Algunos precedentes de la posverdad se encuentran en la explotación comercial de las noticias por los medios tradicionales de la comunicación (la radio, la televisión) y en la manipulación de la información por parte de las grandes cadenas televisivas cuyo fin ha sido influir en la opinión pública para hacerla acorde con un proyecto político antes que ser leales a un ideal de veracidad.

El primer aspecto se relaciona con la industria del entretenimiento. La cultura del espectáculo requiere convertir las distintas actividades humanas en parte de un círculo de entretenimiento con el propósito de mantener cautivas a las audiencias.

Como señalé en una ponencia sobre la posverdad, con motivo del último “Día Mundial de la Filosofía”, la película El estallido de la noticia refleja esta situación. Se trata de un film indio -remake de la película coreana llamada The Terror Live- del director Ram Madhvani, escrita por él junto a Puneet Sharma.

La película nos cuenta la historia de un radio-oyente que llama a un programa radial del célebre periodista Arjun Pathak para informarle que tiene pensado dinamitar el puente Sea-Link en venganza por la explotación laboral.

Cuando se da cuenta que no es una broma y que el puente explota, Arjun Pathak, un periodista inescrupuloso está a punto de llamar a la policía, pero cambia de opinión al darse cuenta que tiene la posibilidad de una exclusiva.

Llama a su jefa Ankita y acuerda con ella llevar a cabo la idea. Al fin y al cabo, el fin fundamental del medio es “no dar una noticia, sino venderla”.

El entrevistado exige una disculpa pública del ministro Jaydev Patil con él y sus compañeros fallecidos en las labores. Esta no llega y el terrorista genera una segunda explosión.

En medio de la tragedia, la directora Ankita afirma: “El espectáculo debe continuar… ¿Quien es el presentador? Vamos.¿Quien es el presentador? ¿Qué hace a un presentador?” le inquiere a Arjun, quien muy descompuesto, responde: “Un presentador es un actor”.

En uno de los momentos más intensos del film se produce esta conversación entre ambos:

Ankita -¿Qué quiere un actor?

Arjun -Un actor quiere público.

Ankita -¿Y el público?

Arjun -El público quiere drama.

Ankita -Correcto. Bien. Así que no podemos parar el drama.

A Ankita no le interesa la captura del responsable de los siniestros. Quiere postergarla hasta que el público se identifique con el apresamiento y la narrativa tenga un final feliz con el canal como protagonista.

En uno de las escenas más importantes del film, Arjun le dice al terrorista:

“¿Qué sabes del negocio de las noticias? Lo que ves no siempre es verdad. Porque la verdad requiere tiempo y el público no lo tiene. Como tu tienes un control de la bomba, el público tiene un control remoto. A lo que le temen todos los canales de noticias. El público quiere drama, los canales quieren audiencia. Nadie quiere la verdad… Solo hice lo que el canal quería que hiciera. Soy una parte prescindible del sistema, como tú”.

Arjun se autodestruye en un proceso donde ha traicionado su compromiso con la verdad, mientras los medios se aprovechan de su caída para la continuación del espectáculo.

El estallido de la noticia denuncia la instrumentalización de las personas y la distorsión de la información que, habiendo surgido antes de la revolución digital, se ha amplificado con ella.