Pocas fueron las páginas que dejó y pocos los que las han leído. Quienes creen conocerlo solo conocen su caricatura. Confunden el amor a la propia patria con el odio a la patria ajena. Se enfocan en una inexistente inquina. Se hacen de la vista gorda ante su sacrificio y ante su generosidad. Por ignorancia o inercia, lo equiparan con otros dos que no tuvieron ni su fe ni su firmeza. Y aunque algunos se dicen sus discípulos, es tan difícil encontrar el ideal duartiano en sus corazones como el término duartiano en las páginas del diccionario.