Cada cierto tiempo días antes de la semana santa se presenta en la opinión pública la prohibición del Gagá por funcionarios provinciales o por cuerpos policiales. Esto ocurrió en el 2013, 2018 y se repitió de nuevo en la semana santa que recién concluyó.
Este año se repite la historia en San Pedro de Macorís. Funcionarios provinciales de Salud Pública se pronunciaron contra la celebración del Gagá en la provincia y la Alcaldía estableció restricciones para su paso por la cabecera de provincia. Las justificaciones fueron debatidas públicamente por lideres de opinión, grupos culturales, funcionarios del ministerio de Cultura y expertos señalándose el carácter antidemocrático de la medida y la violación de los artículos 64 y 66 de la Constitución de la República afectando el sostenimiento de una práctica ancestral que es patrimonio cultural e histórico en nuestro país vinculada a nuestras raíces afrodescendientes.
La prohibición del Gagá se sustenta en argumentos totalmente contradictorios. Los señalamientos de violencia que se le atribuyen al Gagá no se corresponden con la realidad, más aún cuando los índices de violencia que se incrementan en Semana Santa no provienen del Gagá sino del alto consumo de alcohol en playas, balnearios y fiestas ajenas por completo a esta celebración.
Detrás de las continuas e históricas prohibiciones del Gagá está el afán de una elite política del país que se resiste a reconocer las raíces de nuestra cultura social manteniéndose con fuertes rechazos a todas las manifestaciones mágico-religiosas y culturales presentes en nuestra cultura popular que son afrodescendientes. La negación de la negritud en nuestras raíces desde nuestra historia hasta la actualidad está vinculada a la presentación de la sociedad dominicana reducida al aporte hispano y europeo y de exclusión de lo que viven y expresan cotidianamente los sectores populares en sus costumbres, prácticas y vivencias.
El Gagá es una celebración mágico-religiosa que se realiza en Semana Santa en distintas zonas del país donde existieron y existen ingenios azucareros. “Las personas que participan en los Gagás son dominicanos nacidos en los bateyes y que siguen viviendo en ellos o cerca de ellos o que de algún modo están relacionados con la industria azucarera. Una parte de ellos son dominicanos hijos de padres dominicanos, otros dominicanos de origen haitiano con dos y hasta tres generaciones de ascendientes que han quedado a vivir en el país”. Esta afirmación sobre la composición del Gagá la establece la reconocida antropóloga June Rosemberg (EPD) en su libro “El Gagá. Religión y Sociedad de un culto dominicano. Un estudio comparativo”. (1981: 18).
Los orígenes del gagá no están claramente definidos en la República Dominicana “por la actitud negativa que se adopta en el país frente a las influencias africanas” (Ibidem). Rosemberg se apoya en datos aportados por Carlos Esteban Deive quien identifica manifestaciones similares al Gagá desde el siglo XVIII. El Gagá tiene así raíces africanas según destaca Rosemberg y elementos dominico-haitianos que se fueron integrando a sus prácticas en la vida del batey.
En la actualidad muchos ingenios han desaparecido. Sin embargo, el Gagá se sigue celebrando. La permanencia del Gagá por cientos de años en nuestra cultura y sociedad está vinculada a la integración de nuevas generaciones de jóvenes en distintas localidades que asumen el gagá, sus rituales, su música y sus distintas expresiones. Integrando al mismo nuevos ritmos y nuevos instrumentos. El Gagá como toda manifestación cultural es de carácter dinámico. Las prohibiciones son medidas autoritarias, inconstitucionales que afectan la cohesión social y el ejercicio de la democracia en el país.