Que un grupo europeo  de verdaderos psicópatas-como se va a demostrar líneas abajo-se embarcara en una aventura descubridora marina con ansias terribles de hallar oro y especias, formados en una religión avasalladora, intérprete de un cristianismo completamente dislocado y peligroso,  por no decir mortal por necesidad, se tropezara en el camino con unas formaciones sociales en estado de comunismo primitivo, viviendo en paz con los suyos y los vecinos y  que la esclavizara, violara sus mujeres, matara  a su gusto y ocupara por la fuerza bajo el terror religioso y el sometimiento inmoral y brutal,  en busca de oro y especias en la expansión de un Estado dogmático y brutal, no debería sorprender a nadie porque así se han librado muchas “conquistas” en el mundo, pero que se le siga llamando más de 500 años después, desde la religión oficial o desde cualquier ángulo que se quiera, “jornada evangelizadora” a aquel holocausto, que se siga celebrando como  gran epopeya combatiente y se le siga alabando y tratando como un hecho histórico enorme cuando ni siquiera-como se ha visto- resulta original ya que antes vinieron otros menos agresivos y menos mentirosos, (vikingos) más discretos y menos horribles en sus métodos bárbaros y sin sus consecuencias trágicas, no sólo es grotesco sino perverso, digno de ponderado cuestionamiento a la luz de estos siglos que deben ser esclarecedores de la verdad y odiadores de la mentira, la perversión y la distorsión de los hechos- véase la narrativa de la Virgen de las Mercedes como una diosa “defensora de la fe”, colocada del lado de torturadores, esclavistas y asesinos de inocentes- tomando en cuenta que ya la gente no es tan ingenua ni tan supersticiosa como en aquellos siglos increíbles.