La balanza de pagos de nuestro país, es decir el intercambio comercial con las otras naciones del mundo, ha sido reiteradamente negativa durante muchas décadas y parecería que seguirá igual rumbo para las próximas décadas, tomando en cuenta que los principales factores y variables que han determinado este comportamiento prevalecerán también.

 

De acuerdo con las cifras que aparecen publicadas en los anuarios “Dominicana en Cifras” de la oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y del Banco Central, la balanza de pagos de los últimos quince años ha mostrado el siguiente comportamiento:

Como puede observarse, de hecho, la balanza de pagos del país creció negativamente a razón de un 25.1% anual en estos últimos 15 años (2005-2020) y en valor absoluto el crecimiento fue de 3,600 millones de dólares.

 

Veamos ahora, cual ha sido el rumbo de nuestra economía en cuanto a la contribución al PIB de cada uno de los sectores económicos:

Indudablemente que la contribución de cada sector al PIB no ha tenido una variación significativa, en los últimos 15 años y se podría decir que se corresponde con la corriente de economistas y planificadores, que apuestan a que los países en vía de desarrollo se orienten hacia una economía de servicios, porque ya los países industrializados se le fueron adelante y resulta muy cuesta arriba poder alcanzarlos y sobre todo competir con estos.

 

Lo anterior no es una premisa absurda, porque ciertamente los países desarrollados, ya han recorrido un camino largo y además ya también tienen grandes ventajas en cuanto a recursos económicos, inversiones realizadas en investigación y desarrollo, tecnología, lo cual podría ser una utopía para los países de ingresos medio y bajos, ya que estarían muy en desventajas para enfrentar a esas economías avanzadas e industrializadas.

 

Entonces, parecería que lo que le corresponde a los países como el nuestro seria, convertirnos en suplidores de servicios y de materias primas y alimentos, lo cual no implica necesariamente que no debamos desarrollar el sector primario, que ha permanecido prácticamente estancado durante varias décadas, como se aprecia en las cifras del cuadro anterior.

 

En tal sentido los esfuerzos y concentración deberán orientarse a construir un sector primario que coadyuve con el terciario, toda vez que a la luz de los resultados que hoy tenemos en cuanto a nuestra balanza de pagos, podría ser una eventual solución a su continuo déficit. La inversión por realizar sería entonces en investigación y desarrollo, tecnología, maquinarias, en la mejora y la mecanización de la agricultura y en los procesos propios de integración que procuren un mayor valor agregado a los productos de la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca.

 

El intercambio comercial de productos procesados del sector primario conlleva una ventaja para nuestro país, ya que disponemos de tierras muy fértiles y adecuadas para muchos cultivos, para ganadería y la silvicultura y de igual manera de condiciones excepcionales para el desarrollo de la pesca y posterior procesamiento de estos productos del mar.