Los efectos graves de la última pandemia por Corona Virus no solo fueron evidentes en los miles de vidas humanas que se perdieron a consecuencia de ella, sino que también se evidenciaron en las secuelas y reacciones secundarias dejadas en la salud física de todos los que le sobrevivieron al covid-19 en sus diferentes variantes.

Así como la población general fue el foco de la atención de la pandemia en cuanto a estadísticas, campañas de prevención, campañas de vacunación y tratamiento; el manejo profesional y el mayor trabajo fue para los médicos y todo el personal ligado al sector salud en los diferentes países, lo que llevó a duplicar y hasta triplicar las horas de trabajo de muchos profesionales de la medicina, provocando así para estos reacciones de estrés laboral nunca antes vistas en estos tiempos.

Los profesionales de la salud más demandados en sus servicios fueron los internistas, neumólogos, infectólogos, otorrinos, pediatras y cardiólogos, aunque en sentido general todos los profesionales del sector salud trabajaron sin cesar durante la pandemia, incluyendo a los especialistas de la salud mental como lo somos los psicólogos, los psiquiatras, personal de enfermería, bioanalistas y trabajadores sociales.

En nuestro país como en la mayoría del resto del mundo, el gran número de pacientes en las consultas médicas, provocó el agotamiento físico y emocional de los profesionales de la salud quienes además no estaban exentos del estrés general que vivía la población como parte de la misma que son y en sus funciones de padres y madres. La tanda laboral extendida en las clínicas y hospitales y las horas de guardia, junto con la responsabilidad de brindar un acertado tratamiento a cada paciente, dejaban exhaustos al personal médico.

Por las mismas características del Covid-19 y su alta comorbilidad, se hizo imprescindible el trabajo multidisciplinario e interdisciplinario, el cual también representaba un aliciente para la responsabilidad compartida del tratamiento y posterior evolución del cuadro clínico del paciente, además permitió que el profesional médico sintiera un espaldarazo por sus colegas ya que compartían el tratamiento de sus pacientes con otros especialistas de este modo el agotamiento era menor, visto desde otro punto de vista lo interdisciplinario jugó un papel fundamental para la supervivencia laboral, así lo expresan muchos profesionales de la salud.

El beneficio del trabajo tanto interdisciplinario como multidisciplinario quedó evidenciado una vez más y sin dudas fue un buen mecanismo de defensa para evitar el “síndrome de burnout” o “desgaste profesional” el cual se define como se sentimiento de desmotivación, agotamiento e indiferencia para realizar un trabajo que sea satisfactorio, estas emociones negativas bien pudieron estar relacionadas en muchos de los médicos con la impotencia e incertidumbre de la evolución de sus pacientes y el gran número de demandas de sus servicios.

Con la pandemia se afectó grandemente la salud mental de las personas, ya que se pudo comprobar que el enclaustramiento, uno de los imperativos para evitar el contagio provocó en la población general mucha ansiedad, sumado esto a la suspensión de prácticamente todas las actividades académicas, laborales y de disfrute social por varios meses, lo que permitía la exacerbación de dichos síntomas y otros más como la desolación y tristeza, propios de la depresión, los cuales eran reforzados con tantas noticias por el aumento de las muertes y nuevos contagios.

La demanda de los profesionales de la salud mental se incrementó de manera significativa con los efectos de la pandemia y el sector salud reconoció la importancia del trabajo multidisciplinar.

Sobre este tema continuaremos precisando la semana próxima!