El pasado 8 de febrero de 2023 fue celebrado el primer Foro Internacional de Innovación Pública. El foro, motorizado desde el Ministerio Administrativo de la Presidencia, tuvo por lema “presente y futuro de los servicios públicos de República Dominicana” y reunió a un nutrido grupo de pensadores de la actualidad con un conjunto íntimo de servidores públicos que han empujado la innovación desde el Estado.

Para hablar sobre innovación pública, entiendo, hay que partir de la naturaleza propia de Estado como institución. De entre las características que definen al Estado resalta la relativa a que -salvo la derivada del derecho internacional público- el Estado no tienen autoridad terrenal sobre sí. Esto es importante porque, en tanto ente completamente autónomo, el Estado tiene potencial de convertirse en una poderosa plataforma de innovación. A lo anterior hay que sumar el rol del Estado en la provisión de bienes públicos, la prestación de servicio públicos y la construcción y mantenimiento de obras públicas.

Así, el fin último del Estado (satisfacción de necesidades públicas) es una plataforma natural para innovación. En función de ello, la innovación se convierte no solo en una tendencia, sino que -si consideramos que las expectativas de la población son crecientes y los recursos para satisfacerlas son limitados- deviene casi en una obligación. El estado moderno no debe cesar en la búsqueda de soluciones que permitan el gasto público efectivo y eficiente y -en ese proceso- la innovación se torna en una herramienta útil e importante.

De hecho, la propia constitución dominicana así lo reconoce. En su artículo 219 la constitución recoge varias nociones importantes para lo que, a mi modo de ver, tiene que ver con innovación pública. En primer término, la constitución refiere el fomento de la iniciativa privada. Por demás, la constitución reserva para el Estado la [igualmente importante] facultad de ejercer la actividad empresarial con el fin de asegurar el acceso a bienes y servicios básicos y promover la economía nacional. Esta reserva confirma la esencia del Estado: hacer mercado en ciertos sectores de interés general o en aquellos en los que la actividad empresarial se ausenta.

Partiendo de lo anterior, se me ocurren cuatro fórmulas de innovación pública, es decir, cuatro ejes desde los cuales estado puede innovar. El primero tiene que ver con innovación en lo que a prestación de servicios respecta. Acá precisamos hacer una distinción importante, a saber, (i) servicios estatales y (ii) servicios públicos. Desde ambos se puede innovar. Los servicios estatales son servicios prestados por el Estado que no necesariamente son servicios públicos, por ejemplo, la gestión y emisión del certificado de no antecedentes penales. En cambio, los servicios públicos son aquellos servicios esenciales cuya prestación está -en principio- reservada para el Estado (por ejemplo, la distribución de energía eléctrica).

En este primer eje destacan, por una parte, iniciativas como Despacho en 24 Horas (D24H), implementada recientemente por la Dirección General de Aduanas. Este proyecto, el cual comprende la unificación y coordinación de múltiples de los sectores que participan del comercio, reduce el tiempo de salida de contenedores en puerto dominicano de 6 días a 24 horas. No es sólo una mejora de procesos, sino que contempla fijar metas de despacho al nivel de las más grandes empresas privadas de distribución y logística del mundo. Es innovación pública pura destinada a hacer de República Dominicana el hub logístico de la región.

En lo tocante a servicios públicos, entiendo el ejemplo más impactante del siglo pasado en materia de innovación pública es el Internet. Los orígenes del Internet se remontan a esfuerzos generados por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos (ente público) para contar con una red de computadoras que permitiese la comunicación entre distintas instituciones, esencialmente gubernamentales y académicas. Esa iniciativa gubernamental terminó transformándose en lo que la red de interconexión a la cual hoy pueden libremente accesar empresas públicas y privadas y ciudadanos de casi todos los países del mundo. En este eje aprovecho para felicitar a una gran innovadora pública -dominicana radicada en el extranjero- que nos llena de orgullo, Scarlin Hernández, líder del Sistema de Control de Despliegue del Sistema Óptico del poderoso telescopio James Webb (NASA).

Un segundo eje tiene que ver con el estado emprendedor, bien desarrollado por la economista italiana Mariana Mazzucatto en su libro “The Entreprenurial State”. Aunque parecido al anterior, en este eje visualizo la intervención del estado cuando se requiere hacer mercado y, por alguna razón, esa labor no resulta atractiva (o resulta muy riesgosa) para el sector privado.  Un tercer eje versaría sobre la implementación de innovación privada (desarrollada por el sector privado y aplicada en el mismo) en el sector público. El último eje tiene que ver con el fomento de condiciones propicias -de diversa índole- para la innovación privada con incidencia en el bienestar general (por ejemplo, regulación innovadora para instalación de estaciones de carga para vehículos eléctricos por parte de empresas privadas).

El Foro Internacional de Innovación Pública se constituyó en un espacio de conversación para tratar estos y otros temas. Desde la jocosa intervención de Marc Vidal hasta la disertación -de corte más científico- de Carlos Moreno, salpicadas por las notas de Eduardo Sanz Lovatón, Peter Prazmowski y el presidente Luis Abinader, el 8 de febrero de 2023 quedó impregnado de retórica de innovación. Felicito a la viceministra Dilia Leticia Jorge Mera, y en ella al ministro Administrativo de la Presidencia -José Paliza- por el exitoso esfuerzo desplegado.