A la oposición pertenecemos todos los que no somos parte integral del gobierno, el entenderlo así, nos muestra entonces que somos mayoría, y por mucho, frente a los simpatizantes del oficialismo luísista, miren que no utilizo perremeísta, porque en ese partido hay miembros que son más radicales antigobierno, que en la propia Fuerza del Pueblo, e inclusive hasta que el aporreado PLD.

 

Es que existe una franja importante de miembros del PRM, que son feroces críticos del presidente Luis Abinader, y que preferirán  que les corten las manos antes de buscarle un solo voto para la reelección del actual inquilino del Palacio Nacional, es por eso que la posibilidad de éxito de un proyecto de reelección es tan ínfima, por lo cual nuestro estimado amigo Luis Abinader será afectado en su momento por el “silencio de la simulación”, pues a finales del año 2023, nuestro ingenuo y bonachón presidente conocerá ahí los refulgentes actores de Hollywood, que somos  la mayoría de los habitantes de esta media isla.

 

La oposición formal lo constituimos hoy más de 20 partidos políticos reconocidos, incluyendo a organizaciones que llegaron aliadas al oficialismo y que al día de hoy caminan separados de todo interés reeleccionista, como lo es el caso del izquierdista Frente Amplio.

 

No voy a negar que exista el interés de la cúpula dirigencial de algunos partidos en ser parte del gobierno nacional, y que como retribución a su integración al mismo estén dispuestos a apoyar la repostulación presidencial, pero la verdad es, que al partido que no le asignen por lo menos una institución gubernamental, de acuerdo a sus expectativas y compromisos con su militancia, dudo mucho que acepten, aunque deseen participar, porque el que no cuente con el apoyo firme de los miembros o integrantes de los organismos de decisión, según los estatutos generales de cada organización, ya que el presidente de partido que unilateralmente decida enrumbar sus pasos hacia la mansión de Gazcue, sin garantizarle una mínima participación a sus principales dirigentes en el gobierno, lo único que cosechará es un grave problema de división interna, que terminaría irremisiblemente en el Tribunal Superior Electoral, que es donde se va a dirimir la participación electoral de la organización en cuestión, porque es precisamente la recortada ley de partidos políticos y la orgánica del régimen electoral, la que establece que toda decisión, y más aún la que contemple una alianza electoral con otra organización, tiene que ser aprobada por su alta dirección y refrendada por una Convención Nacional de Delegados.

 

El dilema de los que desean ser ahora parte del gobierno, es que todavía a este les quedan muchos compromisos sin honrar con miles de leales dirigentes, entre varios que son hasta fundadores del reciente PRM, pero que a dos años después de la llegada al poder “no han visto a linda”, permaneciendo todavía fuera de la nómina pública y que según va pasando el tiempo, estos pierden la esperanza de estarlo, es por eso que no es una decisión nada fácil para el propio Presidente de la República, así como para la cúpula oficialista el darle entrada a nuevos acuerdos, cuando todavía no se han podido cumplir o concretar el cumplimiento a anteriores apoyos realizados con su propia dirigencia o de pactos con aliados electorales de las elecciones del 2020.

 

Es que cuando un partido tiene a tantos de los suyos afuera, pudiese ser telúrico o devastador el abrirle una oportunidad a nuevas alianzas electorales, porque estas pueden convertirse en una acción de lo que se llama popularmente “El negocio del capa perro”, que es como identificamos los dominicanos a los que llevan a cabo un mal negocio, porque el oficialismo buscando agenciarse unos cuantos miles más de votos, perdería muchísimo sufragios que lo que realmente adquiriría en una eventual alianza hecha a destiempo, por el gran descontento que produciría en las filas perremeístas el ignorarlos y entregarles cuotas de participación inmediata a los que estuvieron en la acera del frente en términos electorales en el año 2020, entregándoles cargos o empleos a los allegados aliados, a contrapelo del esfuerzo y sacrificios de los que estuvieron ahí, y que no han recibido todavía nada a cambio, cosa que no sería tan fácilmente entendible para la militancia perremeísta, pese a esto, no niego mi satisfacción personal, porque permitir entrar en el tren gubernamental a líderes de organizaciones que pudiesen ser favorecidas, donde hay excelentes dirigentes y muy cercanos amigos nuestros.

 

La realidad es que quién sí puede hacer acuerdos de integración de militancias para cuando llegue al poder, es quién encabece la oposición, porque el que se aposentó en el Palacio Nacional en nuestro país, aunque no debiera de ser así, es dueño casi absoluto de la nómina pública por todo un cuatrienio, pues todavía, penosamente los cargos públicos son de libre remoción por el gobierno de turno, y es precisamente esa una de las principales razones de la gran corrupción administrativa, ya que el Estado dominicano, salvo honrosas excepciones, no le garantiza estabilidad laboral a los empleados de la gigantesca nómina pública.

 

Es por ello que le es sumamente mucho más fácil a un partido político el llegar con su gente a un nuevo gobierno que a uno ya existente, porque es la única forma en que este le puede cumplir mínimamente las expectativas a su propia militancia, es por esto que pese a que no le resto entusiasmo a los que desean ser beneficiarios ahora con decretos, lo veo como una  tarea complicada, porque si en el hipotético caso se le entregara una institución gubernamental a un nuevo aliado, ¿a quiénes ustedes creen que cancelarían los recién llegados después de ser posicionados? ¡¡¡a cuadros perremeístas!!!

 

La acción o el efecto de oponerse a las decisiones gubernamentales nos convierte a todos los que estamos en la acera del frente al oficialismo en oposición, aunque somos como exprese, una amplia mayoría, no todos compartimos el mismo nivel de crítica o enfado contra el gobierno, porque algunos como en mi caso, no podemos ser feroces, ni radicales opositores del Gobierno del Cambio, en donde tenemos grandes amigos, compañeros de lucha y hasta familiares que nos impide convertirnos en irracionales opositores de la gestión del buen intencionado presidente Abinader.

 

Aunque el líder indiscutible de la oposición lo es hoy el expresidente Leonel Fernández, no obstante debe reconocerse que éste hace una oposición crítica, pero constructiva, no ácida como otros, porque nosotros no albergamos malquerencias alguna con el actual funcionarato público, sin embargo sí censuramos como es nuestro papel natural de opositores, las acciones incorrectas de los mismos.

 

Es demostrativo de una gran madurez ciudadana lo que el pueblo está haciendo, escogiendo como principal contendor electoral del oficialismo al menos radical de la oposición, pero a la vez el más experimentado y formado de todos los aspirantes presidenciales, y eso habla muy bien de nuestra democracia, que está dejando atrás la cultura de confrontaciones como cosa del pasado, dándole paso a una nueva era de tolerancia y respeto a las diferencias de ideas, programáticas e ideológicas entre la clase política.

Ahora bien, la variopinta oposición nuestra debe reflexionar, para evitar su atomización, divisiones sin sentido, que lo único que producirían es una consolidación de las candidaturas oficialistas para las próximas elecciones, porque si se presentasen varias opciones simultáneas de opositoras candidaturas, sobre todo en los cargos  uninominales de senadores, alcaldes y directores de distritos municipales, podría aunque sea por pocos votos salir ganancioso el gobierno, porque para ganar solo se necesita obtener una mayoría simple de votos.

 

Existen comprobados casos en el ayer en que la fragmentación de las candidaturas opositoras ha sido tal, que el oficialismo ha ganado hasta con menos de un 30% de la totalidad de los votos en anteriores elecciones congresuales o municipales en determinadas demarcaciones.

 

Es precisamente ahí, y no en el nivel presidencial, donde se cierne el gran peligro de las opciones opositoras, que nos convoca a todos en buscar una difícil, pero necesaria unidad en la oposición, más allá de las profundas diferencias políticas o ideológicas, porque en un sistema tan clientelar como el nuestro, en donde los candidatos del gobierno tienen a la mano mucho más recursos, la división de las candidaturas de la oposición les daría a los oficialistas una sólida e innegable ventaja.

 

El que se cree que solo y sin alianzas inteligentes puede ganar una gran cantidad de representantes a cargos electivos puede estar por su improductivo y poco pragmático sectarismo estar cavando su propia tumba política, porque en la política los ermitaños no llegan nunca, y terminan con malos por recurrentes y deficientes resultados electorales, desencantando su propia base de apoyo  cosa que vemos muy común en las organizaciones progresistas, populares y de izquierda, que creyéndose los plus ultra de la moralidad, terminan reducido a nada o muchas veces haciendo un irrisorio ejercicio electoral.

 

El doctor Gustavo Petro es el presidente actual de la República de Colombia y es un reconocido líder de izquierda, pero con mucho sentido práctico, ya que hizo alianzas avezadas y productivas para ganar, aún más estratégicas, a los fines gobernar, es este el ejemplo que deben valorar prestigiosas organizaciones, como lo son el FRENTE AMPLIO, MOVIMIENTO PATRIA PARA TODOS, ALIANZA PAIS y OPCIÓN DEMOCRÁTICA, entre muchos otros partidos políticos, que al decir verdad tienen en su seno lo más granado y pudoroso con que cuenta hoy la clase política, porque su dirigencia o militancia no ha sido contaminada aún, pues nunca les ha tocado gobernar.

 

Una verdadera y realista unidad opositora pudiese producir opciones muy novedosas que mejoraría sensiblemente la calidad de la actual representación de senadores y en el nivel municipal que tenemos, pero para ello, lo primero que se necesitase es  que las organizaciones reorienten por su bien sus rumbos, olvidándose y dejando en el baúl de los recuerdos viejas e inoportunas rencillas, como lo demuestra el estratégico acuerdo con que se presentan hoy unido para las próximas elecciones en Brasil, la dupla presidencial de los anteriores adversarios y competidores, el izquierdista Lula da Silva con el líder conservador Gerardo Alckmin como su vicepresidente.

 

Es por esto que nuestros connotados dirigentes de la oposición deben dejar de sobrevalorarse, soñando con ser electos a posiciones que difícilmente lograrían, prefiriendo como en el pasado perder a poder dar pasos hacia delante, obteniendo cargos que si pueden ganar, lo que les garantizaría mejores resultados de participación a sus organizaciones, y un notable servicio público a la nación.

 

El pueblo quisiera ver una unidad monolítica de la oposición, por lo menos en algunos niveles de elección existentes, que bien pudiesen llevar a senador del Distrito Nacional, por ejemplo a un hombre de la talla del doctor Guillermo Moreno, o de la vibrante juventud de Omar Fernández, de la sencillez de un José Horacio Rodríguez o del tesonero trabajo de Rafael Paz, o como alcalde o alcaldesa por la misma demarcación de Margarita Cedeño, o la brillantez del joven político y economista Juan Ariel Jiménez o de la novel revelación, del empresario Roque Muñoz (polonsito).

 

Quisiera ver como candidata de unidad a la senaduría por la provincia Hermanas Mirabal, a la bien valorada Minou Tavárez Mirabal, o una profesora de la catadura moral de la combativa María Teresa Cabrera al senado por La Vega.

 

Es Innegable el hecho de que Santiago volvería a estar muy bien representada en El Senado de la República por el doctor Francisco Domínguez Brito, así como la provincia esmeralda de Monte Plata por el perspicaz Charlie Mariotti, que por su sobrada experiencia bien pudiese en un acuerdo ser escogido como presidente del Senado.

 

La Alcaldía de Santiago pudiese tener la frescura femenina de una Altagracia González, o del joven diputado peledeísta Víctor Fadul, o como los grandes trabajadores de la política Demóstenes Martínez o Hamlet Otáñez, no debiéndose descartar al incansable Rafael (apito) Cruz del reformismo.

 

Así como debiera de haber unidad para la alcaldía en Santo Domingo Este, tomando en cuenta para dicha candidatura al encaminado Luis Alberto Tejeda, a mi estimado Julio Romero o al inquieto amigo y líder de los abogados el doctor Surun Hernández.

 

Es innegable que la oposición tiene que encontrar algún mecanismo de unidad, que bien pudiese ser en unas primarias de coalición, como hicieron en Colombia los líderes del triunfante “Pacto Histórico”, para escoger un candidato presidencial común, para mí quién tendría más posibilidad o apoyos para representar la oposición, sería a mi entender, el expresidente Leonel Fernández, que lleva hasta ahora una holgada ventaja en las encuestas, pero que también es un fino y asertivo articulador de alianzas, porque llegó a construir coaliciones ganadoras hasta con 15 organizaciones reconocidas por la JCE  y cumplirles sus reales expectativas con todas con la que pactó desde que llegó al Palacio Nacional.

 

Como no voy a engañar a mis apreciados lectores, les diré que soy un fiel convencido de que la unidad opositora tiene que darse principalmente en un Gran Acuerdo Nacional entre la creciente y al parecer indetenible FUERZA DEL PUEBLO y el PARTIDO DE LA LIBERACIÓN DOMINICANA, porque ahí es que están los verdaderos liderazgos nacionales, que son los que en verdad suman votos, y siendo sinceros muy pocos lo tienen, porque ese raigambre popular solo lo logran, los que están en la boca de los de a pies, del pueblo llano, que es el que construye seriamente a los candidatos presidenciales, reconozco que existe gente muy meritoria y seria, pero que en la canasta electoral para obtener el 50% más 1, para ganarle al oficialismo tienen pocos o reales votos que aportar, y se necesitan no pocos para triunfar, y al decir verdad, esto no es nada nuevo en la historia electoral del país, como es el caso de la alianza de mi padre para el 1994 y 1996, que lo llevó a presentar como su compañero de fórmula al segundo líder del reformismo de ese entonces, al licenciado Fernando Álvarez Bogaert, o la obligada presencia como candidato vicepresidencial de Jacinto Peynado, quién le hizo compañía al presidente Joaquín Balaguer para las cuestionadas elecciones del año 1994.

 

Más cercanos son los ejemplos, como los que conminaron a buscar mecanismos de unidad para cuando se iniciaron los conflictos internos a partir del año 2007 en el acorazado morado, que los obligo a presentar en el electorado nacional, fórmulas unitarias desde el año 2012, para que la dupla presidencial representara a los dos principales sectores del hegemónico PLD de entonces, al danilismo y el leonelismo, fue por eso que la doctora Margarita Cedeño fue candidata vicepresidencial del expresidente Danilo Medina en dos ocasiones, representando en ese entonces a la corriente de su líder esposo Leonel Fernández, aunque también, tengo que reconocer que marcaba muy bien en las encuestas por el trabajo social realizado como primera dama desde el 2004-2012.

 

Las circunstancias pueden cambiar en la medida en que se consolida la candidatura de LEONEL FERNÁNDEZ y no existan acuerdos concretos, y a tiempo con los morados, pero entiendo que pese a que el PLD como organización está en sus horas más bajas, y que su marca está muy afectada, es innegable que son la sólida tercera fuerza política del país, y creo lo seguirán siendo hasta las elecciones del 2024, claro, lo que no sé a ciencia cierta, es con qué porcentaje de respaldo popular, porque si dejan pasar “el time” para un necesario acuerdo, muchos peledeístas se sumarían al carro triunfante de la FUERZA DEL PUEBLO o de sus aliados, en apoyo de quién será su candidato presidencial, el expresidente Fernández.

 

Pero la realidad es que considero que los que más sumarían electoralmente al día de hoy a la victoria es la integración en la boleta de un líder peledeísta que venga a acerar y a consolidar el triunfo, por lo cual sería conveniente que el candidato vicepresidencial fuera el eficiente alcalde de Santiago y aspirante presidencial peledeísta, Abel Martínez, o también, aunque está retirado de la actividad política activa por razones atendibles, y que sé que no es de su interés personal, porque ha dicho que tiene otras prioridades, pero que bien representaría el núcleo duro del danilismo, con la ventaja de ser conocido de confín a confín en la República, y como la política es la única actividad donde no existen los muertos, porque hemos visto a diario a muchos en el mundo resucitar en la estima popular, habría que tomar en cuenta al nada descartable y caballeroso ex candidato presidencial de los morados, el conocido popularmente como el “penco”, Gonzalo Castillo.