizon-ready-almost-set-go ), que identifica los factores necesarios para el desarrollo del potencial del hidrógeno como fuente de energía, a saber:

  1. Reconocer el hidrógeno como un sistema de transición energética;
  2. Destrabar las vías de producción sostenible: aún cuando los desafíos del costo tecnológico persisten, la gasificación del carbón y el vapor del metano son procesos alternativos que avanzan;
  3. Construir el mercado internacional de hidrógeno, considerando los desafíos del costo para el transporte de larga distancia. Las lecciones del desarrollo del mercado internacional del gas natural constituyen un importante aprendizaje.
  4. Lograr que la tecnología y la logística sea costo eficiente: para ello habría que priorizar por ahora la cooperación por encima de la competencia, hasta que se alcance nivelar el hidrógeno con las fuentes de energía más tradicionales. Los acuerdos entre las naciones constituyen una decisiva herramienta para avanzar.
  5. Desarrollar la infraestructura de producción, transporte y distribución del hidrógeno, en cada uno de los países, para expandir a nivel regional y después mundial.

La ciencia conocida sobre el potencial del hidrógeno apunta a que la tecnología asociada a su utilización como fuente de energía constituye el complemento ideal para completar el ecosistema energético, junto a las fuentes renovables de energías, que permitirá alcanzar la total descarbonización de las economías del planeta.

Conscientes de que la no descarbonización está fuera de escena debido a que es urgente mitigar el cambio climático, vale la pena que la República Dominicana, se sume a las iniciativas tendentes a crear y desarrollar un mercado internacional de hidrógeno y las baterías de combustible (“fuel cell”), y aproveche sus recursos renovables de energía (sol y viento) para producir hidrógeno.

El hidrógeno y las baterías de combustible ofrecen las soluciones de almacenamiento y producción de energía eléctrica limpia que apuntalará la transición de la R.D. a la descarbonización total de su economía.

Convenios de cooperación binacional o multilaterales deben formar parte de la estrategia dominicana de hidrógeno. Es previsible que en el contexto del Pacto de Glascow la cooperación bilateral y multilateral asigne una mayor cantidad de recursos para viabilizar la adaptación de países como la República Dominicana, por lo que se requiere que iniciemos la reflexión y la concertación tendente a formular la hoja de ruta dominicana del hidrógeno.

Por último, cabría que el país utilice las lecciones aprendidas de la aplicación de la Ley 57-07 para incentivar las inversiones en proyectos de generación con base en fuentes renovables de energía, en lo que respecta al diseño y administración de los incentivos fiscales, dotar de garantía de estabilidad fiscal a los proyectos, asociar los incentivos al aporte real a la reducción de las emisiones, formalizar el mercado de CO2, así como los aspectos regulatorios más sofisticados, evitando los errores que generaron inseguridad jurídica que contrajeron las inversiones.