1.
El origen de las palabras, siempre curioso ese camino; a veces real, otras veces fantaseado. Deonísio da Silva, estudioso brasileño de la Lengua, dice que la palabra almanaque viene del árabe almanakh que designaba el “lugar donde los nómadas hacían arrodillarse a los camellos”. Allí, en ese lugar, donde muchos camellos paraban, los humanos intercambiaban noticias, “informaciones” y “curiosidades”.
Podemos imaginar ese lugar, almanakh, como un lugar con agua en medio del desierto; los camellos y los humanos se arrodillaban, bebían agua, descansaban, rezaban y luego empezaban a hablar sobre lo que habían visto y lo que habían escuchado por los caminos del mundo o en otros lugares similares, en otros almanakhs.
La idea de un espacio de descanso e intercambio de noticias se convierte, con el tiempo, en un objeto concreto y escrito. El cambio de un almanaque -espacio– donde todo es verbal– a un almanaque escrito. Imagen fuerte.
Y pensar quizá que los modernos periódicos vienen de aquí.
Leemos las noticias y las curiosidades cuando nos paramos, después de trabajar o de cualquier paseo (pienso en los periódicos físicos). Y ya no son los camellos quienes se arrodillan para descansar, sino los coches que aparcamos en los sitios adecuados para que no nos multen – coches que esperan, sin cuatro patas, pero con motor, y con sed, pero no de agua.
En estos caminos etimológicos –que, para mí, no importa si son verdaderos, sino si son interesantes– podemos visualizar que el periódico[1] y el jornal están codo con codo, jornal – sueldo diario; periódico, diario de informaciones.
Así, recibimos el jornal informativo, yo diría, igual que otros reciben el dinero del día de trabajo.
Te mereces el dinero por tu día de trabajo versus te mereces la información por tu día de trabajo. O, si lo pensamos, en las ligerísimas revistas de cotilleos: has trabajado, te mereces tu jornal de chismes.
Pero con internet, el jornal informativo al que tenemos derecho ha perdido hace mucho esa lenta unidad de medida que es el día.
En estos tiempos que ya no corren, explotan (la explosión es más rápida que cualquier carrera, incluso de cien metros) en estos tiempos que por ahí explotan, pues, el jornal informativo es al minuto, al segundo – y quizá de ahí este empacho de información en el estómago y en la cabeza, que cortan, simultáneamente, la digestión y el pensamiento.
“Empacho” general que nos provoca enormes dificultades para digerir lo mucho que ocurre en tan poco tiempo, provocando dificultades manuales y mentales para separar la información-trigo de la información-cizaña (hierba mala que no da ni flor ni fruto).
Las fake news, en ese sentido, aunque siempre han existido, serían una cizaña moderna y maligna – en los veloces caminos que ahora utilizan (ya no vienen en camello, las noticias falsas – vienen a la velocidad que ningún reloj, por más detallista que sea, puede acompañar).
2.
La velocidad moderna de las noticias es la forma moderna de censura, ya sea política o social. Si todo avanza a la misma velocidad, todo tiene igual importancia. La duración de la noticia da la amplitud de su relevancia.
En otro contexto escribí: la velocidad es el modo que tienen las democracias de ejercer la censura de forma aparentemente distraída. Si un asunto importante se trata durante dos minutos en los telediarios, y un fuera de juego en el fútbol se repite en cámara lenta y diferentes puntos de vista durante veinte minutos, claramente estamos diciendo qué es relevante y qué no.
La censura contemporánea no borra, acelera.
Vuelve indistinguible, por la velocidad, el otro y el metal pobre, el trigo y la cizaña.
Imagino un telediario lento, un telediario con futuro, un telediario que no esté desactualizado al día siguiente. Un almanakh con agua interminable de donde los camellos y los humanos, sedientos, no quieren alejarse. Un agua que no se desactualiza.
3.
Quizá la lentitud sea, cada vez más, el medio que la buena revolución utiliza para obstaculizar, derribar, boicotear, sabotear la prisa y los accelerados.
¡La lentitud al poder! Este es un lema que el futuro claramente levantará en las manifestaciones de las próximas décadas. La velocidad como aquello que ciega y nausea; los que tienen prisa llegan demasiado temprano para tener tiempo para vomitar por el exceso de aceleración.
Decir “más despacio” es afirmar que “lo que estás diciendo es importante” o entender que es verdaderamente relevante lo que está pasando. “Más despacio”, uno de los más bellos y raros susurros contemporáneos.
p.s.
Ha muerto José Pinho, librero y amigo – y esto no es una información cizaña, pero tampoco es información trigo, es una noticia triste, una noticia que aúlla como los animales que han perdido a sus crías o a sus padres.
Como distinguir, en esta avalancha informativa, una noticia que aúlla y una noticia falsa, noticia cizaña, etc.?
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Traducido por Leonor López de Carrión/Originalmente publicado no Jornal Expresso
[1] Periódico en portugués es “jornal”