La criminalidad organizada  es un fenómeno humano y como todo fenómeno humano tuvo un inicio, tendrá un desarrollo y tendrá un fin. Falconi Giovani y Marcelo Padovany. En democracia sin democracia.

El título de mi artículo es premonitorio respecto a la situación en el territorio degradado de Haití, la condición territorial existencial, el colapso del territorio; es evidente ha sido tomado por el crimen organizado, por bandas paramilitares que ejercen el control del territorio en toda su dimensión.

Esta nueva ola de violencia, saqueo de propiedades públicas y privadas es la continuación de una crisis que tendrá un fin desde el punto de vista de una solución internacional.

En su obra Democracia sin Democracia, Rubert Pascual plantea la necesidad del reforzamiento del escudo constitucional frente al crimen organizado, pero, en el caso de que estoy en presencia de múltiples factores del crimen organizado, él nos dice lo siguiente: se trata de una actividad tradicional, pero que en los últimos años se ha transformado y ha hecho más peligrosa sobre todo por su internacionalización y la hibridación que alcanza con otras amenazas, tal como el terrorismo la proliferación de destrucción masiva actividades insurgentes, las narcos guerrillas que pretenden controlar la distribución internacional del tráfico de estupefacientes.

El autor nos dice que el nivel de riesgo tal que se palpa un orden dual e incluso la captura criminal del Estado y la democracia simulada; así las cosas ante el panorama el autor nos brinda un importante elenco de respuesta que permitan proteger la democracia de la criminalidad organizada.

Lo que ocurrido esta pasada semana en Haití no es más que una expresión de la transformación y degradación de un proyecto de estado hacia una hacia un fraccionamiento: A esta expresión fenomenológica y criminal es lo que  Luis Ferrajoli  ha llamado los poderes salvajes que son la expresión de poderes  ilegales y lo extralegales poderes salvajes, que se expresa en el público y lo privado los poderes antijurídicos que expresan la violación del derecho y los poderes extrajurídicos, ausencia de derecho  como lo ha llamado Bovero, como poderes insensibles estos poderes incivilizado desconocen la fundamentación de los derechos de los seres humanos.

Por lo tanto, el sometimiento de las mayorías a unas minorías violentas en Haití, es la pérdida de todo poder y de todo proyecto democrático constitucional.  El asesinato del presidente el Jovenel Moïse representó el punto de inflexión respecto a la crisis del territorio haitiano, es por eso por lo que se hace necesario establecer un profundo análisis sobre el estado actual.

No hay ningún secreto del efecto nocivo del poder económico adquirido por la criminalidad organizada. Los ingresos provenientes del abanico de actividad contribuyen quebrantamiento  de las estructuras esta esta tarde, hasta el punto extremo de qué, cuando los Estados se descomponen, la delincuencia organizada toma la  iniciativa: la ocupación de espacio público vacío por la lógica criminales organizada.

No hay vía democrática en Haití, los mecanismos de solución pueden ser la instalación de un Directorio, junto a las propuestas de inversión y sembrar la semilla democrática, no es para esperar milagros, no es posible. Podría germinar en los próximos cincuenta años. Hay que esperar la nueva generación de demócratas. Ahora hay que actuar más allá de la mera coyuntura recurrente.