Después de la Segunda Guerra Mundial, los países europeos envueltos en la contienda quedaron desbastados. Para su recuperación y el mantenimiento de la paz, se reunieron 20 países, que hoy son más de doscientos y crearon el 15 de noviembre de 1945, en Ginebra, Suiza, la Unión para la Cultura, la Ciencia y la Educación, conocida mundialmente como la UNESCO.

Entre otras cosas, la UNESCO tomó aquellos bienes de trascendencia entre los diversos países que la componían y en un listado los proclamaron como Patrimonios Orles e intangibles de la Humanidad.  En la actualidad se pueden contabilizar unos 890 bienes en general, de los cuales, 689 son culturales, 176 naturales y 28 mixtos.  De estos, 50 corresponden a Francia, 38 a Alemania y 37 a España, para ser los tres países de mayores representaciones.

De ellos, la República Dominicana posee seis: La ciudad colonial, que contiene la mayor cantidad de primacías de América (1990), el Espacio Cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella (2001), el Teatro Popular Danzante de los Cocolos de San Pedro de Macorís (2005), la Música y el Baile del Merengue (2016), la Bachata (2019) y el Cazabe, en el (2024), aprobado hace apenas una semana.

Paradójicamente para algunos, en estos patrimonios culturales nuestros predominan las raíces, las herencias y las expresiones afrodescendientes.  Un viceministro de cultura, después de ser aprobado por la UNESCO a Los Guloyas, me confesó muy compungido, lleno de pudor, rabia e indignación: “Dagoberto, nos engañaron con esa manifestación cultural, eso no es nuestro, es de unos negros que no son ni siquiera dominicanos”.  ¡Premio nacional de la discriminación!

Hemos oído y leído en medios de comunicación social, que Las Cuevas de las Maravillas de San Cristóbal son un patrimonio de la UNESCO, en mis investigaciones no lo he encontrado en los documentos oficiales de este organismo, ni tampoco en las propuestas depositadas por el gobierno dominicano para estos fines, aunque realmente tienen los méritos para serlo.

El gobierno dominicano ha depositado hasta hoy en el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, 14 bienes para optar por la candidatura de patrimonios de la humanidad y en este listado no están las Cuevas del Pomier.  Encontramos en este listado a la Vega Vieja, Gran Casa de Palavé, El Ingenio Azucarero de Engombe, de Diego Caballero, de Boca de Nigua, de Sanate, de Duquesa, la Villa de la Isabela, el Parque Nacional Jaragua, Montecristi y Jacagua, entre otros.

Creo que hay que agregar el carnaval de la ciudad de Santo Domingo, el más antiguo de América, la Sarandunga Banileja, como la expresión cultural más trascendente del cimarronaje en Santo Domingo y las cuevas del Pomier. Un ministro de Cultura, ante una solicitud Nuestra, aprobó que se elabora la solicitud oficial para la UNESCO del carnaval de la ciudad de Santo Domingo y el funcionario medio que tenía que elaborar el expediente no lo inició y al encontrarse conmigo me expresó: “Dagoberto, por favor no hagas estas solicitudes, ellas implican demasiado trabajo

Cuando los “descubridores” españoles llegaron a la isla que hoy compartimos con Haití, trajeron el pan de harina de trigo, que duraba muy poco tiempo antes de corromperse y encontraron un pan redondo elaborado con la yuca por los indígenas que tenía una larga duración sin protecciones especiales, ideal para las travesías a España.  Fue bautizado como “el pan de la Indias”, popularizado de inmediato entre los españoles como salvador.

Lo increíble era que lo gastronómicamente popular para los indígenas era, no el consumo de la yuca en sí mismo, sino el casabe que elaboraban de la misma. Los españoles encontraron el casabe en Cuba, Venezuela, Panamá, etc.  Aquí encontraron otro tipo de pan sacado de la harina de la Guayiga, que ha sobrevivido al tiempo y lo podemos encontrar en este momento en la Región Este del país y en lugares como San Cristóbal o Villa Mella, en velaciones y nochevelas.

La UNESCO, reunido en Asunción, Paraguay, la semana pasada, su Comité de evaluación de las solicitudes patrimoniales de sus miembros, aprobó colocar el casabe en su listado como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.  Esta propuesta fue presentada por Cuba, Haití, Honduras, Venezuela y Dominicana.

La UNESCO “justificó la declaración del Casabe como patrimonio cultural de la humanidad, destacando su relevancia como símbolo de identidad, cohesión social y desarrollo sostenible en las comunidades del Caribe”.

La delegación dominicana a este cónclave estuvo representada por Andrés L. Mateo, Embajador Dominicano ante la UNESCO y Milagros Germán, ministra de Cultura, los cuales ponderaron la importancia del casabe en la gastronomía colonial y en el desarrollo de los pueblos de la región.

En la República Dominicana el casabe tiene una dimensión nacional y hay comunidades como en Santiago Rodríguez o en los Guaricanos en la Provincia de Santo Domingo donde el casabe tiene un lugar sobresaliente no solamente en la gastronomía sino también en sus economías.

Esta distinción de alcance mundial patrimonial a nivel gastronómico y económico tiene a Geo Ripley como héroe anónimo cuando desempeñaba la responsabilidad de dirigir la dirección de cultura inmaterial en el ministerio de cultura.  Cuando el planteó la idea yo no la vi factible por los intereses de los diversos países donde el casabe ha sido una identidad, porque creía que se presentaría como expresión individual.

Si esto hubiera ocurrido, tendría de frente muchos intereses internacionales.  Geo fue muy sabio y decidió que se presentara en la UNESCO en conjunto con otros países.  En realidad, yo temía que, si se presentaba como expresión individual, tal como ocurrió con el Son, que se presentó en una oportunidad como patrimonio dominicano, ahí salió el fantasma cubano y no fue aprobado.

Creo que en el ministerio de cultura debe priorizar un equipo permanente que le dé seguimiento a todas las solicitudes patrimoniales que están depositadas en la UNESCO. Mientras tanto, desde Monción, le decimos a todo el mundo con música: “guaya la yuca, para hacer casabe”