El icono es una imagen que mantiene una relación de semejanza con el objeto que representa. Todos tenemos un icono de la música, de las artes, del cine, de la política, de la sociedad. Es un ejemplo que representa algo transformador, es una esperanza de cambio de algo que nos identifica moralmente.

A través del tiempo la sociedad construye, crea o representa lo que queremos ser como colectivo, lo que anhelamos, las virtudes admiradas de moral, integridad y saber estar. Son los ejemplos a seguir por los colectivos, con los que nos identificamos o queremos ser:  eses mensaje que transforma nuestras vidas en una mejor versión.

Cada vez más iconos desaparecen, mueren. ¿Por qué perduran en el tiempo y en el recuerdo colectivo? Porque los creamos, los amamos, los admiramos y son parte de nosotros.

¿Cómo surge un icono? ¿Es un producto creado o surge de nuestros deseos de mantenernos eternamente vivos? ¿Cuál es el gesto que los convierte en algo imperecedero?

Nelson Mandela será recordado como un icono de la lucha contra el apartheid y el primer presidente negro de Sudáfrica. Es conocido en su país con el apelativo cariñoso de Madiba.

Mandela dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos y a la lucha contra la segregación racial. En el año 1962 fue arrestado y acusado de conspiración, fue encarcelado en el proceso Rovina, por el cual estuvo durante veintisiete años en la isla Robben y después en las prisiones de Pollsmoor y de Víctor Verster. Nunca guardó rencor en su corazón, características de su integridad a pesar de la adversidad.

Sin embargo, en nuestras sociedades de hoy, cada vez más individualistas, los iconos de moda representan unas expectativas vacuas de felicidad individual y particular, un estado casi infantil de vivir. Busquemos iconos ejemplificadores…

Durante la Segunda Guerra Mundial, la aviación alemana llevaba 57 noches sucesivas bombardeando Londres, apuntando sobre las viviendas del East End, barrio proletario del este de la ciudad. La familia real británica no abandonó su ciudad, permaneció allí durante los crueles bombardeos de los nazis. Este gesto los enalteció, les supuso un respeto casi reverencial de su pueblo, convirtiendo a su más longeva reina en un icono del deber.

Los iconos, los de verdad, no mueren…