El Movimiento 14 de Junio (1J4) resistió en cuerpo y alma al oprobio que privaba al pueblo dominicano de sus libertades y derechos. Logró también sembrar esperanzas para no claudicar ante los tiempos sombríos de nuestro presente. Ahí residió la necesidad de Raúl Pérez Peña (Bacho) de exponer continuamente el significado político de las luchas del 1J4. En honor a todos los compañeros caídos en Manaclas el 21 de diciembre de 1963, reproducimos el siguiente texto.
Guerrilleros caídos del 1j4.

El ejemplo del 1J4*

(Publicado originalmente el 17 de diciembre de 2002, en la columna Pancarta del Listín Diario)

Raúl Pérez Peña (Bacho)

El próximo 21 de diciembre se cumple el 39 aniversario de la caída en Las Manaclas de Manolo Tavárez Justo y una buena parte de los compañeros del frente guerrillero Enrique Jiménez Moya.

Para los jóvenes, vale repetir que ese fue uno de los seis frentes de la Insurrección de Noviembre de 1963, la respuesta del Movimiento 14 de Junio (1J4) bajo la consigna del rescate de la constitucionalidad, malograda por el golpe de Estado al gobierno de Juan Bosch. Los demás alzamientos tuvieron lugar por las montañas de Altamira, del Sur, del Este, de San Francisco de Macorís, y en las lomas entre Bonao y San José de Ocoa.

El negativo balance militar del levantamiento es frecuentemente esgrimido dentro de la manipulación por adornar el crimen contra la Constitución de 1963, así como para minimizar la dimensión política del 1J4 y el liderazgo de Manolo Tavárez.

El 14 de Junio integró a gran parte de la juventud con sensibilidad social del país, inspirado en la pauta moral de la Raza Inmortal, inmolada en las expediciones por Constanza, Maimón y Estero Hondo, lo que marcó el final de la tiranía trujillista. Muerto Trujillo, en la capital y en cada provincia los jóvenes más valiosos se incorporaban al 1J4 con la conducción de Manolo Tavárez y su prédica contra los remanentes del trujillismo y la emergencia de la politiquería: auténtica expresión de grupos sociales y económicos que abrieron trocha en el Consejo de Estado de 1962 y luego con la conspiración y el cuartelazo septembrino al régimen sietemesino de Juan Bosch.

Con sus huellas en la clandestinidad antitrujillista, el 1J4 trasciende el tiempo y se apuntala en la historia como ejemplo de que se puede cultivar la política dignamente en el escenario dominicano, atrapado (y atracado) por la cúpula de tres partidos (PRSC, PRD y PLD), falsificadores de la democracia que articularon la “corrupcracia” con la carrera de hacer riqueza al vapor, transitando la politiquería que ha carcomido la institucionalidad en este país.

Pero el ejemplo del 1J4 se esfuma en el tiempo y quedaría como pieza de museo, motivo para la nostalgia, si no inspira la iniciativa de levantar su bandera para proclamar que no todo está perdido en este país.

*[Esta publicación es parte del Proyecto por la Memoria Histórica Raúl Pérez Peña (Bacho), auspiciado por sus hijos Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez Vargas].