Desde finales del pasado año la Reserva Federal de los Estados Unidos anunció que haría todo el esfuerzo humanamente posible para que la economía estadounidense experimentase un aterrizaje suave ante el posible aumento de tasas de interés para detener la creciente espiral inflacionaria que sufre la economía estadounidense, y así evitar un ciclo recesivo ante una eventual caída del consumo y la inversión, que son la espina dorsal de la economía estadounidense.

 

A principios de marzo del año curso, la Reserva Federal anunció su primer aumento de tasas en casi cuatro años, y este fue de un 0.25%, para su reunión de mayo, el aumento fue de 0.50%. Estos aumentos iniciales fueron el preludio de los grandes aumentos anunciados por la Reserva Federal en junio y julio, respectivamente, de un 0.75%. Como resultado tenemos que el PIB real en los Estados Unidos se ha contraído en los primeros dos trimestres del año, en un 1.6% y 0.9%, respectivamente. Mientras que la inflación alcanzó un 9.1% en junio su máximo histórico desde noviembre de 1981. Inmediatamente, sonaron las alarmas de los mercados de que esto era el presagio que la economía estadounidense se encontraba en una recesión debido a la caída del PIB en dos trimestres consecutivos.

 

De acuerdo con la definición del Buró Nacional de Investigación Económica de los Estados Unidos (NBER, por sus siglas en inglés). Una recesión es una caída significativa de la actividad económica que expande por toda la economía y perdura más que un par de meses. Sino nos adentramos a analizar otras variables de la economía vemos que su economía aún no está en recesión (aunque podría entrar en los próximos meses), si analizamos el nivel de empleo en julio, la economía estadounidense agregó 528,000 empleos, según cifras del Buró de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés). Por consiguiente, la tasa de desempleo disminuyó de un 3.6% a un 3.5%.

 

En cuanto al ingreso disponible personal de los consumidores estadounidenses, este aumentó en US$ 291.4 mil millones, equivalente a un 6.6% en el segundo trimestre del año, a diferencia de una caída de US$58.8 mil millones, equivalente a un 1.3% durante el primer trimestre. De igual manera, la producción industrial aumentó un 0.9% en el segundo trimestre, en comparación con el primero, según cifras ofrecidas por el Buró de Análisis Económico (BEA, por sus siglas en inglés). Como podemos apreciar la economía estadounidense ha experimentado resultados económicos mixtos que dan al traste con una recesión si nos acogemos a la definición propiamente dicho.

 

Sin embargo, la evidencia empírica nos muestra que para la economía estadounidense poder salir de una espiral inflacionaria, necesita de alguna manera experimentar un ciclo recesivo. Eso ocurrió durante el período de junio de 1956 hasta diciembre de 1958, en ese lapso la inflación alcanzó su pico abril de 1957, cuando la Reserva Federal inició actuar, la economía formalmente entró en recesión, en octubre de 1957, por consiguiente, la combinación del ciclo inflacionario y recesivo culminó en diciembre de 1958. Lo mismo ocurrió de mayo de 1968 a enero de 1971, la inflación alcanzó su pico en febrero de 1970, pero ya la recesión había tocado las puertas de la economía estadounidense en diciembre de 1969, dicho ciclo recesivo e inflacionario finalizó en enero de 1971. De nuevo en julio de 1973 a diciembre de 1975, la economía estadounidense experimenta un ciclo inflacionario fuerte que culmina con una recesión. En noviembre de 1973, la economía estadounidense entra oficialmente en recesión, pero la inflación no alcanza su pico hasta noviembre de 1974, finalizando oficialmente este ciclo recesivo e inflacionario en diciembre de 1975.

 

Exactamente, la misma combinación se produjo entre mayo de 1978 y abril de 1982, la economía entra en recesión en enero de 1980, y la inflación alcanza su pico en marzo de 1980, pero las presiones inflacionarias no ceden hasta abril de 1982 con la salida oficial de la recesión. Lo mismo ocurrió a finales de la década de los 80 y principios de los 90, al igual que a finales de la década de los 90 y principios del siglo XXI, y durante el período de la Gran Recesión (2007-2009). En promedio, históricamente una recesión en los Estados Unidos dura 18 meses para poder romper un ciclo inflacionario. Es por ello, que las probabilidades de que la economía estadounidense haga un aterrizaje suave sin experimentar una recesión son de un 10%. (Estos datos fueron ofrecidos por la firma estadounidense Bain & Company).

 

La economía dominicana

 

A diferencia de la economía estadounidense, la economía dominicana si ha logrado realizar la pletórica hazaña de lograr un aterrizaje suave de su economía en medio de la turbulencia más fuerte para la economía mundial en más de un siglo. Desde el 24 de noviembre de 2021 hasta el 31 de julio de 2022, el Banco Central de la República Dominicana (BCRD), a través de la Junta Monetaria han venido realizando aumentos a la tasa de política monetaria para contener la espiral inflacionaria a que la economía dominicana no escapa. En dicho lapso el Banco Central ha realizado siete aumentos de tasas, pasando de un 3% en noviembre de 2021 a un 7.75% en julio de 2022.

 

De acuerdo con el Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE), que publica el Banco Central, la economía dominicana cerró el año 2021 a todo vapor, cuando en diciembre de 2021 creció 10.2%, en términos interanuales. Y, en el año 2021, la economía logró crecer un 12.3% con relación al 2020 (año de la pandemia), y un 4.7%, con relación al 2019 (año prepandemia), lo que muestra una recuperación vertiginosa de la economía dominicana, y que no fue un simple rebote estadístico, ya que creció en torno a su tasa de crecimiento natural, a pesar de los fuertes choques externos que experimentó y sigue experimentando.

La espiral inflacionaria que según el Banco Mundial afecta poco mas del 90% de las economías del mundo ha tenido un fuerte impacto en la economía dominicana, en cuanto al aumento en los mercados internacionales de los precios de las materias primas para la producción de alimentos, así como para la producción de energía. El pico de la inflación se alcanzó en abril de 2022, cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC), aumentó un 9.64%, en términos anuales por debajo del 10.65% del año 2008, desde entonces la inflación ha venido cediendo, y en el mes de julio se ubicó en 9.43%. La actividad económica se ha expandido un 5.6%, en el primer semestre del año (enero-junio), a pesar de los recurrentes aumentos de tasas de política monetaria llevados a cabo por el Banco Central. Esto es una clara señal de la resiliencia de la economía dominicana que podría estar creciendo por encima de las proyecciones que tienen el Banco Mundial y el FMI para el país que es en torno al 5% para el 2022.

 

La economía dominicana ha experimentado un dinamismo sorprendente a pesar de los choques externos generados por la pandemia del COVID-19, disrupción de las cadenas de suministro y recientemente la Guerra Ucrania, los sectores generadores de divisas como turismo y Zonas Francas, siguen batiendo récords. De igual manera, el nivel de empleo se ha recuperado a los niveles previos a la pandemia. La economía dominicana ha logrado este hito histórico de lograr reducir la inflación sin provocar una caída en la actividad económica por un factor fundamental: la sincronización de la política monetaria y fiscal que han frenado el aumento desproporcionado de los precios. Los subsidios a los alimentos, materias primas y los combustibles que ha implementado el Gobierno del presidente, Luis Abinader, que sobrepasan los RD$ 42, 800 millones, han evitado en gran medida que la tasa de inflación haya llegado a dos dígitos para ubicarse según nuestras estimaciones, entre un 13% y 14%.

 

En estos dos años de dificultades sin precedentes la economía dominicana ha logrado, a pesar de sus particularidades, algo que las economías más grandes y poderosas del mundo no han logrado en este torno económico internacional sombrío y convulso: un aterrizaje suave sin sobresaltos. ¡En hora buena!