Todo poeta elabora su canto desde el yo-proyectado y proyectante del poema. La estructura narrativa y dialéctica del Contracanto a Walt Whitman se convierte en historia fundacional de un poema vertical y horizontal, a partir de la visión del poeta dominicano que integra el Canto de mí mismo la poeticidad de las Hojas de hierba de Walt Whitman como la cosa existencial.  Por lo cual, el referente mismo de ambos poemarios dialoga desde el Canto a mí mismo y el Contracanto… pronunciado por Pedro Mir:

“Preguntan

¿quién eres tú?

Comprendo.

Que nadie me pregunte quién es Walt Whitman.

Iría a sollozar sobre su barba blanca.

Sin embargo,

voy a decir de nuevo quién es Walt Whitman,

un cosmos,

un hijo de Manhattan” (İbídem.)

La respuesta la podemos encontrar en el imaginario propio del poema relato, mediante las pautas propias del poema de Pedro Mir:

“…Hubo una vez un territorio sin tacha.

Hace ya muchos años.  Más allá de los padres de los padres

las llanuras jugaban a galopes de búfalos.

Las costas infinitas jugaban a las perlas.

Las rocas desceñían su vientre de diamantes.

Y las lomas jugaban a cabras y gacelas…” (p.82)

Pero, ¿qué era la tierra, qué era el mundo del poeta y su mirada? ¿Cómo era el espacio de su visión y el mundo metaforizado sobre la base de una doble visión y voz democrática de las cosas?

“Y era una tierra pura poblada de sorpresas.

Donde un terrón tocaba la semilla

precipitaba un bosque de dulzura fragante.

Le acometía a veces un frenesí de polen

que exprimían los álamos, los pinos, los abetos

y enfrascaba en racimos la noche y los paisajes.

Y eran minas y bosques y praderas

cundidos de arroyuelos y nubes y animales”, (ibíd. op. cit.)

La motivación  autorreferencial del poeta dominicano se visibiliza en la escritura, en la pregunta y la respuesta mediante el poema mismo.  ¿Quién es Walt Whitman?

“Que nadie me pregunte

quién es Walt Whitman.

A través de los siglos

iría a sollozar sobre su barba blanca.

He dicho que diré

y estoy diciendo

quién era el infinito y luminoso.

Walt Whitman,

un cosmos

¡un hijo de Manhattan!

(Op. cit.)

La fuerza épico-lírica del Contracanto… obliga al espaciamiento de la biografía y la respuesta problemática del ser-poeta; aspecto este que conforma el biografema fundamental de ambos poetas, desde el operante poético “yoico”.  El relato como función épico-narrativa presiona la lectura como campo, movimiento y existencia, de tal suerte que, la forma-sustancia del poema que se explora en las unidades y objetivos del mismo construye como valor el mundo-identidad del poema.  Canto que desde el yo se abre a la interpretación de  Whitman y Mir como proyecto, leguaje de sí-mismo, biografía y concepción poética.

Whitman y Neruda se leen en la poética de Pedro Mir y sus afluentes expresivos. El ramaje Neruda aparece en su obra como mirada y voz, pero también como ejercicio de representación que se constituye como cuerpo enunciativo del poema, como prueba de expresión, propuesta y convicción.

El poeta Pedro Mir se sumó, también, al huracán neruda:

 

“Han pasado las horas sobre el volcán neruda

y el delirio y la fiebre sobre el temblor neruda

y la dormida lava de erupción neruda

sobre el fragor de la imponente situación neruda.

Todo descansa. Padre. Sobre los marfiles

de los más viejos pianos el terciopelo duerme.”

(El huracán Neruda, p.109).

El marcador interrogativo cobra su valor a través del poema.  El desarrollo de proceso ha sido dinamizado en los ejes mismos de la poeticidad.

De esta manera:

“La delicada aurora / se balancea en su mirada y se desliza en su mano, / rueda sangrando, se dirige al suelo y nos sucede / de pronto que se levanta el huracán neruda, / la ráfaga y el vórtice neruda / y neruda el vandaval, / reconstruido por el grave / estallido de la infernal consternación neruda” (ibídem. loc. cit.)

Así, aquello que la historia arrastra como tiempo, ritmo y memoria, es el sentido del poema El huracán neruda. Los acercamientos del poeta petromacorisano a dos universos encontrados en el espaciamiento poético de Pedro Mir activan una vocalidad y a la vez un marco polivocal dinámico, sincrónico, visible y legible en el techo poético de Pedro Mir.

El poema es, también, un reclamo a la llamada del poeta, la “patria” y sus visibilidades. El mundo poético de Pedro Mir se inscribe en el horizonte y la historia del poema-raíz que se habla a sí mismo y al lector, desde estrategias de diálogo y dicción que pronuncian su universo-sentido.

De esta suerte, la mirada de mundo que asume el poeta dominicano se enfoca en la palabra cósmica y en el gesto dinámico de los temas que acoge el poema-travesía, que cobra sus valores semántico-sintáctico, y semántico-pragmático y empieza a motivar sus acentos, tanto en superficie, como en la profundidad de memorias y mundos productores de imágenes vivientes y sentientes de lo real, lo poético y lo imaginario.