El pasado sábado 22 de este mismo mes, el señor Miguel Angel Cid Cid hacía una crónica en este mismo medio sobre lo acontecido en Baní el 31 de diciembre. No dejó pasar ni un solo detalle, hasta el gato blanco que se paseaba por la acera de enfrente. Descriptivo relato.

Yo vi el video muchas veces, el primero que fue publicado por algunos medios y los últimos que mostraban la secuencia del ataque inmisericorde del sujeto al que se le ha llamado “el abusador de Baní”.

Si lo vi tantas veces fue porque algo llamó demasiado mi atención. Fue la actitud indiferente de muchos transeúntes que, casi con morbo, veían la agresión sin hacer ni ji, aunque pienso que si no actuaron tuvieron sus razones.

Resulta y viene a ser -no sé quiénes son los que usan esta muletilla para darle énfasis a lo que quieren exponer- que en nuestro país el hombre es dueño de sus mujeres, quien no solo tiene su primera base sino una segunda y hasta una tercera, sin que nadie se ruborice. Al contrario, esto es motivo de admiración y hasta de envidia por los que no tienen concepto.

Me parece, si no me equivoco -esto suposición mía-, que en el Código Procesal Penal que quieren aprobar la agresión física debe estar estipulada, porque está el uso de las mujeres sin su consentimiento por parte de sus maridos, siempre y cuando estén casados o sean pareja y no ser considerado esto una violación. Partiendo de ahí, el hombre puede “jalarle” los moños, darle su “trompá”, su pecosá y hasta patadas si es que considera que lo merece.

Hace mucho tiempo, cuando los chistes se hacían, y los machistas, cito, “un hombre la noche de bodas, en plena luna de miel le dio una paliza a su ya esposa, le dijo que se fijara bien, que eso era sin haber hecho nada, que dedujera de ahí cómo sería si le hacía algo”. ¡Qué gracioso!, ¿verdad?

Pues partiendo de esas premisas, es posible que los que observaron sin mover una paja creyeran que se trataba de un “lío de faldas”. Había un hombre, dos mujeres y una agresión, en nuestro país tan especial nadie se quiere involucrar en pleitos entre parejas, por eso tantos feminicidios, por la indiferencia de los que saben qué pasa donde los vecinos y se quedan callados y dicen que “en pleito e marío y mujer nadie se puede meter”.

Que se sepa, de ninguna manera pienso, ni creo, que esta fuera la razón de la agresión, pero sí que fue la creencia de los espectadores de tan cruel espectáculo, que no tuvieron el valor de auxiliar a una indefensa mujer tratada a galletas y patadas por un animal irracional, porque otra calificación no le pega, todo por un accidente de tránsito entre un David y un Goliat de dos medios de transporte, en el que David salió siendo el vapuleado.