El ex presidente Donald Trump compareció el pasado miércoles 10 de agosto ante la fiscal general del estado de Nueva York Letitia James quien maneja el expediente en contra del ex mandatario por diversas denuncias de prácticas empresariales ilegales que incluían;  exageración de activos para la obtención de préstamos favorables (aun cuando este no calificara para los mismos) y de subestimación de activos en otros casos con el fin de evadir sus responsabilidades hacia el fisco.

Su comparecencia ante la fiscal general, fue precedida del insólito cateo a su residencia en Mar-a-lago, Florida por efectivos del FBI quienes investigaban el potencial abuso y mal manejo de documentos oficiales. Se recordara que  hace algunos meses, el Archivo Nacional descubrió que Trump había sustraído varias cajas de documentos oficiales, mucho de los cuales clasificados como top secrets (secretos importantes) y que muchos contenían información sobre datos de asuntos nucleares, vitales para la seguridad nacional.

En su comparecencia, el ex mandatario invoco su derecho a la Quinta Enmienda de la
Constitución para no  auto incriminarse. En un comunicado, justifico su derecho al afirmar que “cuando tu familia, tu empresa y toda la gente en tu orbita se han vuelto blanco de una cacería de brujas políticamente motivada y apoyada por abogados, fiscales y los medios de noticias falsos, uno no tiene opciones”. Curiosamente, hace algunos años, Trump arremetía contra sus oponentes demócratas quienes invocaron ese mismo derecho afirmando que solo los culpables se refugiaban en la enmienda.

Al descalificar también el cateo en Mar-a-Lago, insistió, no solamente en que el mismo fue motivado con fines políticos, sino que además incluyo otra teoría conspirativa forjada por algunos de sus abogados en el sentido de que la FBI pudiese haber “sembrado” evidencia en su residencia durante el cateo para lesionar la imagen del ex mandatario.  Según Steve Bannon, quien fuese un ex estratega de Trump, las pesquisas del FBI pudiesen ser parte de un complot del “Estado profundo” que además pudiese incluir planes para “el asesinato del presidente Trump”.

Definitivamente, los ánimos están muy caldeados en estos momentos.  Como atinadamente observara Chris Hedges en su libro  América: el tour de despedida (2018) “ El sistema democrático en Norteamérica se enfrenta al peligro ominoso proveniente de la marginalización y destrucción paulatina de sus instituciones, incluyendo sus cortes, la academia, el cuerpo legislativo, las instituciones culturales, la prensa, esta última que una vez  se aseguraba que el discurso civil se fundamentara en la realidad y en los hechos, ayudando así en la  distinción las mentiras de la verdad, facilitando de este modo la justicia”.

Aun a sabiendas del efecto producido en las multitudes trumpistas enardecidas por ambos sucesos, el axis conformado por el partido republicano, la cadena Fox y las múltiples plataformas de las redes sociales respondieron con una  insidiosa vesania y un llamado a la violencia. En tiempos como los actuales, en donde necesitamos que los líderes y medios noticiosos respondan con sosiego y el llamado a la calma; los vectores antes citados respondieron con llamados furiosos de “guerra”, “asesinatos” de un “ataque” al país y los seguidores de Trump, conjuntamente con un llamado a vengarse del “corrupto” “KGB” americano. Además de una “Gestapo” y un “FBI tirano”.   En su vitriólica andanada llamaron a la retribución, a la “destrucción del FBI” y otros pronunciamientos catastrofistas como “Nadie está a salvo” “Serás el próximo”.

Inclusive la candidata a gobernadora de Arizona, Kari Lake se pronunció diciendo que “este régimen ilegitimo y corrupto odia Estados Unidos y ha convertido al gobierno federal en un arma para destruir a Donald Trump”, a lo que prosiguió con la ya desacreditada denuncia de fraude electoral en los comicios del 2020.

En suma, el asalto al Capitolio del 2021, mismo que intento frustrar la ceremonia de nombramiento de Joe Biden como presidente electo, es prueba inequívoca de que EEUU navega en aguas turbulentas que bien pudiesen llevar la nación al surgimiento de un neofascismo versión Trump. Este proceso no se dará por accidente, ni por actos espontáneos. Ha sido fruto de estrategias de largo plazo implementadas por la derecha estadounidense de una manera muy organizada y sostenida.  Desde las elecciones locales, estatales y federales, las juntas escolares, gobiernos municipales, las legislaturas estatales, hasta las altas estructuras de la cúpula política nacional. Estos atisbos de violencia u posible guerra civil continúan escuchándose a diario en un país en donde cada día vemos como más políticos están dispuestos a ignorar la ley y la constitución en su afán de adherirse al vagón  Trump. En definitiva, una ruptura muy delicada que experimenta la nación en su sistema político y que no brinda ningún tipo de solución a la vista en el corto y largo plazo.