Desde hace meses la Arquidiócesis de Santiago está en un clima de espera, pues cumplido los 75 años de Mons. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez, y presentada su renuncia como manda el Derecho Canónico (Canon 401, parágrafo 1), estamos a la expectativa del nombramiento de un nuevo arzobispo para esta Iglesia local, y como tal se comienzan a dar las especulaciones dentro y fuera de la Iglesia de quién será el elegido por el santo padre Francisco a la luz del Espíritu Santo.

Lo primero es que todos los miembros de la Iglesia, en especial los de Santiago y la provincia Espaillat, debemos de estar en una actitud constante de oración para que el Señor envíe el pastor digno y que necesita la Arquidiócesis. Ya nosotros en 70 años que prontamente vamos a cumplir, tenemos toda una tradición episcopal por donde han transitado eminentes prelados que han sabido dejar sus huellas. En una entrevista que me hacia la revista Amigo del Hogar, como vicario de Pastoral de la Arquidiócesis, me pedía definir a cada uno de esos pastores que habían pasado por acá, y los definía de la siguiente manera: ´´Al primer obispo, Mons. Hugo Eduardo Polanco Brito, lo definiría como un gran constructor, pues construyó el Seminario San Pio X, la Universidad hoy PUCMM, el politécnico femenino Nuestra Señora de las Mercedes, colegios, iglesias y más. El segundo obispo, Mons. Roque Antonio Adames Rodríguez, el gran pastoralista, hombre de una inteligencia extraordinaria, creó el instituto catequístico San Carlos Borromeo para la formación de catequistas, los presidentes de Asamblea, los primeros diáconos permanentes del país, trabajó en base a una pastoral de conjunto. Luego el primer arzobispo, Mons. Juan Antonio Flores Santana, gran organizador de la Arquidiócesis y hombre de una espiritualidad recia, hizo que la Arquidiócesis pasará de 40 y tantas parroquias a 89. El segundo arzobispo, Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio, hombre de una gran calidad humana y de mucha comunicación con sus sacerdotes y con la gente, y ahora Mons. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez, el cual a apenas está empezando pues solo tiene un par de años entre nosotros, un hombre de una reciedumbre de Espíritu admirable´´. Así que esperamos que el próximo arzobispo continúe esta santa y sana tradición de aporte y trabajo, con los elementos nuevos que por su personalidad y a la luz de los signos de los tiempo propicie entre nosotros.

Pues el ser arzobispo de Santiago no es un puesto de honor o de reconocimiento a la trayectoria de cualquier miembro de la Iglesia, es una llamada a servir a un pueblo de Dios que camina en este país llamado República dominicana. Un hombre que al lado de otros hombres, sus sacerdotes, no los vea como simple colaboradores, sino como hermanos en la fe que trabajan por el reino, y se sienta como padre responsable de ellos; que apoye y anime a sus laicos, que sepa armonizar con los diversos sectores que hay en estas provincias en un acercamiento y empeño por el desarrollo y progreso de nuestra sociedad y en especial de los más pobres, que sea como ha dicho el papa Francisco: un pastor que huela a oveja, que camine con su pueblo al frente, al medio y detrás, que tenga muy pendientes a las periferias territoriales y existenciales que hay entre nosotros, no esperamos un líder a estilo político o influencer de hoy, o que tenga muchos títulos o gran intelectualidad académica, necesitamos una persona con esa sabiduría propia del pueblo humilde y sencillo; en definitiva, por lo tanto, lo que se espera es como nos dice las Sagradas Escrituras: un hombre de Dios.