La costumbre es hermana de la rutina que puede llegar a trasformar lo extraordinario en algo normal y cotidiano. Muchos descubrimientos que trasforman la vida a partir del Siglo XX como la luz eléctrica, el teléfono y las vacunas en medicina se convirtieron en cosas normales de la vida diaria como si hubieran existido desde el principio de la historia.

El anuncio del Ángel Gabriel a Maria es más viejo que la luz eléctrica, pero parece algo insólito por dos razones, primero por el invento de Dios de insertarse en la historia humana como unos más, y no eligiera una familia real de la época como un linaje faraónico, y en segundo lugar el camino escogido para hacerlo hasta el extremo de que María, una niña poco instruida quedo confusa con el saludo y la oferta del ángel, con una afirmación bastante sensata a semejante propuesta del ángel. Comentó de inmediato “pero yo no conozco varón” lo cual equivalía a afirmar “pero yo no me he acostado con ningún hombre “aunque se sabía que estaba comprometida con José provocando la explicación del Ángel Gabriel : “para Dios nada es imposible” y siguió con otro caso familiar a ella: “mira que Isabel tu pariente que parecía estéril y en edad avanzada se encuentra embarazada de 6 meses”: La respuesta inmediata de María fue: “Eh aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. Así se produjo la fecundación trascendente por obra del Espíritu Santo.

Se trata de un fenómeno chocante que hace difícil de asimilar a cualquier mente racionalista e hijo de la ciencia del siglo XXI.

En quienes creemos en este hecho histórico que forma parte de nuestra fe, ya parece algo que cae por su propio peso en nuestra cotidianidad conceptual. Hemos perdido la capacidad de asombro ante este invento de Dios como quiera que lo tomemos.

Los expertos en los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola cuando entran en lo que se llama la Segunda Semana de dichos ejercicios enfrentan la meditación sobre la Encarnación con una solemnidad tratando de crear en el ejercitante un impacto de lo que se llama ASOMBRO, fenómeno que se ha perdido, algo que se ha gastado de tanto oírlo, entre los hechos que narran la Historia de la Salvación o la intervención de Dios en la Historia humana. Los cristianos tenemos que recuperar está perdida, ya que volver sobre ella y recuperar ese asombro nos sitúa más cerca de Dios, de su Amor y Misericordia infinita, y nos permite alcanzar el primer nivel de oración o comunicación con Dios.