Nuevamente nos encontramos a menos de un año de las elecciones municipales y resulta preciso comenzar a enfatizar en uno de los problemas más severos que tienen los municipios en general y muy específicamente el Gran Santo Domingo, hablamos de la falta de áreas verdes y de espacios públicos municipales. Las áreas verdes en Santo Domingo son sumamente escasas y las gestiones presentes y pasadas, de las pocas existentes, las han venido transformado en espacios de concreto y con diseños urbanísticos cuestionados por la ciudadanía.

Es un hecho que nuestras ciudades han venido experimentando un gran crecimiento urbano sin que haya mediado el uso mínimo de los instrumentos ordenación del territorio y de planificación urbanística, lo que ha sometido a la ciudanía a sufrir mayores deficiencias de los servicios públicos municipales, a un deterioro constante de los espacios públicos, a la reducción de la capa vegetal y al castigo de un tráfico que disminuye cada vez más la calidad de vida de sus habitantes.

El desarrollismo urbano sin planificación ni gestión no aumenta la prosperidad de las ciudadanes ni mucho menos genera bienestar para la ciudadanía, sino que agrava los problemas que no se han superado, genera nuevos conflictos y afecta directamente la calidad de vida de las personas, lo que redunda en una afectación de los derechos de estas en todas sus variantes. Es por ello que, los ayuntamientos tienen como una de sus misiones principales y como competencias propias la ordenación del espacio urbano, teniendo a su disposición las herramientas de planificación urbanísticas que permiten regular el uso de suelo, tomar medidas de control y fiscalización del tráfico, la ordenación del tránsito, así como también la creación, mantenimiento y cuidado de los espacios públicos.

La defensa de los espacios públicos son el punto de partida de cualquier gestión municipal que quiera dar pasos importantes hacia el mejoramiento de la vida de sus munícipes y para lograr ciudades exitosas. El éxito de las ciudades no solo se vincula a una amplia y fuerte red de servicios públicos y a una infraestructura urbana que agilice el tránsito y garantice la movilidad de las personas a través de una multiplicidad de medios de transporte, sino también al sentido de comunidad y pertenencia de sus habitantes en el marco de un proyecto común que brinda una identidad cultural y ciudadana, construida a través de la interacción de estos con sus espacios públicos.

Para un desarrollo urbano sostenible, ONU-HABITAT[1] promueve cinco principios: 1.-Espacio adecuados para las calles y aceras; 2.-Alta densidad; 3.-Uso mixto de suelo, en lo referente a residencial y comercial; 4.-Mezcla social, esto es, la posibilidad de regenerar barrios al tiempo de garantizar que sus habitantes tradicionales no sean desplazados; y 5.-Especialización limitada de los usos de suelo y con ello la excepcionalidad de las zonas especiales urbanas. Estos principios se fundamentan esencialmente en lo siguiente[2]:

  • Actividad en las calles: fomento y promoción de negocios y actividades ciudadanas a pie de las aceras, esto no significa la ocupación de estas por parte de carros o chiringuitos, sino locales comerciales de acceso directo. Por tanto se requiere revitalizar las aceras, recuperarlas y ampliarlas. Las ciudades exitosas cuidan, protegen y mantienen sus aceras como espacio primario de movilidad y de estructuración del desarrollo económico.
  • Caminabilidad: la idea es reducir la dependencia del transporte privado, de llevar gente a los espacios públicos y de impulsar la economía local por medio de la redad de negocios y comercios que se tengan a pie de las aceras. Toda ciudad decente es caminable, por eso Santo Domingo es altamente indecente.
  • Accesibilidad económica: el desarrollo urbano sostenible se fundamenta en un apoyo importante de las autoridades locales a las actividades comerciales, procurando su facilitación, promoviendo mejores prácticas transaccionales que garanticen el acceso a los servicios, lo cual se fomenta y se logra con el uso mixto de suelo en zonas de alta densidad.

Los espacios públicos juegan un rol esencial para el desarrollo urbano sostenible y por ello las gestiones municipales necesitan promover y ejecutar una estrategia clara que permita encaminar a sus municipios a mejorar la calidad de vida de su gente. Tanto la ley núm. 176-07, sobre el Distrito Nacional y los Municipios, así como la ley núm. 6232 de Planificación Urbana y la ley núm. 368-22, sobre Ordenamiento Territorial, contienen las herramientas necesarias para una planificación urbanística para aumentar el nivel de vida y garantizar el ejercicio de los derechos, y así generar mayor bienestar.

Entonces surge la pregunta ¿Qué modelo de ciudad pretenden las precandidaturas y aspirantes a los puestos municipales? Si no defienden el espacio público ni su fomento, no son una opción.

[1] ONU-Hábitat (2014). A New Strategy of Sustainable Neighbourhood Planning: Five Principles. Urban Planning Discussion

[2] ONU-HABITAT (2019). Guía global para el espacio público: De principios globales a políticas y prácticas locales.