Funcionario del Gobierno de Jimenes

Luego del fallecimiento de Salomé, FHC (Francisco Henríquez y Carvajal) se mantuvo ejerciendo la medicina en Cabo Haitiano hasta el derrocamiento de la dictadura de Heureaux. A principio de septiembre de 1899 arribó a Santiago de los Caballeros, en compañía de Juan Isidro Jimenes quien resultó electo presidente de la república en las elecciones celebradas en octubre de este año. En esa ciudad pronunció su primer discurso político. El 14 de septiembre FHC invitó a Hostos a volver al país: “Necesitamos de nuevo su voz de maestro entre nosotros, porque aquí le amamos siempre como a un verdadero padre intelectual”. Hostos acogió favorablemente la invitación y llegó al país el 6 de enero de 1900. (Max Henríquez Ureña, Mi padre…, p. 51.)

En el período de transición, FHC se concentró en la organización del primer gobierno de Jimenes, que discurrió entre el 15 de noviembre de 1899 y el 2 de mayo de 1902. Como portador de avanzadas ideas liberales abogó por la implementación de un orden político fundamentado en el consenso, la autonomía de los poderes del Estado, la justicia social, el respeto a las libertades civiles, la libertad de expresión y difusión del pensamiento, la libertad de tránsito, el respeto a la vida humana, etc.

Sin embargo, las condiciones sociales y económicas heredadas de la dictadura resultaban complejas en grado superlativo dada la inexistencia instrucción pública, caminos, policía, ejército, quiebra o desarticulación de las principales instituciones estatales, servicio de correos, hospitales, una Constitución que favorecía el despotismo, y lo peor: una deuda inconmensurable con intereses onerosos que puso en riesgo de perecer la propia nación dominicana y cuya solución devenía en un imperativo para el nuevo Gobierno.

El presidente Jimenes designó a FHC, a quien se le consideraba una lumbrera y como “la más alta mentalidad nacional”, al frente del ministerio de Relaciones Exteriores, pero en la práctica sus funciones trascendían los límites del cargo pues intervenía en todas las áreas del gobierno donde se presentaban conflictos, sobre todo en el ministerio de Hacienda y Comercio. En tal sentido, actuó como el principal vocero del gobierno. Además, fungió como agente fiscal y ejecutó las negociaciones con la Improvement y los tenedores de bonos europeos.

El primer gran problema lo enfrentó fueron las numerosas reclamaciones internacionales, sobre todo la actitud amenazante de Francia que envió buques de guerra a las costas dominicanas, ya que cuando se desmonetizaron los billetes de banco y se organizó racionalmente el sistema de remates la mayoría de las personas que habían adquirido billetes nacionales a precios reducidos aceptaron las nuevas normativas establecidas.

No así lo hicieron los súbditos franceses y el cónsul, Mr. Jalouzet. En la segunda quincena de noviembre y a lo largo de todo el mes de diciembre de 1899, FHC sostuvo un intenso cruce de comunicaciones con este funcionario que planteaba nuevas exigencias que las precarias condiciones financieras dominicanas no podían satisfacer. “Frente a la agresiva conducta y amenazas de Jalouzet, amparado en la fuerza de su patria, frente a la inerme y pobre nación, el presidente de la República, don Juan Isidro Jimenes, hizo un llamado al pueblo para que ofreciera su concurso pecuniario para atender a tan amenazantes exigencias”. (C. Herrera, Las finanzas de la República Dominicana, 2a edic., Santo Domingo, 1982, p. 94.)

Las negociaciones con la Improvement

FHC laboró de forma exhaustiva en la búsqueda de una solución al peliagudo problema de la cuantiosa y onerosa deuda heredada de la dictadura. Para tal fin, en diciembre de 1899 inició la discusión para el esclarecimiento y reajuste de la misma con la San Domingo Improvement Company y sus aliadas que presentó una propuesta de convenio que rechazaron FHC y don Emiliano Tejera. Por su vínculo con la odiada dictadura de Heureaux esta empresa recibía el repudio generalizado de toda la población.

La presencia de don Emiliano Tejera en esta comisión obedecía a que, como miembro de la comisión asesora del ministerio de Hacienda y Comercio, había logrado compenetrarse bien con los problemas económicos del país y de la deuda en particular, lo que le permitió elaborar un contrato que presentó a la empresa extranjera en la primera fase de la conferencia.

En esta primera etapa de las negociaciones, el representante de Improvement, John T. Allbot, mantuvo una actitud rígida e inflexible y rechazaba todas las modificaciones al contrato sugeridas por los funcionarios dominicanos. Centraba su insistencia en que se le reconociera la totalidad de las ganancias obtenidas durante el régimen pasado.

En las discusiones con la Improvement el tándem formado por FHC y Tejera insistió para que esta realizara una liquidación general de cuentas. En su lugar, la empresa presentó un nuevo proyecto de acuerdo que rechazaron los negociadores dominicanos e insistieron en la presentación de un informe general de cuentas. Las discusiones continuaron sin que se llegara a un acuerdo y se nombró una comisión formada por Tejera y Federico Augusto González, ministro de Hacienda.

La ruptura con la Improvement

Las reuniones para tratar de arribar a un convenio con la Improvement continuaron en marzo de 1900 y la comisión dominicana, en común acuerdo con Mr. Abbot, confeccionaron proyecto que debía ser aprobado por el Congreso, que en esa época estaba formado por una sola cámara. En este contrato, FHC vislumbró la posibilidad de despojar a dicha empresa estadounidense del control y fiscalización aduanera que ejercía como representante del volumen total de la deuda pública dominicana.

En otras palabras, el contrato se basaba en que la Improvement lograra la aquiescencia de los tenedores de bonos belgas y franceses y presentara en seis meses un corte de cuentas con una relación de todos los acreedores, algo imposible de cumplir, y que sería aprovechado por el Gobierno para declarar nulo el contrato y despojarla del control de las aduanas dominicanas.

La opinión pública criticó con acritud la aprobación del contrato por el Congreso, el 18 de abril de 1900, con 13 votos a favor y 9 en contra. Los acreedores europeos rechazaron el convenio por considerarlo lesivo a sus intereses y se negaron a que la Improvement los representara, acción que permitió al Gobierno asumir el control de las aduanas.

En enero de 1901, el gobierno adoptó la enérgica resolución de negociar directamente con la Improvement y los acreedores europeos. Esto implicaba asumir la totalidad de las rentas aduaneras de la República y prescindir de la famosa Caja General de Recaudación, que operó desde 1888 en virtud de los acuerdos celebrados por Heureaux con los banqueros Westerdorp & Compañía de Amberes, Bélgica, y tenía como misión la fiscalización y recaudación de las rentas de las aduanas dominicana, labor a cargo de agentes extranjeros de la Improvement.

Para FHC se trataba de un “heroico acto de autoridad” ya que le retiraba el derecho a la Improvement de recaudar los derechos aduaneros, para lo cual argumentó que la misma no había obtenido el consentimiento de la mayoría de los tenedores de bonos dominicanos como lo consignaba el artículo cuarto del Contrato. El Gobierno emitió una resolución mediante la cual los administradores de hacienda percibirían directamente todas las entradas fiscales de la República.

El artículo segundo de la resolución presidencial designaba una comisión de honorables para “recibir y conservar en depósito los valores que habrán de servir, o para el pago de la deuda flotante, o para el pago de los intereses de los tenedores de bonos”. Para el historiador César Herrera la decisión pudo haber representado el principio de “tácticas enérgicas” para la resolución de los graves problemas económicos del país. (C. Herrera, De Hartmont a Trujillo, Santo Domingo, 2009, p. 117.)

La impactante decisión del Gobierno motivó la intervención directa de los Estados Unidos en el problema de la deuda, luego de rechazar con anterioridad varias solicitudes de los directivos de la Improvement. El secretario del Departamento de Estado solicitó al cónsul dominicano, Mr. C. L. Maxwell, detalles de la resolución de enero de 1901 dada la decisión de su gobierno de intervenir en defensa de los intereses de sus nacionales.

Para el historiador Herrera esto fue lo mejor que pudo obtener el inteligente emisario dominicano (FHC) pues la empresa y sus aliadas aceptaban la anulación del contrato del 18 de abril de 1900 y renunciaban a “todos los derechos y privilegios que le han sido otorgados en las leyes y contratos anteriores a la fecha de hoy”.

En el artículo quinto se consignaba claramente: las empresas “se obligan a rendir al Gobierno dominicano, antes de todo arreglo amistoso y de toda negociación posterior y dentro de un plazo que no podrá exceder de tres meses, a contar de la fecha en que este contrato sea sancionado por los poderes del Estado, todas las cuentas que con él tienen pendientes”. Para silenciar a los críticos que objetaban el controvertido artículo 5º del convenio, FHC lo reprodujo íntegro en el periódico El Combate del 30 de septiembre de 1901.

El sexto artículo desató un cálido debate pues establecía que para el retiro del país de la entidad y las demás compañías se convenía en entrar en negociaciones dirigidas a arreglar “amistosamente”, sobre una base equitativa, todas las cuentas, reclamaciones y diferencias existentes entre las partes. Mientras el séptimo artículo establecía la creación de un tribunal arbitral para decidir las eventuales diferencias que pudieran surgir en el transcurso de las discusiones.

De nuevo apelamos a la opinión del historiador Herrera quien entendía que resultaba “peligroso” dejar la decisión final a una comisión arbitral, bajo la influencia norteamericana, las fraudulentas negociaciones de la Improvement. Pero al mismo tiempo no veía hendija escapatoria a la red tendida por el gobierno de Washington sobre la soberanía nacional.

Las gestiones de FHC en Estados Unidos y Europa

Tras la ruptura con la Improvement, el 17 de enero el Gobierno comisionó a FHC para que se trasladara a los Estados Unidos y Europa y en calidad de plenipotenciario y agente fiscal para negociar por separado un nuevo contrato con los acreedores estadounidenses y europeos. Los directivos de la Improvement buscaron sin éxito el respaldo del Departamento de Estado y luego de intensas discusiones, el 25 de marzo 1901, firmaron un nuevo contrato en el que se estipulaba la formación de una comisión de Arbitraje si no se llegaba a un entendido sobre las cuentas, cuyo monto se desconocía. Además, incluía una cláusula para liquidar la deuda inglesa que totalizaba 850,000 libras esterlinas.

A continuación, FHC entabló gestiones con los tenedores de bonos dominicanos en Bélgica y Francia con quienes suscribió un convenio preliminar en junio de 1901 que fue ratificado posteriormente en el que estos aceptaban la reducción de un 50% de sus créditos a cambio de un pago rápido y seguro. El contrato abarcaba las dos terceras partes de la totalidad de la deuda pública dominicana, y, por tanto, su cuantía sobrepasaba al monto adeudado a la Improvement.

En agosto el presidente Jimenes sometió ambos contratos al Congreso que pasaron a ser estudiados por comisiones. El contrato firmado por FHC con los tenedores de bonos dominicanos belgas y franceses no levantó objeciones, contrario al firmado con la Improvement que fue rechazado 17 votos en contra y solo 6 a favor, en un ambiente bastante caldeado, ya que los partidarios del vicepresidente Horacio Vásquez lo emplearon para obtener ganancia política, pues temían que por la preeminencia alcanzada por FHC en las negociaciones fuera el candidato del jimenismo en las elecciones a celebrarse en 1903. Desde época empezó a decantarse la oposición entre jimenistas (bolos) y horacistas (coludos).

Con el rechazo al convenio, la Improvement incrementó sus exigencias al Gobierno y al mismo tiempo propició el establecimiento de un protectorado por los Estados Unidos. Por esta mezquindad el país perdió la oportunidad de solucionar el problema de la deuda externa, legada por la dictadura de Heureaux, y se frustraron los ingentes esfuerzos realizados por FHC.

Este segundo contrato encontró también el repudio de la opinión pública de la época que percibía a esa empresa como una de las instituciones fundamentales del despotismo lilisista. En el fragor de los debates algunos sectores abogaron para que se le exigiera a la empresa extranjera una rendición de cuentas de los inmensos caudales monetarios manejados por la Hacienda Pública hasta ese momento.

Como se desprende de la lectura de algunos documentos de la época, el Gobierno al parecer no contribuyó a crear un ambiente propicio para la aprobación de los contratos, cuyo rechazo colocó al Gobierno de Jimenes en una situación difícil pues todos sus ministros dimitieron, aunque luego la retiraron, con excepción de FHC que la ratificó el 1º de octubre de 1902, y estuvo presente en la excitada sesión del Congreso junto a Elías Brache.

En una carta dirigida por la normalista Leonor Feltz a Pedro Henríquez Ureña, el 19 de octubre de 1901, depara el siguiente testimonio que permite conocer los sentimientos predominantes en esa época post dictadura:

“Como sabrás, el contrato fue rechazado. Para don Pancho ha sido derrota triunfal. Los detalles te probarán la verdad de esa paradoja. La conducta de don Pancho y de Prud’homme al defender el contrato ha probado que ellos quisieron convencer a la mayoría de las ventajas del contrato, nunca hacerlo pasar a todo trance. Su no aprobación se debió, sin embargo, entre otras cosas, a miras de carácter político. Este es un período de ambiciones desmedidas, de deslealtad, de inconsecuencias”. (B. Vega (ed.), Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo, 2015, p. 82).