Marco Fidel Suárez es digno de conmiseración, solidaridad y pleitesía. Nació en 1855 en un remoto poblado colombiano en una choza de paja y suelo de tierra. No lo reconoció su aristocrático padre. Su madre lo crió trabajando como lavandera y siendo muy niño antes de entrar a clases vendía los panes que su madre amasaba y horneaba en el hogar.

 

A los 14 años ingresó al Seminario de Medellín en donde se destacó por su aplicación y disciplina. Al concluir su formación religiosa no fue consagrado como sacerdote al no haber nacido como fruto de un matrimonio católico. Asumió esa amarga decisión sin amilanarse y se consoló indicando que al no sentirse “suficientemente digno” para el sacerdocio no pediría al Vaticano una dispensa para ser ordenado.

 

Abandonó la vida religiosa y en Bogotá, en diciembre de 1881, con solo 26 años, ganó un certamen organizado por la Academia Colombiana de la Lengua conmemorando el centenario del maestro Andrés Bello. Su ensayo “La gramática Castellana de don Andrés Bello” sometido con el seudónimo W.Z.K. cautivó al jurado y convirtió al joven autor en celebridad literaria. Así lo admitieron como Miembro de Número de esa Academia, validado por la Academia Española de la Lengua.

 

En 1885, con 30 años, inició su vida política llegando a desempeñar altas funciones, como legislador, ministro de Instrucción Pública y de Relaciones Exteriores , destacándose como internacionalista con su doctrina “Réspice Polum”. El 7 de agosto de 1918, con 63 años, ya anciano, fue electo presidente de la República. El 14 de octubre murió en Pittsburgh su hijo de 19 años, Gabriel Suárez Urrutia, afectado por la pandemia “spanish influenza”, que cobró 40 millones de víctimas a  nivel mundial. Gabriel había estudiado ingeniería eléctrica durante dos años en Estados Unidos y fue enterrado en Nueva York el 23 de octubre.

 

Perder su hijo le causó una pena de la cual no se repuso jamás. Como ferviente católico le atormentaba no saber si su hijo había recibido la extremaunción. El 25 de agosto del 1919, diez meses después, llegó a Cartagena el cadáver de Gabriel Suárez, a bordo de un trasatlántico norteamericano luego del suplicio de tediosos trámites. Como no tenía fondos para cubrir el costo de la repatriación, Marco Fidel vendió los sueldos que en el futuro recibiría como presidente.

 

Laureano Gómez “El Ovejo” aprovechó esa muestra de honestidad y el 26 de octubre de 1921 acusó de indigno al presidente Suárez ante la Cámara de Representantes por haber  tomado un préstamo personal a un banco extranjero que hacía negocios con el Estado, poniendo Marco Fidel como garantía todos sus exiguos bienes y sus sueldos. Aunque escribía contundentes discursos, Marco Fidel no era un gran orador y hablaba en voz baja. El 27 de octubre fue recibido con rechiflas por los legisladores y se marchó sin poder defenderse. El Congreso formó una comisión para evaluar la conducta del presidente y se levantó un acta para establecer las condiciones bajo las cuales el presidente Suárez se retiraría del poder.

 

Marco Fidel sabía que sus acusaciones tenían como trasfondo el resentimiento de “El Ovejo” y el trascendental  Tratado Urrutia-Thompson para restablecer las relaciones con Estados Unidos y recibir la astronómica suma de 25 millones de dólares de la época, como indemnización a Colombia por la secesión de Panamá como república independiente , lo que propició la construcción del canal transoceánico.

 

Marco Fidel reconocía la necesidad de que el Tratado se aprobara pero, al no ser codicioso, no tenía como propósito prioritario manejar por sí mismo los millones de compensación y aceptó retirarse de la presidencia solicitando una licencia, siempre y cuando ocupare ese puesto el “designado” que, de acuerdo a la constitución asumiría el poder sin que hubiera un vacío político. El 9 de noviembre notificó al presidente del senado su separación de la presidencia, sin renunciar.

 

Ya fuera del poder, don Marco escribió un folleto para defenderse de las acusaciones, pero fue robado del taller de impresión de los hermanos salesianos por su acusador, Aureliano Gómez, quien lo reprodujo acompañado de una foto de sí mismo, y con malvadas tergiversaciones en el texto. Con sarcasmo, “El Ovejo” agregó que de una manera misteriosa la Divina Providencia había hecho posible que ese escrito llegase a su poder.

 

El 30 de mayo de 1922 el Diario Nacional publicó la defensa de Marco Fidel titulada “Honores y Deshonra” y el 9 de diciembre se presentó una iniciativa para definir de una vez por toda la situación legal de Suárez a causa de las imputaciones hechas con vesania en 1921.

 

Por fin el 14 de noviembre del 1925 la Cámara de Representantes absolvió a Suárez de las hirientes e injustas imputaciones que amargaron su vida. Murió el 3 de abril de 1927 a los 72 años.