Mi esposa Elba y yo aguardamos, celosamente, la llegada del día de la nueva exposición pictórica de Dustín Muñoz, con el título de Terra lux, y aunque llegamos de manera puntual al Museo de Arte Moderno, encontramos al artista creador de las obras, de hecho, ya en exhibición en aquel impresionante espacio arquitectónico, rodeado de una gran multitud. Allí estaba Dustin sin más aspiración que la de llevar su patria al hombro tanto en su lienzo como en su ejemplar humildad. Todos sabemos que su talento, sencillez y compromiso social, desde el arte, han sido su carta de presentación durante toda su vida.
Mientras realizaba el recorrido viendo la exposición, pensé que debía volver al museo para darle una segunda lectura a las obras. Tres días después de haber pasado la fase inaugural de la exposición, en una conversación telefónica entre mi esposa y Dustin, ella le dijo que yo me estaba preparando en casa y que volvería al museo a ver nuevamente las obras allí expuestas. Es cuando entonces él le expresa que se había dado cuenta de que, por la gran cantidad de personas que asistió al evento aquella noche de apertura del acto, no pudo dispensarme el tiempo que él creyó necesario y que ésta era una oportunidad para acompañarme un momento antes de que yo iniciara el nuevo recorrido. Le agradezco su bello gesto. Reconozco que su gran humildad es también parte de su grandeza.
Cuando llegué a la sala del museo, donde aún se encuentran sus bellas obras de arte en exposición, Dustin Muñoz estaba allí esperándome en el más formidable gesto de respeto, consideración, cariño, humildad. Quiso saludarme y acompañarme antes de que yo iniciara mi nuevo recorrido por esa importante muestra producto de su genio creador. Siempre he sentido un profundo orgullo de haber sido su maestro en sus primeros años de estudiante universitario. En la UASD.
"¿Cuándo descubriste que eras artista?", le pregunté. Me narró que cuando él tenía unos seis años edad allá, en su pueblo de Loma de Cabrera, observó que estaban realizando un retrato con una mujer como modelo. Esto le impactó grandemente y a partir de ese momento inició su carrera haciendo lo que vio hacer en plena calle de su querido pueblo, hasta convertirse en el pintor del pueblo que le vio nacer.
Contemplar las obras de Dustin Muñoz, es como pasearse por el rastro de la vida cotidiana de los seres humanos y descubrir los múltiples mundos que conforman su propia existencia: su contexto social; su vida virgen o transformada en el tiempo. Se destacan en su obra una multiplicidad de elementos del medio circundante que aparecen y reaparecen como si brotaran de los surcos de la tierra arada, que se abre a la vida. Parecería que el alma interior del artista arrastrara una lejana infancia que no lo abandona y que carga, a su vez, como un río, todos los objetos propios de sus recuerdos recurrentes en su memoria y que tienen la vocación incontenible de aparecer con alta frecuencia en sus obras.
Bajo la densidad del aspecto estético de sus obras, Dustin plasma su visión crítica sobre la realidad social y humana presentes en la sociedad; sin embargo, la extraordinaria calidad artística de su arte nos obliga a una lectura profunda de los elementos presentes en cada uno de sus trabajos, casi siempre, envueltos bajo el manto de un realismo fantástico lleno de una magia que nos deleita en la simple contemplación de sus múltiples sentidos.
Muchos de los grandes fenómenos ocurridos en la humanidad han sido planteados como predicciones y premoniciones desde la ficción en la imaginación de los artistas. En este sentido, me permito citar a nuestra Mariam de Tolentino, en relación con la visión de futuro en algunas obras de Dustin Muñoz. Citamos:
"Y la mejor sorpresa fue que, por una especie de premonición, llevan máscaras, cuando, realmente, él pintó las tres obras unos dos años antes de que sucediese la desgracia de la COVID-19. Pero, aparte de la excelencia del cuadro en sí, esta coincidencia, casi inverosímil, impactó a mucha gente. Son pinturas exquisitas en una gama de pocos colores y múltiples tonalidades, donde el amarillo (pre)domina". (Extraído del texto de Mariam de Tolentino: Dustin Muñoz: un gran clásico contemporáneo).