In memoriam a mi amigo Orlando Gil, genial periodista de la política.

En el Siglo IV a. C. Aristóteles escribió una obra que intituló “Política”, la cual, sostiene Norberto Bobbio, debe ser considerada como el primer tratado sobre la naturaleza, las funciones y las divisiones del Estado y sobre las varias formas de gobierno, predominantemente en el significado de arte o ciencia del gobierno, es decir de reflexión, sin importar si con intenciones meramente descriptivas o incluso prescriptivas sobre las cosas de la ciudad.

Para conocer el significado clásico y moderno de política, término derivado del adjetivo de polis (politikós), que significa todo lo que se refiere a la ciudad, lo mismo que para desentrañar sus fines, es provechoso hacerse acompañar de un pensador de la talla de Bobbio, quien lo explora magistralmente a la luz de una constelación de tratadistas ilustrados como Althusius, Hobbes, Locke, Marx, Mosca, Gramsci, Russell, Weber, Freund y Schmitt.

Las tradicionales definiciones teleológicas tratan de definir la política mediante el fin o fines que persigue. En torno a la política y sus fines, el referido autor considera “que, si el poder político es, debido al monopolio de la fuerza, el poder supremo en un determinado grupo social, los fines que se persiguen a través de la obra de los políticos son los fines que un determinado grupo social (o la clase dominante de ese grupo social) considera de vez en vez preeminentes”.

¿Cuál es el fin de la política?  La respuesta la ofrece Bobbio con los ejemplos siguientes: en épocas de luchas sociales y civiles, el fin es la unidad del Estado, la concordia, la paz, el orden público, etc.; en tiempo de paz interior y exterior: el bienestar, la prosperidad e inclusive la potencia; en tiempo de opresión por parte de un gobierno despótico: la conquista de los derechos civiles y políticos; en tiempo de dependencia de una potencia extranjera: la independencia nacional.

Todos estos ejemplos se materializaron, en distintas épocas, en la República Dominicana. Las luchas sociales y civiles se han producido en múltiples ocasiones; los gobiernos despóticos como los de la dictadura de Trujillo y los de los 12 años de Balaguer han motivado grandes jornadas de lucha por los derechos civiles y políticos; los tiempos de dependencia de potencias extranjeras como España y los Estados Unidos han conducido la política a perseguir el fin de la independencia nacional; y, finalmente, hemos tenido tiempos de paz interior y exterior, como en la actualidad, en que el fin de la política es el bienestar y la prosperidad.

Como se puede apreciar, los fines de la política son tantos como son las metas que un grupo organizado se propone, según los tiempos y las circunstancias.

Sin embargo, muchas de las tradicionales definiciones teleológicas de política son definiciones no descriptivas sino prescriptivas, en el sentido de que no definen lo que concreta y normalmente es la política, sino que indican cómo debe ser la política para ser buena. Una de estas definiciones corresponde a Aristóteles, quien afirmó que el fin de la política no es el vivir sino el vivir bien.