Llevo días pensando en si existe el sueño dominicano, o “Dominican Dream”… No obstante las grandes dificultades existenciales que presenta este país, muchos son los que han descubierto aquí, el milagro de la realización social y económica – brincando de la pobreza más tenaz a ocupar posiciones insólitas, en empresas o en el gobierno. La prueba más elocuente es la trayectoria de cierta clase política que pasó de marginales a millonarios.

En esta realidad, se vive anhelando el poder, generándose una pretensión, un coqueteo oportunista entre el “¿Y Ud. sabe quién soy yo?”, la miseria extrema y el poder – saltando de la voladora al Congreso, de labriego a chofer, de guarda espalda a ministro, de vendedor de tienda a candidato presidencial,… los ejemplos los puede poner el lector.

Para gran parte de los nacionales, la actividad militar parece ser el puente más viable para intentar salir de la exclusión: portar un arma es signo de poder, y en la actividad política, parecen concretizarse todos los sueños, siendo la corrupción la fábrica de millonarios.

Aunque trabajando y estudiando, algunos han logrado superar ciertas etapas de la desigualdad y la miseria, convirtiéndose en hombres y mujeres de bien, con sólida economía y prestigio social, lo cual es muy loable, pero de reducida presencia. Pues estamos muy acostumbrados a engañar al otro, a usurpar ideas, a traicionar y defraudar, para crecer cortando cabeza, haciendo difícil el desarrollo social y material para los individuos que aspiran a concretar sus sueños honestamente.

Vale observar como reconocidos millonarios, destacados comunicadores, peloteros, artistas, hacen referencias desde su éxito, a cuando eran limpiabotas y se paseaban por las calles con sus sueños y miserias, llegando a la capital en la cama de un camión, superándose mediante el estudio y el trabajo.

Donde mejor se puede apreciar la concretización del posible “Dominican Dream”, es a través del Base Ball: con esa pléyade de peloteros que salen del batey millonarios, con sólo recibir los bonos, antes de llegar a las grandes ligas (algunos se quedan en el bono). Hoy encarnado por Felnin Celesten, 17 años y firmado por US$ 4,7 millones.

También con la música popular se puede alcanzar el sueño: artistas que salen del corazón del barrio, se codean con figuras internacionales de la música – como ha sido el caso de Tokischa.

Es con el proceso migratorio, con la presencia de gente venida de fuera (españoles, italianos , suizos ,etc.) con ancestros de origen campesino, pobres, que se han consolidado  algunas de las poderosas familias locales, pero es en especial  con la población  haitiana de hoy , en territorio dominicano , cuando mejor podemos visualizar la realización del Dominican Dream.

Poco o nada se conoce, sobre el precio que pagan estas sociedades, al ver partir su gente, a veces sin retorno, perdiendo lo mejor de sus recursos humanos. Miles de haitianos han llegado durante todo un siglo, y miles son los dominicanos, que están buscando sus sueños esparcidos en otras geografías, perdiendo incluso la vida en el trayecto.

Hoy, una generación de dominicanos descendientes de  haitianos ocupan otro lugar en esta sociedad: es una presencia más heterogénea y representativa de la sociedad haitiana.  Transformándose  aquella mano de obra, de braceros a agricultores, escalando a otros sectores productivos  de  la economía como  profesionales.

Inversionistas y empresarios haitianos mimetizados, son vistos como emprendedores, desde el simple obrero o vendedor ambulante, desarrolla su negocio informal, fruteros, paleteros, ferreteros ambulantes etc. Con empresas de moto taxi conformadas únicamente por moto conchistas haitianos. Desconociéndose  realmente, cuál es la presencia numérica de esta población en el país y los niveles de inserción e integración, pues nunca se ha pensado en un plan organizado para integrarlos.

Casi toda esta población que llega de Haití, sale de la pobreza extrema (sin contar las elites) – sin trabajo, educación, ni documentos de identidad… en definitiva, sin un Estado que les permita soñar con el futuro. El haitiano, como el último en llegar, se inserta como todo migrante, en la capa más pobre de la sociedad de acogida, en condiciones paupérrimas. Pero en una sociedad que dice tener un  índice de crecimiento de 5,1% en 2022, cualquiera puede soñar, aunque se tengan pesadillas de vez en cuando.

A pesar de todo lo que digan  en los foros internacionales, de que los dominicanos somos racistas, xenófobos y explotadores, los haitianos conocen la exclusión, racismo y explotación en su  propia tierra… y alcanzan aquí, con dificultad o no, todo lo que no tienen en Haití, aquí en esta sociedad tan desigual, tan desacreditada, muchos sobreviven, y hasta realizan sus sueños. Consiguiendo lo que nunca pensaron conseguir en su país de origen.

Descubriendo lo más extraordinario del dominicano: la solidaridad, elemento que aún subsiste en la idiosincrasia local. No obstante los esfuerzos que se han realizado para envilecer nuestra gente, el dominicano sigue siendo solidario con los que llegan al país y ,en especial con el haitiano que, al llegar, ha encontrado dominicanos que lo han adoptado como hijos, declarándolos en la oficialías civiles , hispanizándole los nombres. A otros, los empleadores les han construido sus casas, les han enviado los hijos a las escuelas, les han dejado sus propiedades y pertenencias, para que ellos se las cuiden cuando no están. Sencillamente, han confiado en el haitiano, permitiendo que parte del sueño dominicano se realice.