En el año 2021 líderes de todo el mundo se reunieron en la COP26 y se comprometieron a tomar acciones contundentes a fin de alcanzar la meta de reducir las emisiones de gas invernadero a cero para el año 2050. Comprometidos con la causa apodada como cero neto, más de tres mil empresas han ideado ambiciosos planes estratégicos que les permitan llegar a la meta demostrando así su compromiso con el medio ambiente. Sin embargo, la realidad ha sido otra donde la inflación pospandemia, la guerra en Europa, la inseguridad energética y una posible recesión global atentan contra las políticas y prácticas sostenibles que muchas de estas empresas han ido implementando.

La transición a cero neto se hace más difícil en estos tiempos de incertidumbre donde los líderes de las empresas buscan velar porque se continúe avanzando en el arduo trayecto hacia la sostenibilidad agregando valor a su gestión, pero también velando por la seguridad económica de sus negocios en esta era de turbulencia económica y asombros políticos. Entendemos que la mejor forma de sobrellevar los temas actuales sin perder el enfoque en la meta del 2050 es adaptando las estrategias empresariales de forma resiliente ante tantas situaciones emergentes.

Convertirse en una empresa que produzca cero emisiones de gas invernadero conlleva una inversión económica en personal capacitado y maquinaria que permita a las empresas continuar sus labores con materia prima distinta a la que están habituadas a utilizar, así como también en la reestructuración y creación de procesos. Desafortunadamente, los acontecimientos mundiales también han afectado el espectro de los talentos, causando así una fuga de este lo que eleva los costos de retención para la empresa aparte de los costos mencionados anteriormente.

Considerando esto, exaltamos la importancia de la resiliencia y su presencia en las estrategias de sostenibilidad.  Para esto, los lideres se beneficiarán de flexibilizar sus estrategias y aceptar que algunas metas podrían ser pospuestas del corto al mediano plazo y otras podrían ser replanteadas a fin de enfrentar los altos costos producto del contexto actual. A través de una estrategia de sostenibilidad resiliente las empresas pueden aumentar su competitividad en el mercado por tres razones: primero, la capacidad de adaptación es un valor agregado sumamente valorado hoy en día; segundo, les será más fácil sobrepasar los periodos de turbulencia que se han estado presentando; y tercero, es muy probable que la competencia que no tenga políticas flexibles se tome una pausa en sus practicas sostenibles a fin de minimizar costos en estos tiempos de crisis y posible escasez.

Como líderes ejecutivos, se vuelve imperativo estar un paso adelante con la creación de estrategias de sostenibilidad. Para ello, hemos identificado algunas pautas como el diversificar el suministro de energía de la empresa mediante el acelere del uso de energías renovables tales como el hidrógeno y las energías verdes, ya que el no depender de una sola fuente de energía dará mayor continuidad a los procesos ante cualquier eventualidad.

Otra práctica es el adaptar sistemas y métodos ya existentes con nuevas tecnologías que los preparen para ser útiles dentro de un futuro sostenible, esto va de la mano con proponerse ser una empresa que aspira más allá de ser cero neto a ser una empresa netamente natural. Para ello se garantiza una cadena de suministro responsable, así como también una reserva de materia prima más amplia. Tener un sistema que pueda ser adaptable le permite al director de cualquier entidad ser más creativo y rápido en la resolución de problemas, a su vez permite que la solución ante una escasez de materia prima no sea tener que volver al uso de recursos que atenten contra el plan de sostenibilidad a largo plazo.

Por último, no solo el líder debe ser resiliente, también su equipo. Para esto es necesario identificar qué nuevas habilidades requieren las empresas por parte de sus talentos a fin de alcanzar la meta que cada una se han propuesto para el año 2050. Luego de identificadas, será importante implementar capacitaciones que pulan y refuercen las habilidades blandas necesarias para el nuevo esquema de producción o trabajo.

Una de esas habilidades será la resiliencia, esto se debe a que en el proceso de cambio es posible que deban tomarse decisiones que luzcan como pequeños retrocesos; sin embargo, no necesariamente lo son. Independientemente de la meta de la empresa, siempre se van a presentar dificultades que requieran de un accionar inmediato para el cual el nuevo plan de acción de la empresa puede ser que no esté preparado. No obstante, si el líder y la empresa accionan con agilidad, mantienen la visión y aprovechan la oportunidad brindada de dar un paso atrás y mejorar algún proceso pueden mejorar no solo el futuro de su negocio sino el del planeta.