Con Gaza y el Líbano en el corazón
El pensador coreano Byung-Chul Han es un estudioso especializado en reflexionar sobre el concepto de la “esperanza”, una construcción mental a la que acudimos para poder continuar ante las adversidades de la vida. Este tema es el eje de su último libro. Este filósofo, que actualmente reside en Berlín, ha centrado sus análisis en los conflictos que surgen dentro del modelo capitalista y entre sus obras más destacadas está La sociedad del cansancio.
En un momento como el actual, en el que al elevar la mirada parece que solo encontramos contradicciones y vacío, la reflexión sobre cómo construimos mentalmente el concepto de esperanza resulta a contracorriente, pero es esencial para sentir que seguimos vivos y que nuestros actos se orientan hacia algo positivo y bueno.
El espíritu de la esperanza no es una visión ingenua, sino más bien un motor que impulsa de manera armónica, sin causar daño a los demás, y orienta hacia un propósito positivo y de bien común. Es lo opuesto al miedo. Tener esperanza significa ver nuevas posibilidades. Es un constructo temporal, orientado hacia el futuro, no hacia el aquí y ahora. La actitud con la que nos relacionamos con ella puede ser pasiva o activa.
Según las premisas de Byung-Chul Han, la esperanza funciona como una brújula que nos dirige hacia lo positivo. Este enfoque hace que el miedo, que normalmente nos inhibe y paraliza a la hora de tomar decisiones, no limite nuestra capacidad de actuar. El hecho de tener esperanza convierte las dificultades del presente en algo más llevadero, disminuyendo la frustración.
En sus reflexiones, Byung-Chul Han establece una clara diferenciación entre esperanza y optimismo. Para él, el optimismo es pasivo, carente de toda negatividad, y desconoce la duda y la desesperación. Es una convicción absoluta de que todo va a salir bien. En contraste, la esperanza no es un convencimiento total, sino que se abre a las posibilidades del futuro. Han también critica conceptos como la malinterpretación de la Ley de la atracción, que plantea que basta con pensar en un resultado positivo para lograrlo.
Estos temas son subjetivos, por lo que siempre es necesario ser cautelosos. Sin embargo, es cierto que, cuando piensas en algo, tus funciones ejecutivas superiores activan lo que en términos neurológicos se conoce como el “sistema reticular activado”, haciendo que prestemos más atención a esos pensamientos. Dos ejemplos fáciles de entender: cuando tienes hambre, todo te parece comida; cuando tienes sed, todo te parece relacionado con beber.
Retomando el concepto buenista, muy alineado con el pensamiento oriental de Byung-Chul Han, la esperanza, muchas veces, es un consuelo simple e irreflexivo. No obstante, en medio de las desgracias y los avatares de la vida, siempre es indispensable reservarle un espacio a la esperanza. Busquen El espíritu de la esperanza, un libro indispensable en estos tiempos.