Una reciente publicación sobre una asesina en serie en Gran Bretaña, Lucy Letby, quien fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de 7 bebés e intento de asesinar a otros 6, entre 2015 y 2016, ha despertado mi interés en abordar el tema de las asesinas en serie.

Lucy Letby, enfermera, 33 años de edad, quien trabajaba en el Departamento Neonatal del Hospital Condesa de Chester, en Gran Bretaña, en el que laboró desde el año 2011. Paradójicamente, el nombre del Hospital es el mismo alias con el que se conoce a la mayor asesina en serie de la historia, Elizabeth Báttory, la Condesa Sangrienta.

El modus operandi era inyección con aire, insulina o leche, mataba a sus víctimas en la sala neonatal del hospital en el que laboraba, en horas de la noche, para evitar ser capturada. Sus víctimas eran bebés prematuros.

Su actividad delictiva inicia en junio de 2015, poco después de ser asignada a esa área. Fue calificada por el fiscal como oportunista, calculadora y retorcida.

Una constante en la criminalidad, especialmente en la violenta, es que la criminalidad femenina es sustancialmente más baja que la masculina, independientemente del instrumento de evaluación que se utilice. Por este motivo, los estudios sobre las asesinas en serie son más escasos en comparación con los de los asesinos en serie. Adicionalmente, varios autores sostienen que la tipología establecida para los asesinos en serie, como los organizados y desorganizados, clasificación creada por Douglas, Ressler y Hazelwood, no aplican en los casos de asesinas en serie.

Garrido (2019) establece que “las asesinas seriales representan el 11% del total de asesinos en serie y suelen ser menos agresivas o violentas que los varones, sin embargo, la forma que emplean para matar a sus víctimas las ha llevado a ser consideradas más peligrosas (Abeijón, 2005)”.

Morato Rodríguez (2022) afirma que “(…) las mujeres suelen encontrarse en un plano secundario en la lista de sospechosos de un determinado crimen, además se suma la imagen social de bondadosa, entregada, maternal, altruista, etc. (Chaves, 2012). No obstante, a las asesinas seriales se les ha clasificado como peligrosas, pues su forma de matar a las víctimas es sutil y pasa desapercibida. (Abeijón, 2005).”

Manifiesta Velasco de la Fuente (2018), citando a Kelleher y Kelleher, que “las asesinas en serie tienen más éxito y son más cuidadosas, precisas, metódicas y planificadoras a la hora de cometer sus crímenes que sus equivalentes varones. Tras examinar un centenar de casos, advirtieron que ellas actuaban durante 8 años antes de ser detenidas, justo el doble de tiempo que se tardaba en detener a un asesino en serie”.

Por otro lado, presentando la tipología expuesta por Kelleher, Garrido (2019), sobre asesinas en serie que actúan solas, señala los siguientes elementos: “son a menudo maduras, cuidadosas, deliberadas, adaptadas socialmente y muy organizadas. Suelen atacar a sus víctimas en casa o en su lugar de trabajo. Tienden a provocar la muerte por envenenamiento, inyección letal o sofocación”.

Con relación a la motivación, Romero Franco (2020) añade: “las asesinas categorizadas como merodeadores son aquellas que están en una posición de poder o control sobre un tercero por períodos prolongados de tiempo. Generalmente tienen bajo su cuidado a la víctima y carecen del estereotípico elemento de violencia, son asesinas silenciosas”.

A pesar de que se argumenta que escasean los estudios sobre el fenómeno de las asesinas seriales, estos casos cumplen con un patrón, como se puede comprobar, hay una categoría en el que se puede ubicar ese tipo de asesina serial. En el caso de Lucy Letby, era una persona integrada a la sociedad, compartía en círculos sociales, participaba en varias actividades, sin levantar ningún tipo de sospecha sobre su actividad criminal, camuflada bajo la imagen de una persona atenta, amable y servicial, propio de los psicópatas. Fue meticulosa y calculadora, cambió el método del crimen con el objetivo de no ser capturada, y utilizaba la inyección letal como arma, siendo sus víctimas los bebés que estaban bajo su cuidado.

En síntesis, Lucy Letby, por el lugar donde cometía sus crímenes, el entorno laboral, y la selección de sus víctimas, se coloca dentro de la categoría de asesinas en serie conocidas como ángeles de la muerte, teniendo como motivación principal el poder y dominio.