“Usted no puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe trabajar para su propia mejora[1]”.
Desahogo existencial o pensamiento político estratégico para continuar luchando por lo que crees, sin que el alma sea lacerada.
El activismo social tiene intrínseco una fuerza transformadora que puede lograr grandes beneficios para las personas. Esto requiere de activistas que se comprometan con el cambio y actúen en consecuencia, la lucha social lleva intrínseca la superación de la subordinación, la discriminación y el reconocimiento de nuestras autonomías; y claro que de ahí se desprende todo un universo de cuestiones, significaciones, abordajes…
Un asunto que me genera preocupación es que parecería que en los diversos grupos de activistas no les queda muy claro que hay múltiples formas de incidir y de abordar las luchas. De ahí que, deberíamos reconocer como bueno y válido utilizar estrategias, métodos y caminos diversos. No me parece necesario ni pertinente operar desde una visceralidad que propicia atacar a quien considera otras vías, otros métodos, otras formas para demandar las reivindicaciones que persigue. Lamentablemente hay quienes llegan a convertir en “el enemigo” a quien se decanta por una estrategia diferente a la que considera válida o quien conceptualiza una realidad desde otros ámbitos ¿Pueden creerlo?
Reconozco que puedo actuar con ingenuidad, y que me “vendo” sueños. Con frecuencia asumo que personas que supuestamente militan en tu misma “causa” son confiables y forman parte de una red segura. Comprobar que no es así, es doloroso y genera frustraciones. En estos días he tenido una lección de este tipo con un caso y la incoherencia en la respuesta institucional frente a personas supuestamente “aliadas” involucradas en el mismo. La verdad andaba muy meditabunda y sin saber cómo canalizar esos sentimientos hasta que, en estos días escuche a Antonio (Tony) Isa Conde en una entrevista que le hizo Fausto Rosario, en la misma explica cómo había sido la lucha a lo interno de la izquierda en la época de los 12 años de Joaquín Balaguer.
Tony Isa, narró más o menos con estas palabras, lo siguiente: …la cosa que más me dolió, fue que yo sentí en un momento dado, que yo estaba luchando más contra mis compañeros de izquierda de todos los partidos, que contra mis enemigos. Yo tuve que emburujarme a tiros con el PACOREDO. Tuve que meterme clandestino aquí (RD), sin apoyo de mi organización. Me estaban buscando como aguja, me metí primero en EE. UU. y luego vine aquí, que es un heroísmo casi, y cuando salgo del aeropuerto, no hay nadie esperándome… Llegó un momento en que sentí un desencanto tan grande… Sentí que estaba desperdiciando mi vida, y sencillamente hice mi perestroika.
Antes de eso, en la misma entrevista Isa, había explicado su punto de vista del porque del fracaso de la izquierda: …fracasó por lo que han fracasado democráticos y liberales en la historia del país, por la división, el individualismo, el ego, cada dirigente se cree un cosmos, dueño de la verdad absoluta, incapaz de oír las ideas de otros; y eso es un proceso de atomización que realmente le ha hecho un daño tremendo, no a la izquierda, a la democracia dominicana, porque si en este país hubiera un movimiento unificado y racional, las cosas hubieran sido distintas…
Lo escuchaba y de repente encontré un canal poner orden a la infinidad de emociones que me han embargado recientemente; y como siempre me pasa, surgieron infinidad de preguntas. ¿Cómo podemos superar esa realidad descrita por Tony Isa, que en muchos casos todavía nos arropa? ¿Teniendo claridad del fin, de los objetivos y de las necesidades estratégicas? ¿Generando alianzas sustentadas en confianza, credibilidad y apoyo? ¿Conversando lo puntos de acuerdos y desacuerdos, con respeto y capacidad de escucha? ¿Con solidez en los argumentos? ¿Construyendo narrativas encaminadas al fin perseguido? ¿Cómo sumamos voces a nuestras luchas? ¿Cómo no propiciamos desencanto? ¿Cómo generamos empatía? ¿Qué nos interpela? ¿Sabemos que quienes se oponen al discurso de derechos, tienen grandes micrófonos y cuentan con una construcción social imaginaria que les favorece? ¿Comprendemos que los sectores anti derechos tienen capacidad de articulación, escenarios cautivos y personas pagadas 24 horas cada día?
Tantas preguntas que ameritan respuestas desde la generosidad y el respeto. ¿Podemos construirlas? Sigo apostando a un mundo como el que Rosa de Luxemburgo planteó hace tanto tiempo con personas “socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
¿Lo construimos en colectivo?
Nota: Admito mi aquiescencia a planteamientos que pueden ser controvertidos. Y aclaro que en el activismo feminista he encontrado muchas personas, especialmente mujeres, profundamente generosas y empáticas; así que no estoy haciendo planteamientos absolutos, sino reflexivos.
Mucho cariño, solidaridad, fuerza, rebeldía, lucha y amor.
[1] Atribuido a Marie Curie