Ana Navarro en la Convención Nacional Demócrata

La convención del partido demócrata de los EEUU, que finalizó ayer jueves 22, fue la ocasión para que el partido presentara sus ideales, agentes y procedimientos en el camino hacia la Casa Blanca. Con respecto a la convención republicana, este partido mostró muchas más perspectivas de cambio. Algunos hasta podrían llamarlo desorden.

En el evento republicano se insistió sobre el mismo mensaje que se ha utilizado en las dos contiendas anteriores, Donald Trump ocupó un lugar mucho más destacado que los demás por tercera vez y hasta la especial oportunidad de innovar, la elección del vicepresidente, más bien solidificó esa misma opción. Es un partido llamado a ser conservador y lo ha sido.

En la reunión de los demócratas en Chicago (2024), por el contrario, aunque las primarias no ofrecieron ni suspenso ni el surgimiento de nuevas figuras, el hecho de que el ganador del mayor número de delegados electorales haya renunciado hace tan solo un mes cambió totalmente el panorama y nos encontramos frente a un evento donde los grandes “barones” del pasado hacían sus reverencias y varios nuevos jugadores empezaron a tomar relevancia, el más conspicuo de todos Tim Walz, prácticamente desconocido hasta hace tres semanas, demostró la disposición del partido a darle acogida a personalidades y perspectivas más tradicionalistas. Otra tradicionalista que ocupó un lugar en el micrófono fue Ana Navarro, mujer de familia simpatizante con los Somoza, ella misma conservadora por todos los costados y republicana “desde mucho antes que Trump”, pero que siente que las acciones del candidato de su partido son muy similares a las acciones de Daniel Ortega en Nicaragua, de los hermanos Castro en Cuba y de Nicolás Maduro en Venezuela.

Ana Navarro en la Convención Nacional Demócrata

Un segundo renglón dentro de la reverencia a las costumbres establecidas fue la escasa mención a países fuera de los Estados Unidos. Aparte de Ana Navarro que, como persona todavía registrada dentro del partido republicano, se sentía más cómoda haciendo paralelismos con figuras extranjeras, las escasas menciones que se hicieron a las relaciones con otros países se dieron, como en el caso de ella, sobre todo dentro del contexto de criticar las afinidades y acciones de Trump.

En términos de acogida a nuevas figuras se les dio visibilidad a figuras jóvenes conocidas como el actual ministro de trabajo Pete Butigieg o la diputada Alexandra Ocasio Ortez y a personas no tan conocidas como el pastor Raphael Warnock (senador por Georgia) y al capitán (retirado) Wes More, gobernador de Maryland.

En términos de semántica, un cambio visible fue la transición del uso de la palabra “esperanza” (hope), nombre de la ciudad natal de Bill Clinton, palabra utilizada por Barack Obama en su campaña de 2008, por su propia esposa Michelle durante su intervención dentro de la convención de este año y, por coincidencia, el nombre que le dio Tim Walz a su hija porque él y su esposa tuvieron dificultades para concebir.  La palabra fue muy usada, es cierto, pero la que más se repitió fue alegría (joy), porque define mucho a la risa y la actitud de Kamala Harris.