En estos días recientes, muchos dominicanos hemos celebrado con singular alborozo la feliz apertura del museo-escuela dedicado a honrar la memoria del Dr. Manuel Antonio Tejada Florentino, eminente cardiólogo salcedense, adalid de nuestra libertad y dignidad patria, muerto en olor de heroísmo, víctima de la persecución y los vejámenes de la agonizante dictadura trujillista.

Es un nuevo y especial motivo para que  la   provincia Hermanas Mirabal, junto con la casa museo ya dedicada a las inmortales heroínas  y su fiel acompañante Rufino de la Cruz,   continúe siendo, y ahora mucho más,  centro de peregrinaje patriótico, donde continúen alimentado sus sueños de justicia y libertad todos los dominicanos, y especialmente  las nuevas generaciones, tan necesitadas, hoy más que nunca, de referentes nobles que inspiren entrega, elevación y altruismo.

Es digna de todo encomio y apoyo  la admirable labor que durante años  viene llevando  a cabo el consagrado músico y meritorio ciudadano Manuel Tejada,  digno vástago del Dr. Tejada Florentino, con el apoyo de familiares, amigos  y comprometidos defensores de los mejores ideales patrios, de cara a la feliz materialización de tan noble y elevado propósito.

No es nueva la loable aspiración de resaltar los reconocidos méritos del Doctor Tejada Florentino.  Ya a principios de 1962, tras el renacer de la libertad, luego del largo y doloroso paréntesis dictatorial de 31 años, al referirse a este egregio patriota, escribía el Doctor Jaime Manuel Fernández:

El pueblo dominicano tiene contraída con el Dr. Tejada F. una enorme deuda de gratitud que ya debe manifestarse en las más amplias proporciones. Quizás muchos no tuvieron la oportunidad de conocerle y tratarle, pero estoy seguro que si hubiesen experimentado este privilegio excepcional hubieran palpado la exquisita grandeza de este paladín de la libertad dominicana y también habrían convenido que se hace necesario y urgente que nuestra Patria conozca sus héroes y sus mártires y los lleve al santuario de la inmortalidad”.

1.- Los humildes orígenes del Dr. Tejada Florentino.

Nació este ejemplar ciudadano y patriota en la Provincia de Salcedo, hoy Hermanas Mirabal, el 17 de diciembre de 1907. Fueron  sus padres Luis María Florentino y María Heriberta Tejada.

Venciendo adversidades e infortunios, a base de indecibles esfuerzos, trilló el camino indetenible de su superación. Como afirmara en 1966 la Dra. María Onaney Sánchez de Guerra: “cada día de su vida fue un ACTO HEROICO. Cada latido de su corazón era un ANHELO DE TRIUNFO”.

Sin haber cumplido aún los siete años de edad, comenzó a forjar su carácter en las exigencias del duro trabajo. Ya entonces, lustraba zapatos, ayudando a sus laboriosos padres en el sustento del hogar.

Es su propia madre quien le alfabetiza y le enseña los primeros rudimentos del saber. Cursó hasta el sexto grado en la escuela graduada de Salcedo, dirigida entonces por la notable educadora María Josefa Gómez, quien le preparó al octavo grado.

Al propio tiempo, se ganaba el sustento vendiendo periódicos y luego aprendió el oficio de la ebanistería, trasladándose a la provincia de la Vega para perfeccionar el dominio del oficio, regresando a Salcedo a instalar su propio taller.

Para comprender a cabalidad la reciedumbre ética y cívica del Doctor Tejada Florentino,  y lo que sería después su indeclinable compromiso patrio,  bastaría meditar en unos pensamientos que escribiera en un cuaderno de química, al inicio de la era de Trujillo, cuando comenzaba a entronizarse con ímpetu indetenible el despotismo: “…vivimos en una época en que la honradez es un delito, empero, mantendré mis principios de dignidad mientras le queden dientes a mi serrucho”.

Amplio de miras, abierto a las más diversas manifestaciones del espíritu, escribía versos para hacer volar su imaginación hacia nuevos derroteros.

Como estudiante libre, debido a sus carencias de recursos,  preparaba su bachillerato, viajando a lomo de caballo entre Salcedo y la Vega al tiempo que se iniciaba  también en los estudios de la música, bajo la dirección del Profesor Ramón Díaz y con la Profesora Gómez  estudiaba matemáticas e idiomas. Llegaría a convertirse en el primer salcedense en dirigir  la banda municipal de música.

En la Escuela Normal de Santiago, en calidad de estudiante libre, presentaría sus exámenes para graduarse de Bachiller en Ciencias Físicas y naturales en 1935. Luego se trasladaría a Santo Domingo a iniciar sus estudios de medicina.

Entre 1935 y 1940 cursó sus estudios de medicina, graduándose  el 9 de noviembre de 1940. Se traslada a Tenares, donde se dedica al digno ejercicio de su profesión y se convierte en orientador de la juventud al tiempo que contrae matrimonio con la Señorita Sofía Tabar el 13 de noviembre de 1942.

UNTO A SU ESPOSA, DOÑA SOFIA TABAR DE TEJADA

De su  unión nacieron Rosa Leonor, José Ignacio, Lucía Altagracia, Marina, Ana Sofía y Manuel Antonio. De otras relaciones nacieron sus hijos  Víctor Manuel, Estela y Marina, legalmente reconocidos y de cuyos cuidados y educación se ocupó siempre al igual que sus hijos de matrimonio.

En su constante afán de superación, haciendo ahorros a base de indecibles sacrificios,  se traslada a México en el año 1948, matriculándose en el prestigioso Instituto de Cardiología Ignacio Chávez. Tal fue la disciplina y talento exhibidos durante su proceso de especialización, que merecería el encomio del eminente galeno.

A su retorno, en 1951, dadas sus especiales condiciones y su alto nivel de especialización, es designado Director de Cardiología del Hospital Salvador B. Gautier, adscrito entonces a la Caja Dominicana de Seguros Sociales.

Cuando tras el triunfo de la revolución cubana, el 1 de enero de 1959, comienzan a articularse los aprestos conspirativos del movimiento clandestino 14 de junio, el Doctor Tejada Florentino se convirtió en uno de sus cuadros más comprometidos con la lucha libertaria, de tal suerte que le correspondió asumir la presidencia de su  Comité en el Distrito Nacional.

En tal virtud, fue designado para participar en la asamblea fundacional del Movimiento, llevado a efecto en la finca del arrocero Charles Bogaert, en Mao Valverde, el 10 de enero de 1960, no obstante, se vio imposibilitado de asistir, dado que, fiel a su juramento hipocrático,  acudió solícito a brindar asistencia médica a un paciente que le requería.

En su amplia visión política, sabía que la articulación clandestina contra la tiranía, era apenas el preámbulo de lo que habría de ser  la conformación de una plataforma organizada, capaz de dirigir los esfuerzos hacia la liberación y la prosperidad del pueblo dominicano.

Se afirma, en tal sentido, que llegó a esbozar un documento base con  ocho puntos esenciales de lo que denominó “Partido Revolucionario Institucional Dominicano”( PRIDO). Penosamente, los agentes de SIM se apropiaron de las copias del mismo, lo cual impidió que podamos disponer hoy de tan valioso documento histórico.

2.- Incidencias en torno a su desaparición y muerte.

DR. MANUEL TEJADA FLORENTINO

En los primeros días de enero de 1960, tras la conformación en Mao de la directiva del movimiento clandestino 14 de junio, el mismo fue delatado, desatándose la persecución terrible contra todos sus integrantes por parte de los temibles agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), dirigido por el siniestro personero del régimen Johnny Abbes García.

Es en tan complejas circunstancias que, en la mañana del 19 de enero de 1960,  a eso de las 10:00 a.m., se presentaron al consultorio del Doctor Tejada Florentino, en el Hospital Salvador B. Gautier, tres agentes del SIM, entre ellos el denominado Rafael Palma(Flicho Palma) , de Tenares, haciéndolo preso en el acto.

Cabe significar que el denominado “Flicho Palma”, era ahijado del Dr. Tejada Florentino y había recibido de este numerosos favores.

Desde el mismo consultorio llamó a su esposa, Doña Sofía Tabar de Tejada, a fines de informarle de lo que le había ocurrido. Horas después, los mismos esbirros se aproximaron hasta su residencia, requiriéndole a su esposa un arma de fuego que el Doctor Tejada Florentino portaba con permiso legal, al tiempo de informarle que el mismo había sido detenido por “chismes”.

Desde allí fue trasladado al tenebroso centro de tortura de la “40”. En aquel antro fatídico, correría la desgraciada suerte de los prisioneros que eran llevados hasta allí: primero el brutal despojo de sus vestimentas, como recurso psicológico de desmoralización y luego las torturas indecibles, practicadas con la sevicia  inimaginable de los amaestrados esbirros del temible SIM.

Los vejámenes y tormentos en nada aflojaron su entereza de carácter ni el arraigo profundo de sus patrióticas convicciones. Se cuenta que lacerado su cuerpo por efecto de los alambres y vergajos, pasó frente a la terrible silla eléctrica en la cual uno de sus compañeros de lucha jadeaba en infernales estertores. Su voz de aliento ante su hermano en la desgracia no se hizo esperar y resonó fuerte: “joven valiente sigue siendo valiente”.

Respecto a su muerte, varios testimonios apuntan a que  la misma se produjo en el infernal suplicio de la silla eléctrica unos cuatro días después de su apresamiento.

Conforme los mismos, el Dr. Tejada Florentino había anticipado a Johnny Abbes de una dolencia cardíaca que padecía, a fines de hacerle manifiesto el efecto mortal que en su caso tendría una descarga eléctrica, advertencia que en su mentalidad criminal, Abbes interpretó como una coartada de aquel valiente luchador para evitar dicho castigo, sometiéndole a aquella dantesca tortura que en el acto le provocó la muerte.

En un importante artículo publicado recientemente por el Lic. Teófilo- Quico- Tabar, titulado “El Dr. Tejada Florentino y el derecho a disentir” (Hoy, 16 de diciembre 2021), reseña su autor que, a instancias de quien fuera su amigo, el fenecido jurista y  dirigente del 14 de junio Rafael Carvajal Martínez (Bueyòn), quien tenía planes de escribir un libro sobre Tejada Florentino, preguntó a Balaguer su versión en torno a su muerte.

Ante la pregunta- refiere el Lic. Tabar- Balaguer le refirió ante Bello Andino, quien era taquígrafo al momento en que Johnny Abbes rendía a Trujillo su informe sobre la muerte del reputado galeno y patriota, siendo su versión que,  conforme relatara el siniestro personaje, recibió una llamada del “ Jefe” al momento en que había conectado a Tejada Florentino a la silla eléctrica, olvidándose de desconectarle.

El Lic. Tabar, con sobrada razón, refiere que al escuchar esta peregrina versión de Abbes- contada por boca de Bello- comentó a  Balaguer que la misma le parecía “ un cuento”. Y es que la misma cabe interpretarla como una absurda excusa, rayana entre la burla y la crueldad. ¿Acaso no le había anticipado el Dr. Tejada Florentino de sus padecimientos cardíacos, en lo que concuerdan diferentes versiones?

En torno a la digna postura del Dr. Tejada Florentino  ante Johnny  Abbes en medios de aquellos momentos dramáticos  versará la segunda entrega del presente trabajo, no obstante, lo más significativo es la trascendente lección que entraña, para las presentes y futuras generaciones,  su admirable trayectoria de superación, su sacrifico y su muerte heroica defendiendo sin reservas nuestro derecho a vivir en libertad.

Así lo consignaría en hermoso y profundo escrito el destacado intelectual y político Corpito Pérez Cabral, en 1963:

Mientras el Doctor Tejada Florentino estaba amarrado a la silla eléctrica, otros profesionales que como él habían untado su infancia con tierra de este país, devengaban los favores del tirano y admitieron con impávida indiferencia la electrocución de ese dominicano típico, talentoso, honesto y heroico.

El Doctor Tejada Florentino sabía, con absoluta perfección, la particularidad de sus cualidades personales e intelectuales y lo que éstas representaban en el porvenir de beneficios espirituales y materiales para él y su familia. Más aún, el Doctor Tejada Florentino sabía con categórica certeza, que con tales cualidades mentales, estaba a su inmediato alcance seguro la obtención de las máximas prebendas y comodidades que el monstruo adjudicaba a sus servidores en proporción aritmética con su propio capricho o con el grado de sumisión del siervo. Pero el Doctor Tejada Florentino escogió el camino de la silla eléctrica”.