El profesor e investigador Felipe Rey Salamanca ha escrito un artículo sobre el problema de la deliberación en las sociedades democráticas donde retoma la idea habermasiana de realizar una transformación estructural del espacio público. (https://el pais.com/opinión/2023-12-05/la-fuga-de-la-democracia-deliberativa.html).
Salamanca sostiene que es insostenible el viejo modelo explicativo de la deliberación pública porque el debate se ha trasladado de las instituciones políticas clásicas al espacio de las redes sociales. El investigador piensa que esta "fuga de la deliberación" no es reversible con una reforma institucional.
Esta situación tiene, a su juicio, pérdidas y beneficios. Entre las primeras, tenemos la banalización del debate; entre los beneficios, la democratización de la discusión. Esta apertura, que ha permitido la incorporación constante de nuevos actores -no necesariamente avalados o filtrados por procedimientos razonables de justificación- genera la idea de la desregulación de las redes. Salamanca considera que hay un error en esta noción porque entiende que las redes están reguladas, aunque no democráticamente. Están reglamentadas por individuos que responden solo a sus intereses comerciales, no al bien común.
En este sentido, el proyecto de construcción de sociedades democráticas saludables pasa por un proceso de "rediseño institucional" de las redes para que las mismas pasen a ser reguladas democráticamente. Esta reconstrucción implica el debate crítico sobre el funcionamiento de los sistemas algorítmicos que configuran nuestro mundo virtual y condicionan nuestras decisiones.
Probablemente, el principal escollo para llevar a cabo esta propuesta consiste en abandonar los fundamentos mismos del paradigma de libre mercado que impera en muchas de las sociedades actuales, con su "Estadofobia" y culto al individualismo, así también como repensar el modo que tenemos de entender la distinción entre la esfera pública y privada -reconfiguradas a partir de la revolución digital- con el propósito de elaborar leyes que nos reafirmen como sujetos democráticos y no como simples consumidores del ciberespacio.