Recientemente mi amigo Pedro Payano hizo un extenso comentario, acompañado de importantes preguntas, a propósito del artículo publicado en Acento, sobre “la clave secreta que ha permitido la unidad del PCT por más 43 años”, en la que intento responder en este artículo.
Quien posee y conoce las leyes del desarrollo social se convierte en un soldado consciente de la histórica lucha por el socialismo y el comunismo. Al mismo tiempo, el método del materialismo dialéctico orienta al análisis concreto de cada situación concreta, y de las características que este ofrece en cada uno de los estadios desarrollo y en sus peculiaridades.
Cada partido revolucionario de la clase obrera ha de moverse en una situación peculiar, en unas condiciones nacionales específicas. El éxito de su actuación dependerá en gran medida de su acierto para valorar con un espíritu científico las condiciones objetivas de su lucha, para determinar los fines y el carácter de esa lucha, de conformidad con la marcha concreta de los acontecimientos históricos.
Poseer este método no significa aprenderse de memoria las fórmulas y tesis del materialismo histórico. No cuesta gran esfuerzo, por ejemplo, recordar que la contradicción de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción es la base de la revolución social. Poco valdría, sin embargo, si el partido de la clase obrera se limitase a señalar esta verdad general y no estudiase las formas concretas en que esta contradicción cobra expresión en el país de que se trate, sin tomar en cuenta la correlación de fuerzas de clase en él, etc.
Poseer la concepción materialista de la historia significa asimilar la esencia del análisis de los fenómenos sociales con un criterio materialista y dialéctico, aprender a manejarlo en el estudio de las condiciones concretas de la lucha de la clase obrera en cada momento y a sacar conclusiones generales de la valiosísima experiencia práctica del movimiento revolucionario en sentido general.
Por estas razones, la concepción materialista de la historia ocupa tan apremiante lugar en la ideología de los partidos revolucionarios de la clase obrera, de todo luchador consciente por la causa del socialismo y de cuantos quieran comprender las leyes del desarrollo social y servir con conocimiento de causa al progreso y al bien de la humanidad.
La lucha de clases.
La sociología burguesa no pudo resolver la esencia fundamental ni explicar la cuestión fundamental de la lucha de clases. Estos las simplificaban a factores espirituales, psicológicas, de ideas religiosas entre otras explicaciones absurdas. Pero nosotros hemos visto ya que la conciencia social depende del ser social. Para ello utilizamos el materialismo dialectico e histórico para el análisis y estudio de la realidad concreta.
Por eso no es válida el principio de la división de clases a partir del bienestar material: volumen de los ingresos, condiciones de vivienda, etc. Ese volumen de los ingresos depende del lugar que la clase ocupa en la producción social, de si posee los medios de producción o de si es una clase oprimida y explotada. De eso depende también su papel en la vida política, su nivel de cultura y su modo de vida.
El factor principal y decisivo de la vida social es la producción material; quiere decirse que la base de la división de la sociedad en clases ha de buscarse en el lugar que unos u otros grupos ocupan en el sistema de la producción social, en la relación en que se encuentran respecto de los medios de producción.
La definición más completa de las clases sociales la encontramos en Una gran iniciativa de V.I Lenin:
“Llamamos clases a los grandes grupos de personas que se diferencia entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por su relación (en la mayoría de los casos legalmente refrenada) respecto de los medios de producción, por su papel en la organización social del trabajo y, por consiguiente, por el modo de obtención y el volumen de la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos de hombres y mujeres de los que uno puede apropiarse el trabajo de otro gracias a los diferentes lugares que ocupan en un determinado sistema de economía social.
Por lo cual, la existencia de las clases es justamente la base de la injusticia social que caracteriza a la sociedad en que existe la explotación. No es la “voluntad del jefe” ni son las cualidades individuales de los hombres-como siempre trataron de demostrar los ideólogos de la clases explotadoras-, sino el hecho de que pertenezca a una u otra clase, lo que explica su situación preponderante y privilegiada de unos y la opresión, miseria y carencia de derechos de los otros.
La aparición de las clases va directamente ligada a la propiedad privada sobre los medios de producción, que hace posible la explotación del hombre por el hombre y la apropiación por unos del trabajo de otros. Mientras el trabajo humano era tan poco productivo que proporcionaba solo un excedente reducidísimo sobre los recursos necesarios para la existencia. Señala Federico Engels que “el incremento de las fuerzas productivas, la ampliación de las relaciones, el progreso del Estado y del derecho y la creación de las ciencias y las artes eran solo posibles mediante intensa división del trabajo, que tenía por base la gran división de este entre la masa, dedicada a simples ocupaciones manuales,y unos pocos privilegiados que dirigían los trabajos, y se dedicaban al comercio y a la administración de los asuntos públicos y que, más tarde, cultivaron también la ciencia y el arte”.(Engels,Federico,Anti Diihring,p 170.
Engels agrega que “la clase que se encontraba a la cabeza de la sociedad, hoy se comprende, no perdía la ocasión de cargar sobre las masas un trabajo cada vez mayor, movida por el deseo de aumentar sus beneficios”. Ahora bien, una vez que el desarrollo de las fuerzas productivas coloca en el orden del día la sustitución de la propiedad privada por la propiedad social y la abolición de las relaciones basadas en la explotación, la existencia de las clases pierde toda su justificación. El mantenimiento de las clases, además de ser superfluo, se convierte en un obstáculo que entorpece los avances ulteriores de la sociedad.
Por lo tanto, la división de la sociedad en clases y la hostilidad entre ellas son solo un rasgo inseparable de la época en que impera la propiedad privada sobre los medios de producción.
La estructura de clase en la sociedad
Por la posición que se ocupe dentro de la sociedad, las clases se dividen en fundamentales y no fundamentales. Para definir las clases fundamentales se toma en cuenta a aquellas sin las cuales resultan imposible el modo de producción preponderante y que deben su origen a ese modo de producción. Por ejemplo, en la sociedad de la esclavitud eran los esclavistas y los esclavos; en la feudal, los señores feudales y los siervos; en la burguesa, los capitalistas y los obreros. Se trata, pues, de clases de las que una posee los medios principales de producción y se encuentra en el poder, mientras que la otra agrupa a la gran masa de los explotados. Siempre se ha explicado que las relaciones entre esas clases son siempre antagónicas, se basan en la oposición de intereses. El capitalista, por ejemplo, ve su interés en obligar a trabajar al obrero cuanto más mejor y en pagarle lo menos posible. El interés del obrero se entiende, es diametralmente opuesto. La incompatibilidad de intereses de las clases antagónicas da origen a una lucha irreconcibiliable entre ellos, lo que se ha definido como lucha de clases.
Marx y Engels, los describen de la siguiente manera: Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos se encontraban en perpetuo antagonismo, mantenían una lucha constante, ya latente, ya abierta, que terminaba siempre con la transformación revolucionaria de todo el edificio social o con la desaparición conjunta de las clases en pugna (Carlos Marx y Federico Engels, obras escogidas, pag424.)
Además de estas clases no fundamentales, en la sociedad de explotación hay, por ejemplo, en la sociedad esclavista existían los campesinos artesanos libres; en la capitalista, descontando a la burguesía y a los obreros, tenemos a los campesinos y, en muchos países, a los terratenientes, etc. La existencia de estas clases no fundamentales con sus peculiares intereses, junto a toda una serie de capas sociales (por ejemplo, los intelectuales), convierte en un fenómeno muy complejo las relaciones entre las clases.
En la sociedad burguesa
Las clases fundamentales de la sociedad burguesa están integradas por los capitalistas (burguesía) y los obreros asalariados (proletarios). La burguesía es la clase de quienes poseen los medios fundamentales de producción y vive a expensas del trabajo asalariado de los obreros, a los cuales explota. Es la clase dominante de la sociedad capitalista.