Hace unos cuantos meses ocurrió un “jardinicidio” en el patio más hermoso que haya yo visto. El jardín de María de Fátima Geraldes. No la conozco personalmente y aunque no tengo Facebook está entre las “amigas” de mi hijo. Ella es pianista, él violinista, por eso está en sus redes y por eso me enteré.
Siempre le decía a mi hijo que me hubiera encantado conocer ese patio; era hermoso. No sé a quién le podía molestar o a quién le podía causar envidia, pero un día amanecieron sus matas completamente secas. De esto me enteré también a través de las redes. Me dieron deseos de llorar. De hecho, ese patio me inspiró para hacer mi pequeño jardín en mi “compañera azotea” que fue acondicionada por mis hijos para llenar el tiempo luego de la partida de mi mamá.
En su patio había una gran variedad de plantas ornamentales, una enredadera preciosa y unos mueblecitos que llamaban al relax, a tomarse un cafecito al atardecer dejando volar a la imaginación.
De un día para otro también en las redes me he enterado que su patio revive. Siempre tendrá la nostalgia de su antiguo patio, pero creo que con esas manos que no solo están hechas para tocar el piano sino también para sembrar, verá crecer sus nuevas plantas y con ellas la ilusión. Volverá la alegría y su paraíso creado tendrá otra vez vida y será nuevamente su rincón para soñar.