Se ha reportado que mientras las personas deambulan deshidratadas por el desierto acostumbran a ver espejismos. Trucos mentales que hacen parecer charcos de agua dulce lo que son juegos de luz resultantes de la refracción solar en la arena. La metáfora resulta válida para describir lo que hemos atravesado los y las progresistas de la República Dominicana desde la última década del siglo pasado.
En estos años del reinado neoliberal han surgido iniciativas auspiciosas que en más de una ocasión se han visto como fuentes hídricas. Proyectos con aciertos. Movilizaciones que parecieron el reseteo que necesitamos. En ningún caso lograron calar entre la ciudadanía y se han quedado rezagadas. A pesar de lo esperanzadoras de las mismas todas ellas han tenido un mal común: adultocentrismo y escasa presencia femenina.
La inexistencia de experiencias exitosas desde la izquierda ha generado un escepticismo petrificado en nuestro país. Tenemos una parte importante de la sociedad, que aunque reniega del pobre desempeño de la derecha en el ejercicio político gobernante, no se permite ver posibilidades. La llamada izquierda social, creyendo que observa la calle desde su ventana, luce parada frente a un espejo retrovisor que le impide ver los rayos de luz que asoman.
En esta entrega a los lectores les quiero mostrar “un manantial de sueños posibles”. Indicios de la emergencia de una juventud con vocación política transformadora. El surgimiento de una plataforma comunicacional como El Mitin; la Guía Política, una escuela política dirigida por Virginia Antares, la iniciativa del Instituto de Investigación Social para el Desarrollo… Un intelectual con la profundidad de Elvin Calcaño y un joven economista armado de nuevas categorías de análisis como Francisco Tavárez, comunicadoras como Carolina Santana o Mellizen Uribe, son apenas botones de muestra de un relevo generacional alucinante. Un liderazgo inédito que desde una visión crítica están sembrando la semilla de una izquierda renovada en el Siglo XXI.
La inexistencia de experiencias exitosas desde la izquierda ha generado un escepticismo petrificado en nuestro país.
Como expresión de masas, la juventud movilizada en la Plaza de la Bandera se corresponde a ese despertar de los milenials. Con menor proyección, pero igual calado tuvimos a Guardianes de la Democracia. Es la nueva fuerza transformadora que se gesta en la República Dominicana. Una generación que no le tomó préstamos a un pasado de una izquierda autoreferenciada. Una camada de dirigentes que al fin rompió los catecismos marxistas y prescinde de amuletos, fetichismos e idolatrías ideológicas. “Una luz que se prende nueva”.
Al fragor de esa incipiente, pero prometedora franja social, nace Opción Democrática, organización política surgida como una de las expresiones de este despertar. Un partido político para este siglo. Se evidencia como la primera organización constituida y pensada por quienes serán los protagonistas y tienen la vocación para dirigir la sociedad dominicana del Siglo XXI. Un instrumento de lucha por el poder regido por la promoción al respeto de los derechos humanos, la democracia y la inclusión social como principios cardinales. Que lucha por una Quisqueya “libre de prejuicios, y … llena de justicia, y … donde el sol habita”.
La Dirección Política de Opción Democrática está conformada en un 80% de jóvenes de menos de 35 años. Es la primera instancia política en la historia dominicana que ha garantizado la paridad de género en cada una de sus direcciones territoriales e instancias de dirección. Aún más, cada uno de sus organismos de dirección está integrado por una mayoría de mujeres.
En el marco de un liderazgo colegiado, se honra de tener entre su dirigencia a nuestra mariposa de la utopía: Minou Tavares, al diputado José Horacio Rodríguez y a Mario Sosa el regidor más votado en todo el país en las últimas elecciones. A ella y ellos les acompañan un surtido grupo de dirigentes que están dispuestos a dar la cara al pesimismo. Un grupo de líderes que ejercen el sacrosanto derecho de vivir la política desde la alegría, combinan el compromiso con la felicidad como emblema. Un coro que grita que “contigo es posible, que si, si si una Nueva Quisqueya Vive”.
Este partido que acaba de ser habilitado de nuevo por la JCE adopta la buena política como su sello distintivo. La buena política que rinde cuentas, la buena política vinculada con la ciudadanía, la buena política con sensibilidad social, la buena política con vocación de servicio. Además de esos apelativos éticos también la buena política como sinónimo de eficiencia, agilidad, innovación y resiliencia.
Reivindica el rol medular de los partidos en la transformación social desde la conducción del Estado. Como un ejercicio republicano, democrático y emancipador se prepara, desde ya, para presentar boletas con candidaturas propias y en alianza con fuerzas progresistas, para el próximo concurso electoral. Ahí estará Opción Democrática testimoniando que el presente rompió fuente y estamos en labores de parto.
*en cursivas versos del himno de Opción Democrática