Los doce de octubre de cada año en Baní amanecía el uniforme de kaki de la escuela almidonado el cual  había que ponérselo después del desayuno y unos zapatos domingueros de charol que brillaban aunque no hubiera sol.  Todos llegábamos sonrientes y felices a la escuela: Era el “día de la raza”.

Había poesías, canciones que culminaban con un drama donde Cristóbal Colón llegaba curioso, “en tres casa gigantes por el mar” y muchos de mis compañeros, casi desvestidos, mejor dicho, “vestidos de indios”, con peluca y todo, llevaban frutas, flores y cocos, que realmente estos últimos  no existían cuando  llegó el Almirante.

Y eso sucedía  no solo cuando yo era chiquito, si no todavía hoy.  Acabo de ver  varias niñas con trajes representativos dominicanos, blancos, rojos y azules camino a los colegios.  Hubo desfiles y  todo.   ¡Con diversidad de símbolos se volvía a la misma cosa!

En realidad la alegría era por la llegada de los españoles: “Grandes”, blancos, vestidos, hablando otro idioma, modernos, extranjeros, con brillantes espadas a la cintura.  Y sobre todo, como decía una profesora muy orgullosa: “Si no fuera por ellos, todavía anduviéramos con taparrabos como andan muchos indios hoy en día en el amazonas”.

Pero todos los honores eran por la hazaña de los españoles que habían “descubierto” la otra parte del mundo que se desconocía.  La epopeya era tan grande, que desde entonces la historia del mundo europeo se dividía en un antes y un después de esta hazaña.

Ese “día de la raza” solo se hablaba de los osados españoles que lo desafiaron todo para llegar hasta aquí.  Era un día sagrado, porque gracias a ellos, a estas tierras llegaba el progreso y la  modernización.  Solo se oía el susurro de adiós a la ignorancia y el salvajismo, por la presencia  de los cristianos y civilizados españoles.  ¡Bendito sea Dios!

El profesor y la profesora de historia después de ese día, mencionaban fragmentadamente lo que había ocurrido.  En el fondo el encuentro entre indígenas y españoles fue muy amistoso el primer día,  pero luego muy muy desigual porque los primeros pasaron a ser esclavos y a ser explotados por los segundos.  ¡La alegría del encuentro duró muy poco!

La historia pasó a narrarse al revés de lo que ocurría.  Los españoles nunca les preguntaron a los indígenas cuanto tiempo tenían viviendo aquí desde que se dio el primer encuentro.  Se asombrarían si les dijeran más de 5,000 años.  Entonces ¿Quién “descubrió a quién?

Se inventaron que los indígenas no eran seres humanos como ellos.  Unos dijeron incluso que no tenían almas y que estaban en estado de salvajismos, por lo tanto eran seres inferiores y no tenían ningún derecho sobre la tierra que habían nacido y no había porque respetar los  derechos humanos.  Nada que se hiciera sobre ellos era  pecado y todo estaba permitido, a tal  punto que podía asesinarse a un indígena y  el domingo tranquilamente comulgar sin confesarse. Entonces se repartieron sus tierras con ellos dentro. Los historiadores de lo conquistadores solo le llamaron a estos “las encomiendas”.

Es una historia que está  por escribirse como fue realmente. Pasaba hace algunos días frente a la catedral y la fortaleza Ozama y me  quede  asombrado de la creatividad y de la majestuosidad de esas edificaciones?  ¿Todas esas piedras estaban ahí o las trajeron de algún lado? ¿Quién la trajo? ¿Cómo la llevaron hasta esos lugares? ¿Si no estaban talladas quienes lo hicieron?

Muchos solo tienden a  decir ¡Qué grandes fueron los españoles que fueron capaces de hacer estas maravillas!  Busqué por toda ciudad colonial la placa de los nombres de los constructores?  No los encontré, pero oí claramente cuando un indígena le decía todo el trabajo forzado y el sufrimiento para hacer todo esto.  Y dice que en las últimas edificaciones vio algunos que no eran de su color y cuando comienza a saberse todo la verdad el 12 de octubre  sigue celebrándose en Dominicana.

Faustino Rodríguez, presidente  de la Unión Iberoamericana, propuso en 1913, el 12 de octubre como el “Día de la Raza”.  Los españoles dos años después, lo bautizaron como “Día de la Hispanidad”, pero México con una conciencia indigenista  le llamaron “Día de la Raza Americana”, aunque algunos países neo colonizados  como Chile llegaron a bautizarlo como “El Día de Colón”.

Venezuela lo bautizó como “Día del Descubrimiento de dos mundos”, Argentina le llamó “Día del Respeto a la Diversidad Cultural y el más osado ha sido Perú al bautizarlo como “Día de los Pueblos Originarios y Diálogo Intercultural”.

Es un absurdo seguir neo colonizados, repitiendo alienadamente una historia al revés, distorsionando la realidad.  Fue un tropezón sino un encontronazo.  Y lo más absurdo aún es que la “raza” solo existe para la poesía, antropológicamente no hay razas sino “grupos étnicos”.  A propósito están regalando una estatua de Cristóbal Colón que no encuentran donde ponerla en New York, como ocurrirá con el 12 de octubre.