Los medios de comunicación nacional recogieron una información esta semana, la cual describía que autoridades haitianas y dominicanas, sostuvieron una reunión para analizar la cons­trucción de un canal de riego en Juana Méndez, Haití, que procura des­viar una parte importan­te del río Masacre hacia el vecino país.

El régimen jurídico internacional de los cursos de aguas está regulado por el derecho internacional. En el caso nuestro, la frontera está delimitada por el Tratado de Frontera del 1929 y el protocolo de 1936. El río Masacre es parte de esa división, convirtiéndose en un río internacional bajo régimen jurídico internacional.

El Tribunal Permanente de Justicia Internacional en 1929, al examinar los asuntos relacionados con el derecho fluvial dijo: Existe una comunidad de intereses entre los Estados ribereños, equivalente a una auténtica comunidad de Derecho, cuyos rasgos esenciales son la perfecta igualdad entre todos los Estados ribereños en el uso de todo el recorrido del río y la exclusión de todo privilegio en favor de cualquiera de ellos.

Partiendo de esta jurisprudencia los ríos internacionales constituyen una perfecta comunidad de intereses, donde ningún Estado aguas arriba o aguas abajo puede pretender el uso exclusivo del recurso agua, dice el TPJ (antecedente de la Corte Internacional de Justicia), que debe existir una perfecta igualdad entre los Estados ribereños, y que debe quedar excluido todo privilegio en favor de cualquiera de ellos.

La pretensión de desviación del curso de agua natural del rio Masacre, es una flagrante violación al derecho internacional, con énfasis al régimen jurídico de los cursos de aguas. Haití pretender privar a nuestro país de un recurso natural previamente delimitado; y cuya acción o pretensión sobre este recurso, jamás puede ser el resultado de una acción unilateral del Estado, pues esto constituye una violación al derecho Internacional, generando responsabilidad internacional.

La delimitación de los cursos de aguas internacionales fue tratada de manera multilateral por primera vez en el Congreso de 1815, cuando se consagró la libertad de navegación de los ríos internacionales, dando paso a la primera organización internacional en esta materia la Comisión del Rin, que evolucionó a la Comisión de Navegación del Danubio.

Los jurisconsultos internacionales han abordado este tema con profundidad, tal es el caso de Pastor Ridruejo quien nos dice: La cuestión reviste en nuestros días gran relevancia si se tiene en cuenta, de una parte, que el agua es un recurso natural tan importante como poco abundante y, de otra parte, que los usos señalados, a diferencia de la navegación, tienen carácter privativo. Si un Estado distrae caudales de aguas en su territorio, está privando a otro Estados ribereño de la utilización de esos caudales. (Cursos de Derecho Internacional Público, pág. 450, José A. Pastor Ridruejo, Editorial Tecnos, España).

Haití violenta el carácter privatista y restringidos de los cursos de aguas internacionales, desconoce el tratado de delimitación fronteriza, pues trata el río Masacre, como aguas interiores, al pretender distraer el curso de agua de este río en su propio provecho, de manera exclusiva   desviándolo hacia un canal de riego interno en Juana Méndez.

Haití trata de ejercer una soberanía absoluta sobre estas aguas, nada más parecido e inapropiado, y muy cercana doctrina Harmon, atribuible al Fiscal General de los EE. UU.  de 1895, según él, decía que su país era propietario de todas las aguas del Río Grande, hoy totalmente descartada esta doctrina.

El Estado dominicano no debe permitir el menoscabo de su soberanía, sobre sus recursos naturales. Hay que defender con firmeza el río Masacre, como recurso común   de derecho pertenecientes a los dos Estados, pero ninguna acción unilateral, restrictiva, privatista puede ser tolerada por el Estado dominicano. Es un acto de Soberanía Nacional irrenunciable e innegociable. Debemos exigir el respeto de los acuerdos, sobre todo al Tratado Fronterizo, respetar el principio de buena vecindad.  De no obtemperar al llamado de nuestro país para detener la desviación del Masacre, este sería un acto inamistoso por parte de Haití. Sino defendemos el Masacre hoy, mañana podríamos perder el Ozama.