La semana pasada abordamos el objetivo de la Agenda Digital 2030 y dónde las autoridades deben fijar sus esfuerzos. Al indicar el desafío para esta versión de la "agenda" afirmamos que es colocar al ciudadano en el centro y escucharlo.

La responsabilidad de la presente administración es abordar la deuda técnica que crece cada día cuando los ministerios y entidades adoptan un lenguaje burocrático cada vez más dispar e incorporan ese lenguaje en sus sistemas.

La adopción digital acelerará el cambio del lenguaje, situación que estamos observando en la Convoca­toria Presidencial de Diálogo por las Reformas para el Forta­lecimiento Institucional y Ges­tión Eficiente del Estado, en la Mesa Temática sobre Transformación Digital. La sociedad civil representada a través del CES (Consejo Económico y Social) no entiende el lenguaje de la Agenda Digital.

El consenso que busca el gobierno puede ocurrir por factores políticos, pero quedará en acta que las organizaciones —centralizadas y descentralizadas– deben establecer un lenguaje común, homologar términos y adherirse rigurosamente a ellos.

La semana pasada mencioné tres conceptos ara resolver el conflicto: personas, organizaciones y roles. Por las solicitudes recibidas amplío los pasos para homologar la Agenda Digital en el sector social:

Primero, tratar a los «ciudadanos», a los «usuarios» y a los «contribuyentes» no como objetos de una base datos, sino como roles interpretados por una o más personas o grupos de personas (por ejemplo, organizaciones).

Segundo, debe resumirse un poco más definiendo una «parte» como «una persona u organización de interés para el Estado».

Tercero, aprovechar la flexibilidad que esto permite, asignando tantos roles a los actores como corresponde al flujo interinstitucional. Ninguna relación es lineal y única.

Para desarrollar el lenguaje común necesario, hay que establecer una gobernanza que incluya la veeduría de las actividades de la Agenda Digital —rol que la sociedad civil debe procurar cuanto antes; también debe reunir y administrar un equipo diverso para hacer el trabajo, que incluye:

  • Pensadores conceptuales que pueden descubrir los conceptos clave citados anteriormente.
  • Escritores expertos y conocedores de los procesos que pueden poner esos conceptos en un lenguaje preciso y fácil de entender.
  • Negociadores que pueden resolver las diferencias entre los diversos grupos.
  • Agentes de cambio que convencen a los demás de que adopten el lenguaje común.
  • Arquitectos y técnicos que pueden traducir e implantar el lenguaje resultante en sistemas.

La estructura del CES es fundamental para lograr el consenso o el disenso de la aplicabilidad de la Agenda, siendo una oportunidad para que las acciones propuestas puedan reflejar una inclusión social y satisfacer realmente las necesidades de los ciudadanos.

Isaac Asimov escribió en su segundo libro de la serie "Fundación" (titulado "Fundación e Imperio"), que la veeduría debe consistir en la supervisión de los actores muy capaces. La tecnología ya no es parte del discurso político, sino una realidad medible de la cual debe rendir cuentas los actores involucrados.