Uno de los gestos afectivos de más versatilidad es sin lugar a dudas el abrazo. Abrazamos para saludar, abrazamos para despedirnos, abrazamos para dar el pésame, abrazamos al amigo, abrazamos cuando queremos reconciliarnos, abrazamos al débil, al derrotado y también abrazamos al triunfador. Es un gesto que encierra muchos significados y que, además, no requiere ni siquiera de palabras que lo acompañen. Incluso, en la actualidad es uno de los consejos de los médicos en la búsqueda rápida, no farmacológica, del equilibrio: el gesto de abrazar atenúa las tensiones psíquicas y físicas y favorece la relajación. Esto lo decimos sin entrar en mayores profundidades, porque, evidentemente, un abrazo no cura la ansiedad o la depresión…

En 1976 en España, meses después de la muerte del dictador Francisco Franco, prevalecía la incertidumbre sobre el futuro político del país. Las fuerzas que durante cuarenta años habían resistido al franquismo se agrupaban en la Junta Democrática, con la que colaboraban escritores, actores, abogados, arquitectos y también pintores, como el valenciano Juan Genovés, quien donó a esta plataforma un cuadro suyo, que hoy pertenece al Museo Reina Sofía, en el que aparecen varias personas dándose un abrazo. En aquellos años,Genovés, un hombre generoso y comprometido con las causas más nobles, además, cedió los derechos de reproducción de su cuadro El abrazo, que se convirtió en representativo de un periodo histórico tan decisivo como la Transición a la democracia, a la sección española de Amnistía Internacional que le considera el pintor de la humanidad.

Eran años muy duros en este país… En enero de 1977, dos pistoleros fascistas acribillaron a sangre fría a cinco abogados comunistas que defendían a los trabajadores en su despacho del centro de Madrid. Más violencia y sangre para intentar detener a una sociedad que salía de la asfixia moral y política en la que estuvo sumergida durante cuarenta años. Un país en blanco y negro que aún no se liberaba de aquella represión brutal de las libertades.

Un cuarto de siglo después, por iniciativa del sindicato Comisiones Obreras, Juan Genovés creó una escultura de metal forjado, El abrazo, que desde 2003 todos podemos contemplar en la plaza de Antón Martín, en la calle Atocha de la capital española, muy cerca del lugar donde estuvo el despacho de aquellos abogados. En esta obra en una especie de muro compacto se funden en un abrazo sólido hombres y mujeres que no tienen un rostro definido.

El abrazo, la obra de Genovés, simboliza desde hace muchos años la reconciliación política y social que acompañó a España en el difícil camino hacia la reconquista de la democracia.

El abrazo es el gesto más humano y versátil. Creo que es época debemos detenernos y de reflexionar sobre nuestras posturas y pensamientos, de dar al otro que piensa de forma opuesta la oportunidad de un abrazo que es la forma gestual de paz y hermanamiento.