Tus defectos como hijo son mis fracasos como padre” – Richard Harris, Marco Aurelio.

Cuando un reducido equipo liderado por el actual director, Ing. Víctor Castro, asumió la responsabilidad de dirigir el Inabie en noviembre de 2021, el primer gran problema al que se enfrentaron, entre muchos en un desorden administrativo generalizado, fue el financiero. En este ámbito, se centró todo el esfuerzo en sanear las cuentas por pagar del Inabie, que ascendían a unos 7 mil millones de pesos.

El endeudamiento corriente, que seguía aumentando cada mes (detener los programas no era una opción), nos llevó a preguntarnos si la llamada "deuda de arrastre" era manejable, especialmente porque los expedientes que la respaldaban, junto con gran parte de la documentación relacionada, incluyendo contratos y legitimidad de las adjudicaciones, estaban plagados de errores, omisiones y violaciones procedimentales de carácter reglamentario o de proceso.

Fue necesario establecer prioridades, y todas ellas se redujeron a una: la reducción sustancial de las deudas de los procesos activos 2021-2022, así como otros compromisos de períodos anteriores que habían sido ignorados durante meses por las dos últimas gestiones anteriores, afectando de manera insostenible a una parte importante de los proveedores del segmento de Jornada Extendida del Programa de Alimentación Escolar (PAE), que en su mayoría son Mipymes.

El suministro de raciones alimenticias para los años 2019-2021, que incluía los niveles inicial, primario y secundario, experimentó un cambio radical debido a la pandemia, lo que generó una acumulación de deudas multimillonarias con numerosos proveedores. Específicamente, las raciones cocidas que habían sido contratadas fueron cambiadas por raciones crudas para armar los llamados Kits alimenticios, lo que alteró los montos resultantes debido al sustancial aumento de los precios contratados inicialmente. También cambió la modalidad de entrega: pasó de un suministro directo a los centros educativos a la provisión directa a las familias de los escolares, así como al personal docente y administrativo. Estos cambios fueron inevitables en tiempos de pandemia.

Las deudas acumuladas desde 2020 fueron arrastradas hasta junio de 2022, cuando se asumió la responsabilidad de honrar esos compromisos, lo que llevó a realizar las gestiones correspondientes con la Contraloría General de la República. En ese momento, se identificaron 993 facturas, que finalmente resultaron ser más, y se procesó cerca del 70% de los libramientos correspondientes. La realidad es que faltó un control institucional eficaz sobre estos suministros necesarios, tanto en lo que respecta a las entregas en el terreno como al cumplimiento de los requisitos y procedimientos administrativos y financieros.

La restricción presupuestaria fue un gran desafío. Para el último trimestre de 2021, la institución contaba con un presupuesto disponible de RD$6.2 mil millones; sin embargo, estos recursos se vieron afectados por una disminución del balance por parte del Ministerio de Educación, lo que dejó un remanente de RD$2.7 mil millones hacia finales de 2021. Así, la seria limitación presupuestaria junto con una enorme deuda heredada demandó el uso racional y cuidadoso del presupuesto, poniendo el mayor énfasis en los procesos misionales clave, como la alimentación escolar.

Es importante afirmar sin rodeos ni ablandamientos sutiles que la nueva dirección del Inabie se encontró desde el primer día con un obstáculo en el Minerd, órgano rector que había mantenido al instituto prácticamente secuestrado en el período anterior, con fines muy alejados del fortalecimiento de la credibilidad e imagen del instituto.

De hecho, la dirección ejecutiva estaba subordinada a ese órgano del Estado, que tenía un absoluto control sobre las unidades de planificación, jurídica, financiera y de compras y contrataciones. El comité de compras era prácticamente un fantasma que solo aparecía cuando era absolutamente necesario para respaldar algún nuevo acto poco ético. A pesar de los contundentes hallazgos que apuntaban a prácticas poco éticas, el entonces ministro de educación afirmó públicamente que todo se había llevado a cabo conforme a la ley y a las buenas prácticas de compras y contrataciones, apoyándose en un informe de "auditoría interna" del propio Minerd, que desde el principio se esforzó por mantener alejada a la nueva dirección ejecutiva.

En esos momentos de alta tensión, con el edificio sede rodeado de representantes de empresas que exigían el pago de sus deudas y la presión mediática semanal de los medios de comunicación, la dirección ejecutiva tuvo que concentrarse en la administración de las deudas históricas y corrientes, dejando de lado la gestión hacia adelante del Inabie. La jornada laboral no tenía hora para finalizar, las reuniones de trabajo eran frecuentes y tensas, y la incertidumbre era constante ante los problemas por resolver.

A pesar de la gran cantidad de situaciones anómalas encontradas en los expedientes de los proveedores, para el mencionado último trimestre de 2021 se logró ejecutar el 89% del presupuesto disponible, lo que equivale a 2.4 mil millones de pesos, dejando un saldo disponible de 295.1 millones. El mes con la mayor ejecución durante ese período fue octubre, con 1.3 mil millones, aproximadamente un 56% del total ejecutado. Al mismo tiempo, la contratación de servicios representó el 92% o 1.8 mil millones de los recursos utilizados.

Puede considerarse un gran logro haber terminado el año 2021, cargado de dificultades y grandes desafíos, con este desempeño presupuestario, aunque se reconoce que la composición del gasto no era la más deseable desde el punto de vista de su racionalidad.