En 1945, cuando la llamada “Segunda Guerra Mundial” estaba en sus últimos momentos, unos 51 países, ante el desastre colectivo y consecuencias catastróficas en que se encontraban las naciones envueltas en este conflicto, tomaron la iniciativa de realizar una conferencia internacional en San Francisco para buscar soluciones y para tomar medidas preventivas para que esto no sucediera nunca más y prevaleciera la paz.
La República Dominicana fue uno de los países fundadores de este organismo internacional, membresía que ha mantenido desde entonces, compuesto hoy en día por 195 países de todos los continentes, siendo el foro internacional más importante del mundo.
Resultado de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas, adscripta a la misma, fue creada la Organización de Naciones Unidas para la Educación y la Culturas, conocida por sus siglas como “UNESCO”, con sede en París, Francia, cuyo embajador dominicano actual en la misma es el prestigioso intelectual y escritor, poeta, Andrés L. Mateo, el cual presidió recientemente la Comisión de Educación de la 4ta Conferencia General de esa organización.
En la promoción, difusión y defensa del saber científico mundial, la educación, el arte y la cultura, una de las acciones más trascendentes de la UNESCO ha sido la elaboración del listado de los patrimonios orales e intangibles de la humanidad, entendiendo el patrimonio como “el conjunto de bienes materiales e inmateriales que se hallan fuertemente vinculados con la identidad social y cultural de una comunidad, recibidas de generaciones pasadas”.
En la actualidad, han sido consignados 1154 patrimonios de la humanidad por parte de la UNESCO, de los cuales existen 897 a nivel cultural distribuidos en 167 países. Dominicana cuenta con cinco patrimonios de la humanidad en el listado de la UNESCO: Ciudad Colonial de Santo Domingo (1990), Espacio Cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella (2001), La tradición del Teatro Bailado Cocolo (2005), Música y Baile del Merengue (2016) y Música y Baile de la Bachata (2019).
Increíblemente se han hecho esfuerzos institucionales válidos en algunas oportunidades para otros patrimonios, como por ejemplo en el 2001, se depositaron 7 solicitudes a la UNESCO para la declaratoria de patrimonios sin que se la diera seguimiento. En este listado se consigna el Parque Natural de Jaragua, Jacagua, antigua villa de Santiago de los Caballeros, la ciudad de Montecristi, la Vega Vieja, la Ciudad de Azua, Centro Cultural de Puerto Plata y el Palacio del Ingenio Azucarero de Palavé. En el 2002, el Ingenio Azucarero Boca de Nigua, el Ingenio Azucarero de Sanate y el Ingenio Azucarero de Duquesa. ¡La indiferencia y el silencio ganaron la partida!
En el listado mundial de patrimonios culturales de la UNESCO, tenemos 6 carnavales: El carnaval de Río de Janeiro, en Brasil, el Carnaval de Callao, Venezuela, el Carnaval de Oruro, en Bolivia, el Carnaval de Basilea en Suiza, el Carnaval de Pasto, en Colombia y el Carnaval de Barranquilla en Colombia.
Ocurre que el carnaval de la ciudad de Santo Domingo, el más antiguo de América, recreado hasta hoy, no está contemplado en este listado a pesar de varias iniciativas, por inercia, por desidia y falta de interés de casi todos los incúmbentes del Ministerio de Cultura. En el 2017, quien suscribe, le entregó una carta al ministro de Cultura Pedro Vergés para que el Ministerio de Cultura solicitara a la UNESCO que el carnaval dominicana fuera declarado patrimonio de la humanidad. El ministro contestó afirmativamente, pero hasta ahí llegó la propuesta. No se tomó ninguna medida para que esto fuera una realidad.
Carlos Esteban Deive, tomando como testigo al fiscal de la audiencia de Santo Domingo colonial, afirmó que el carnaval de la ciudad de Santo Domingo surgió en 1578, aunque en función de algunos documentos reconoció que ya existía 25 años antes, o sea en 1553. El maestro Fradique Lizardo, cita la realización de un baile de carnaval en Las Casas Reales en 1535. El antropólogo dominicano, Marcio Veloz Maggiolo afirmó que el carnaval está vigente en la ciudad de Santo Domingo desde el siglo XVI, aunque no especifica ninguna fecha y Manuel Mañón de Jesús Arredondo, historiador de la ciudad, plantea que el carnaval colonial ya existía antes de 1520, lo cual lo convierte en el “Primer Carnaval de América”, a pesar de que el Comité del Carnaval Vegano (COCAVE) y la Unión de Carnaval Vegano (UCAVE) proclamaron que en La Vega había carnaval en 1510, afirmación negada por el investigador vegano Francisco Torres Petiton, el cual lo remite al siglo XIX.
El carnaval en el periodo colonial en la ciudad de Santo Domingo realmente era una catarsis social. Con un sistema monárquico autoritario y una ética puritana de un cristianismo medieval vigente, las restricciones y controles sociales eran arbitrarias y regidas en la vida cotidiana, entraron en contradicciones con una élite que asumía poder real con el desarrollo de la industria azucarera. El camino fue carnavalear las festividades, por el espacio de tolerancia que implicaba la libertad del mismo: El aniversario de la fundación de la ciudad, la fiesta de San Juan Bautista, la celebración de una batalla militar o la coronación de un rey en la metrópolis, terminaban en carnaval.
Todas las clases sociales participaban del carnaval, que culminaba en las noches en la Plaza de Armas, hoy Parque Colón y con bailes exclusivos y excluyentes en el Palacio de las Casa Reales, que chocaban con los bailes de escándalos de los jóvenes estudiantes de la universidad. El carnaval era la gran fiesta de la colonia.
Si somos la sede del carnaval del “Nuevo Mundo”, que ha sobrevivido y se ha recreado históricamente, dominicanizandose, convirtiéndose en símbolo de creatividad y de libertad, con esencias populares, expresión de identidad, tiene todos los méritos para ser declarado e integrado al listado de la UNESCO como “Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, lo cual sería un reconocimiento histórico y un recurso turístico invaluable por ser el “primer carnaval de América”.