Cuando el affectio societatis termina el proceso de separación puede llegar a ser doloroso. Esa voluntad común que inicialmente tuvieron los socios y que los llevó a unirse para crear una sociedad puede desaparecer. La estrategia de cómo terminar de manera definitiva la relación es esencial para la protección de la sociedad misma y de los activos que han logrado construir juntos a través de los años, así como para adoptar las medidas que vayan más acorde con los verdaderos intereses de los socios.

Durante la vida societaria los socios pueden encontrarse frente a ciertos dilemas, choques de intereses y el inicio de la ruptura de una relación que se instauró con el fin de permanencia en el tiempo. Cada caso es particular y deben ser tomados en cuenta aspectos esenciales de la relación entre las partes y la sociedad que han formado. No obstante, pueden identificarse puntos básicos que deben ser analizados cuando la posibilidad de continuar un proyecto juntos no existe.

En primer lugar, es esencial entender la sociedad y el rol que a través de los años han jugado cada uno de los socios tanto en la realidad de la conducción del negocio como en los compromisos inicialmente adoptados. La figura de un socio inversionista únicamente a uno involucrado en el día a día de la sociedad es muy distinta. Muchas veces, al iniciar un proyecto, los socios establecen reglas básicas de conducción de la sociedad sin establecer reglas más idóneas en documentos más formales (pacto de accionistas, contratos con empresas relacionadas) donde se establezcan reglas claras de conducción, administración y más importante, de salida.

Muchos socios pasivos que desean terminar a veces no recuerdan sus derechos mínimos de información (que no ejercieron durante toda la vida de la sociedad y son ajenos al estado de las mismas). Por otro lado, aquellos socios activos que juegan otros roles en la sociedad (miembros del consejo de administración o gerente) desconocen las obligaciones y los derechos fiduciarios que por años han tenido y muchas veces, incumplido. Estar claro qué se ha cumplido y qué rol ha jugado cada uno es un primer paso para saber dónde está cada socio.

En segundo lugar, es necesario identificar si en su momento se previeron mecanismos de salida claros y que puedan ser factiblemente aplicados en esta ocasión. Muchas veces, al momento de constituir una sociedad los socios suscriben estatutos estándares que no prevén mecanismos de salida que vayan acorde a sus intereses.

Es necesario también saber qué tiene la sociedad, cuáles son sus proyecciones, su valor y su posibilidad de venta. Aspectos estos últimos que siempre es recomendable que sean determinados por un tercero imparcial en caso de existir controversias.

Una vez identificado los aspectos anteriores es necesario ver los intereses de cada socio y si los mismos coinciden en ciertos aspectos. Por ejemplo, si lo que se quiere es la salida de un socio ya se tiene el primer eslabón de una ruta que puede irse trazando.  En este proceso, que debe ser llevado en conjunto con la asesoría adecuada, puntos de convergencia pueden ser encontrados.

La estructura a implementarse debe ser aquella que respete los intereses y puntos de convergencia que fueron identificados, pero también aquella que sea más eficiente desde el punto de vista financiero y fiscal.

Finalmente, como último recurso, debe analizarse la posibilidad de que la salida más idónea sea la disolución y liquidación de la sociedad con el correspondiente pago de cualquier activo a los socios en su proporción.

El proceso de “divorcio” no es simple en la mayoría de los casos. Los sentimientos que se tuvieron inicialmente de interés y visión de un proyecto en conjunto se ven mermados. Muchas veces la continuidad es insostenible y las decisiones empiezan a ser adoptadas basadas puramente en sentimientos. La ayuda de profesionales expertos en la materia es crucial en el proceso.