Cuando la oposición venezolana decidió volver a las elecciones, después de varias experiencias fallidas, y de nuevo con las reglas de la dictadura (aunque muchos dicen que no es una dictadura, sino que Venezuela está secuestrada por la narcodelincuencia) fueron preparados para comprobar frente al mundo, documentalmente, su triunfo o su derrota.

Se hablaba de un millón de colaboradores trabajando para la oposición, organizando, preparando toda la gestión del proceso eleccionario y entre ellos los que designarían en las mesas. Después de las experiencias vividas, sabían contra que personajes se enfrentaban.

En toda la campaña electoral la dictadura deshabilitó a muchos de los opositores; creían que con eso los debilitaban, pero la oposición trabajaba para saltar todos los obstáculos.

El 28 de julio, luego de terminadas las votaciones, donde el pueblo acudió pacíficamente, y ya contados el 80% de las votaciones, se imprimieron las actas, fue firmada por los testigos, después escaneada en el sistema del Consejo Nacional Electoral (CNE) y entregada copia a cada uno de los testigos en las mesas. Quien representaba a la oposición también salía a su centro de computo a escanear, y de ahí a las nubes.

Llevaba el 80% de las actas escaneadas, tanto en el sistema del Consejo Nacional Electoral (CNE) como en el de la oposición, cuando los militares empezaron a sacar a las personas de los recintos, con la orden de llevarse votos y equipos; no se iba a seguir contando. Pero ya con el 80% contado, era muy tarde para Maduro tapar el sol con un dedo, porque perdió por paliza.

He visto grupos de testigos en videos, en parques, en fila, pasando uno por uno frente a un micrófono y cámaras: Se identifican, dicen el nombre de la localidad donde estuvieron asignados, con actas en mano leen la cantidad de votos de los partidos. La votación por la oposición es abrumadora. Esas personas leyendo aquello sin miedo, sabiendo que les puede llegar la operación tun,tun, que es mandarle la Guardia Nacional a llevárselos. Y así fue, algunos privados de libertad, otros desaparecidos. Niños de 13, 14 y 15 años y mujeres en las mazmorras del régimen, al igual que hombres de todas las edades.

Luego del estruendoso triunfo de la oposición aparece un desvergonzado llamado Elvis Amoroso, presidente del CNE, proclamando a Maduro ganador de los comicios, sin publicar las actas, ni las votaciones por ciudades, nada de nada. Maduro ganó porque Amoroso dijo que ganó.

Si eso hubiera ocurrido en República Dominicana en el pasado mayo, conociendo lo aguerrido que somos los dominicanos, sabemos muy bien lo que hubiera ocurrido en la nación; sin embargo, algunos defensores de Maduro, que son los más críticos del presidente Luis Abinader con respecto a su posición frente a esta barbarie en Venezuela, quieren obviar una realidad que es más clara que el agua cristalina de un manantial.

Las informaciones de lo que está ocurriendo en Venezuela la estamos recibiendo del mismo pueblo, de los testigos en las mesas de votación, gente humilde de los barrios. No es de la cadena de televisión CNN, ni de Univisión, ni ninguna cadena del imperio como lo llaman los comunistas; las informaciones están saliendo de las mismas entrañas de un pueblo sufrido, que está siendo reprimido, avasallado por las armas, que es lo único que sostiene a la narcodictadura.

Otros vienen a hablar en estos momentos del crecimiento económico de Venezuela. Mejor será que se lo expliquen a los ocho millones de venezolanos que andan por el mundo y a los países latinoamericanos que han tenido que recibirlos sin poder, porque si estos países no tienen recursos económicos suficientes para resolver los temas que atañen a sus conciudadanos, menos pueden con los ciudadanos de otros países y lo están haciendo en desmedro de su economía, por solidaridad con el pueblo venezolano.

Uno que otro menciona que las fotos que presenta el pueblo son falsas, para desacreditar el régimen. Da vergüenza que en República Dominicana, que sufrimos una tiranía, haya quien se exprese de esa manera y pienso: si así hubieran pensado los diferentes países que recibieron la foto de José Mesón, con sus ojos brotados, en la silla eléctrica cuando se denunciaban las atrocidades que cometía la dictadura trujillista contra su pueblo, ¿qué más haría falta?

El dictador Maduro sigue enloquecido con su derrota, ya pasó de la amenaza: 1) "Si no gano, habrá un derramamiento de sangre" ¿ustedes quieren eso?
2)"Lo que no hagamos con los votos, lo hacemos con las armas"; a una invitación a la paz  que empezó pronunciando paz, paz  y terminó pá, pá, pá, como si fueran disparos, ilustrando con sus manos en forma de pistolas, en una clara insinuación a matar.

Este dictador destruyó la institucionalidad de Venezuela, todos los poderes están a su orden: El sistema de justicia, el sistema electoral, las fuerzas castrenses,  todos a su servicio. Allí no se conoce el Estado de derecho, respeto al debido proceso, el respeto a los derechos humanos, ni hablar de que alguien busque justicia, porque allí precalifican y asignan delitos y sentencias.

Viendo un video de la líder opositora Maria Corina Machado, que data del año 2008, cuando ella explicaba la estrategia de hacer un trabajo tan completo en las elecciones,  que todos pudiéramos ver los resultados en un portal web (guerra avisada no mata soldado y si lo mata es por …..) y que se formaran los supertestigos para defender el voto del venezolano.

Así que, coordinó, planificó, organizó, durante 16 años una estrategia en la que ella creía. Lo dijo públicamente hace 16 años, no le hicieron caso y ella tuvo esos 16 años para preparar como desenmascarar a una dictadura abominable,  mentirosa, que pretende nueva vez, como lo hizo antes, robar  la voluntad popular, la voluntad del pueblo venezolano.

Esperamos que esta vez no pase, que encuentre un muro de contención de los países democráticos. Las pruebas están ahí. No es más que un BURDO FRAUDE. Basta ya de permitir que estos regímenes opresores y de muerte existan en nuestra América, basta ya.

La autora es hija de Sergio Ildefonso, asesinado por la tiranía trujillista.