El hombre zombi es una construcción cultural que ha evolucionado a lo largo del proceso, especialmente en la cultural popular, reflejando miedos, ansiedades y tensiones sociales en cada región del mundo. A través de diferentes medios como el cine, la literatura y las redes sociales, esta figura se ha convertido en una metáfora poderosa para explorar cuestiones sobre la deshumanización, la alienación y la pérdida de identidad.
La colonización cultural es un problema global, que afecta a los niños, adolescentes y jóvenes, quienes, además, crean adicción a los teléfonos. Eso es un problema global y hace sonar las alarmas con respecto a los retrocesos intelectuales. Estamos viendo una incapacidad para el aprendizaje en el mundo entero, por la dependencia del móvil y la adicción que crean a las redes sociales.
“Un muchacho promedio de 15 o 20 años puede estar desde que amanece hasta que se duerme interactuando con un celular móvil”. Muchos también se quedan de madrugada jugando en el aparato móvil o intercambiando a través de ese dispositivo. Este fenómeno está clasificado como una especie de droga que genera autismo. Hay un nuevo tipo de autismo generado por la adicción a las redes sociales y a los móviles.
Para ilustrar lo que digo más arriba: existe un índice llamado la compresión lectora, que mide la capacidad de un adolescente para explicar algo que leyó. Es decir, no basta con leer, tú tienes que descifrar lo leído, entender qué mensaje quiso dar ese autor, es lo que yo llamo descodificar lo leído. Hay investigaciones que demuestran que esa compresión lectora se ha reducido drásticamente en todo el mundo. Los adolescentes no saben como explicar lo que acaban de leer.
“No son analfabetos; pero les falta algo muy importante que es la capacidad de comprender lo que leen”. Saben descifrar esas letras, esos signos; pero no entienden lo esencial de lo que están leyendo. Y eso es un drama, es una preocupación que viene de la izquierda, de la derecha y de gente conservadora.
Origen y evolución del mito de zombi
El concepto del zombi tiene sus raíces en el folclore haitiano, vinculado a prácticas de vudú, en los cuales los muertos eran resucitados para ser esclavos sin voluntad. Sin embargo, la figura del zombi en la cultura moderna se popularizó con el cine, sobre todo con la película “Night of the Living Dead”, producida en 1968 por George A. Romero. A partir de ahí, el zombi se convirtió en un símbolo de lo “no muerto”, una figura sin consciencia que actúa por instinto.
El zombi moderno no es “solo una criatura controlada por otros; sino que se ha transformado en un reflejo de una sociedad consumista, en la que el hombre se vuelve una figura alienada y pasiva, despojada de individualidad y control. “El hombre zombi, tal como lo representa la cultura popular, se construye como una crítica a la deshumanización provocada por diferentes aspectos de la vida contemporánea”.
Consumo masivo y capitalismo: En muchas representaciones, los zombis son masas de individuos sin pensamiento propio, movidos por el instinto de consumir, lo que refleja los rasgos esenciales del capitalismo en la época imperialista. El ser humano pierde su capacidad de decidir y se convierte en parte de una horda sin rumbo.
Alienación tecnológica
En la era de las redes sociales y la tecnología omnipresente, la figura del zombi ha evolucionado para simbolizar la desconexión emocional y alienación que produce la vida moderna. El “hombre zombi” es aquel que, en lugar de buscar cerebros, consume sin cesar contenidos digitales, productos de entretenimiento, pero sin propósito real o conexión genuina con los demás.
El zombi carece de voluntad propia. En la construcción del hombre zombi, se refleja una figura que ha perdido su capacidad de decisión y esencia. Actúa por instinto, por impulsos básicos, lo que puede representar el miedo a perder la autonomía en un mundo que nos sobrecarga de información y expectativas.
En este sentido, el hombre zombi es una metáfora que representa al trabajador moderno que, atrapado en un sistema económico salvaje y rígido, desde el punto de vista social, pierde su humanidad y se convierte en una máquina que sigue órdenes sin cuestionarse su propio propósito.
Miedo al “otro” y a la pérdida del orden social
Los zombis también son utilizados para expresar el miedo a la desintegración de un orden social inhumano y llenos de caos. En tiempo de crisis económicas agudas, conflictos políticos o pandemias. La imagen del zombi es la del individuo que pierde toda civilización y vuelve a un estado primitivo, lo que refleja temores colectivos sobre la fragilidad de las estructuras sociales y culturales del modo de producción dominante.
El hombre zombi en las redes sociales puede verse como una representación de la masa acrítica que consume y comparte información sin reflexionar. Las personas actúan como zombis digitales, replicando contenidos sin cuestionarse su veracidad o propósito. Eso se observó en el reciente proceso electoral venezolano.
El hombre zombi se construye como una figura que simboliza la perdida de la humanidad en la era contemporánea, ya sea por la alienación provocada por el trabajo, la tecnología, el consumismo o las tensiones sociales provocada por el sistema de dominación imperialista. A través de esta imagen, se exploran preocupaciones sobre la deshumanización, la conformidad y la incapacidad de los individuos para ejercer control sobre sus propias vidas. En el mundo moderno, el hombre zombi es, más que un monstruo, una advertencia sobre posibles consecuencias de las fuerzas que moldean nuestra identidad y comportamiento.