La saturación de información y la propagación a gran escala de las noticias falsas a través de las redes sociales tan característica de nuestro tiempo constituye un grave problema para las sociedades actuales y la educación debe desempeñar un rol importante en el tratamiento de la cuestión.
Dentro de este abordaje está el deber de la escuela de proporcionar espacios para el discernimiento crítico de la información. Esto implica no alejar al estudiantado de los dispositivos electrónicos, sino integrarlos al proceso de aprendizaje cotidiano ejercitándolos en el proceso de la discriminación crítica.
Así, la escuela actual puede exponer a los bulos informativos que circulan por las redes y hacer que se discierna sobre el sentido de esos contenidos, el propósito, la plausibilidad de la información, la fuente, así como el modo mediante el cual puede contrastarla para establecer su validez.
De esta manera, una clase de Historia puede convertirse en un escenario para ejercitar la discriminación entre las tergiversaciones históricas y las evidencias documentadas; una clase de Ciencias Sociales servir de escenario para la discusión sobre los bulos informativos relacionados con las teorías de la conspiración política y sus intenciones; una clase de Matemáticas enseñar los patrones de razonamiento que nos hacen incurrir en falacias; o un curso de Literatura mostrar los imaginarios culturales y políticos que muestran las grandes novelas y cuentos.
Sería una forma de lograr un acercamiento entre lo que acontece en la vida del joven estudiantado y los espacios formales de aprendizaje. No solo sería mas estimulante desde el punto de vista pedagógico, sino que estaría cumpliendo un importante rol como contribución a la construcción de una ciudadanía democrática.